Lógicamente, lo de que Cristóbal Colón fue el descubridor del continente americano -para los europeos, porque los pueblos precolombinos ya estaban allí- podemos establecerlo como verdad absoluta e irrefutable, porque descubrir implica explorar y dar a conocer. Y en eso no hay lugar a dudas, fue Colón. Lo que sí podemos cuestionar, y de eso se trata este artículo, es de quién o quiénes fueron los primeros no nativos que pusieron un pie en América antes de 1492. En resumen:

  • Los vikingos: llegaron, exploraron y se marcharon (o los echaron a gorrazos)
  • Los monjes irlandeses: quizá llegaron, rezaron y se perdieron.
  • Los chinos, templarios, africanos, fenicios y demás candidatos: probablemente nunca salieron de sus mapas.

1.- Las sagas islandesas, escritas entre los siglos XIII y XIV, relatan hechos que habrían ocurrido unos 300 años antes. Dos de ellas —la Saga de Erik el Rojo y la Saga de los groenlandeses— narran cómo Leif Eriksson el Afortunado, hijo de Erik el Rojo -el fundador de la colonia de Groenlandia-, zarpó desde la gran isla -hoy danesa- rumbo al oeste y consiguió llegar a un tierra que llamó Vinland que, por su descripción, se podría identificar con Terranova. Allí establecieron un campamento, construyeron casas de madera y exploraron los alrededores. Las sagas también mencionan los encuentros con los skraelingar, pueblos indígenas con los que comerciaron al principio… hasta que las cosas se torcieron. Las hostilidades, la distancia y la falta de apoyo logístico llevaron al abandono del asentamiento.

Durante siglos, la historia fue tomada como una leyenda épica más: vikingos heroicos, mares bravos y territorios imaginarios. Hasta que en 1960, los arqueólogos noruegos Helge y Anne Stine Ingstad viajaron a Terranova convencidos de que las sagas ocultaban un fondo de realidad. Y dieron con el yacimiento arqueológico de L’Anse aux Meadows. A primera vista, solo se veían montículos, pero las excavaciones revelaron algo extraordinario:

  • Ocho estructuras de turba y madera con forma rectangular, muy similares a las viviendas de Islandia y Groenlandia.
  • Restos de una fragua y una herrería, con escoria de hierro y una piedra de afilar típicamente escandinava.
  • Clavos, remaches y herramientas metálicas de estilo nórdico.
  • Una aguja de hueso para coser redes y velas, idéntica a las encontradas en yacimientos vikingos de Noruega.
  • Fragmentos de madera cortados con una tecnología desconocida entre los pueblos indígenas locales, y hasta lo que podrían ser fichas de juego (aunque los casinos online no existían, parece que a los vikingos les gustaba apostar).

La datación por radiocarbono situó el asentamiento alrededor del año 1000 d.C. Era la confirmación definitiva: las sagas no mentían. Los vikingos habían cruzado el Atlántico medio milenio antes que Colón. En 2021, un equipo de la Universidad de Groningen analizó los anillos de los troncos hallados en el yacimiento y detectó una firma de radiación solar de 1021, provocada por una tormenta cósmica documentada en los anillos de todo el mundo. Esa coincidencia permitió fechar con precisión el año en que los nórdicos trabajaron allí. No hay duda: 1021. El yacimiento fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1978 y sigue siendo la prueba material más antigua de presencia europea en América.

2.- La Navigatio Sancti Brendani, redactada en el siglo IX, narra cómo San Brandán de Clonfert (484-577) partió con catorce monjes en una embarcación de cuero llamada currach para buscar la “Tierra Prometida de los Santos”. Durante siete años vagaron por mares desconocidos, encontrando islas con ovejas gigantes, peces que parecían montañas y aves parlantes que recitaban los salmos. Parece un cuento místico, pero entre la alegoría teológica se esconden descripciones que recuerdan a islas volcánicas del Atlántico Norte, o incluso a las costas americanas. Algunos autores medievales situaron la “Isla de San Brandán” en los mapas, al oeste de Canarias, como si fuese un territorio real.

En 1976, el explorador británico Tim Severin, al más puro estilo del programa Cazadores de mitos, construyó una embarcación idéntica a las descritas en las crónicas —de madera y piel de buey curtida— y zarpó desde Irlanda. Siguiendo las corrientes del Atlántico Norte, navegó por las Hébridas, las Feroe, Islandia, Groenlandia y finalmente llegó a Terranova. Demostró que, técnicamente, un barco como el de San Brandán podía alcanzar América.

¿Llegaron realmente? Lo único que sabemos es que si algún monje irlandés llegó antes que los vikingos, no dejó más rastro que su fe… y unas buenas historias para los sermones.

3.Zheng He fue un militar, marino y explorador chino, especialmente conocido por sus expediciones navales realizadas entre 1405 y 1433. Durante sus viajes exploró el Sudeste asiático, Indonesia, Ceilán, la India, el Golfo Pérsico, la Península arábiga y el este de África hasta el canal de Mozambique. En 2006 corrió como la pólvora la noticia de que había aparecido en Pekín la copia de un mapa del propio almirante Zheng He en el que aparecía ya detallado el continente americano. Dicho mapa era supuestamente de 1418, nada menos que 74 años antes de la llegada de Colón. Mucha gente dudó de la autenticidad de dicho mapa, entre otras cosas, por el detalle con el que estaba dibujado, porque la copia mostrada era de 1763… y la razón de peso que nos lleva a pensar que China no descubrió América es la propia historia de Zheng He (aquí la tenéis)

Supuesto mapa de Zheng He

Y propias de los rincones creativos de Internet y de algunos documentales de madrugada… 

  • Según ciertos autores, los caballeros templarios, huyendo de la persecución de Felipe IV en 1307, cruzaron el Atlántico con sus tesoros y el Santo Grial, y se refugiaron en América. Las “pruebas”: una piedra tallada en Nueva Escocia con cruces templarias y unas ruinas en Oak Island (Canadá) que supuestamente guardan el tesoro. La realidad: ninguna datación ni documento medieval respalda la historia. Pero, eso sí, ha dado para varias temporadas de series de TV.
  • Abubakari II, mansa del imperio de Malí, fue un rey interesado en las expediciones marítimas. En 1310 envió una al Atlántico de 400 naves, compuesta por militares y representantes de casi todos los gremios, de las que sólo regresó una. Este desastre no le desanimó en su búsqueda y él mismo se embarcó en otra un año más tarde llegando hasta Centroamérica. Esto «explicaría» la existencia de rastros de civilización africana en Brasil, previos a la deportación de los esclavos.
  • Madog ab Owain Gwynedd fue, según la tradición, un príncipe galés que se embarcó en 1170 rumbo al Oeste huyendo de la violencia fratricida de su país y llegando al continente americano. Estableció un asentamiento en el que dejó a más de 100 personas, regresando a su tierra. En 1190 organizó otra expedición para seguir explorando pero al llegar al asentamiento estaba arrasado, siendo él mismo víctima de los indígenas.
  • En Brasil aparecieron inscripciones fenicias en piedra; en Maine, monedas romanas; en Guatemala, una estatua de Hércules… y no olvidemos a los extraterrestres, responsables de las líneas de Nazca, las cabezas olmecas y las pirámides de Teotihuacán.

 

 

Comparte