Entre los diferente grupos internacionales que tomaron parte en el Guerra Civil española, estuvo el Squadron Yankee que voló para la República. Este escuadrón lo formaba un pequeño grupo de aviadores estadounidenses que a finales de 1936 se presentaron como voluntarios buscando la aventura, derrotar a los rebeldes o por el dinero prometido (1.500 dólares al mes, más un extra de 1.000 más por avión abatido).

Componentes del Yankee Squadron

Componentes del Yankee Squadron

Uno de estos aviadores fue Harold «Whitey» Dahl -de rodillas en la foto-, y esta es su historia. Dahl, un ex aviador del Ejército de los Estados Unidos expulsado por problemillas con el juego, se encontraba en México celebrando su reciente boda con una corista llamada Edith Rogers, cuando se enteró de que la República necesitaba pilotos. Viajaron hasta Francia y desde allí, con documentación y nombre falso, llegó a España en diciembre de 1936. El 12 de julio de 1937, mientras volaba escoltando un escuadrón de bombarderos cerca de Madrid, fue derribado. Aunque pudo salvar la vida, cayó en manos de los franquistas. Un Consejo de Guerra celebrado en Salamanca lo sentenció a muerte… su suerte estaba echada, o eso pensó él. La noche antes de fusilamiento, previsto para las 8 de la mañana, una llamada había ordenado el aplazamiento.

Harold Dahl

Harold Dahl

En septiembre de 1937, Ida Dahl, madre de Harold, suplica desde los medios estadounidenses que el Secretario de Estado interceda por su hijo condenado a muerte en España. El Departamento de Estado se interesa por la situación de Harold pero advierte que «si los estadounidenses se alistan en las fuerzas armadas de gobiernos extranjeros, lo hacen bajo su propio riesgo y, al hacerlo, pierden la protección del gobierno de los EEUU«. A finales de 1937, el embajador estadounidense comenzó su labor en la sombra. Habrían de pasar dos años, hasta que en EEUU se volviese a saber algo de Edith.

Edith Rogers

Edith Rogers

Regresó de Europa y comenzó una gira por los EEUU pidiendo la ayuda del Departamento de Estado «interpretando» el papel de esposa luchadora y abnegada por su querido esposo -tipo Vivien Leigh en «Lo que el viento se llevó» con aquello de «a Dios pongo por testigo…«-. Además, desveló que ella había conseguido que Franco le perdonase la vida a su marido con esta carta:

Mi esposo no es comunista, ni siquiera de izquierdas. Estábamos recién casados. No encontraba trabajo con el que mantenerme dignamente y aceptó volar para la República, por el sueldo. Sólo llevamos casados ocho meses. No tengo otra persona en el mundo. Sé que usted es un hombre valeroso y de gran corazón. Le doy a usted mi palabra de que Harold no luchará de nuevo contra usted si tiene la compasión de liberarlo y enviármelo. Ahora que la victoria está casi a su alcance, la vida de un piloto norteamericano no puede significar mucho para usted. Yo fui actriz durante años, pero ahora he encontrado la felicidad a su lado. No la destruya. Por favor, responda a mi carta a fin de que sepa qué hacer y si puedo albergar esperanzas.

Además, incluyo junto con la carta una foto suya en traje de baño enseñando cacha -según los medios de la época era «rubia platino y rolliza«-. Al cabo de una semana, recibió respuesta: le habían conmutado la pena de muerte por prisión. La misiva se remataba con un castizo y cortés «suyo que besa sus pies«. Aquella carta no llegó a Franco, sino que fue Millán Astray el que contestó rendido ante los encantos de la chica.

Edith Rogers Dahl

Después de algunos contratiempos que retrasaron la liberación, y gracias a labor de la diplomacia estadounidense, el 18 de marzo de 1940 Harold Dahl, junto a cinco miembros de la Brigada Abraham Lincoln, llegaban a New York en el buque Exiria. Edith se tiró a sus brazos y le ofreció su mejilla «no te quiero manchar con mi lápiz de labios«.

Edith - Dahl

A pesar de los problemas de Dahl con la justicia por unos cheques sin fondos (motivo por el que se encontraban en México) y de las nulas muestras de cariño, se convirtieron en la pareja mediática del momento. Aunque aquella farsa apenas duró. Al poco tiempo se separaron. Edith había aprovechado el tirón de su «carta» y ya triunfaba en los escenarios como «la mujer que derritió el corazón de Franco» o «la rubia que encasquilló las armas del pelotón de fusilamiento de Franco«, además de tener poderosos y adinerados admiradores. Dahl se marchó a Canadá, se enroló Real Fuerza Aérea Canadiense y participó en la Segunda Guerra Mundial.

Fuentes e imágenes: Una historia de la Guerra Civil que no va a gustar a nadie – Juan Eslava Galán, Time, Yankee SquadronLIFE, Aces of WWII,