El 23 de febrero de 1942 el submarino I-17 de la Marina Imperial japonesa, que había participado en el ataque a Pearl Harbor, bombardeaba la costa americana causando daños en una refinería de petróleo en Santa Mónica (California). Antes de que el ejército pudiese reaccionar, el submarino se sumergió y desapareció. Los japoneses se habían atrevido a atacar la parte continental de EEUU, las muestras de pánico se sucedían y el temor a un ataque aéreo como Pearl Harbor se extendió entre la población. Pero nada más ocurrió… aquel día. El 9 de septiembre 1942, el submarino japonés I-25 emergía en aguas del Pacífico frente a la costa de Oregón… los EEUU iban a sufrir el primer y único bombardeo aéreo de la historia.

El I-25 era un submarino portaaviones que transportaba en su interior un hidroavión biplaza Yokosuka E14Y. La mañana del 9 de septiembre, el capitán del submarino ordenó sacar el hidroavión al exterior, se desplegaron las alas y la cola, se armó con bombas incendiarias y se colocó en la catapulta de lanzamiento. El piloto Nobuo Fujita y el tripulante Shoji Okuda tenían la misión de provocar devastadores incendios en los bosques para mantener el miedo entre la población civil y demostrar el poderío japonés -nadie se había atrevido a bombardear EEUU en suelo continental… hasta ahora-. La catapulta lanzó el hidroavión y Nobuo Fujita puso rumbo hacia los bosques de Oregón. Cuando llegaron a la zona elegida -los bosques alrededor del pueblo Brookings-, soltaron las bombas y tras comprobar que se había iniciado el fuego dieron un giro de 180° y regresaron. Amerizaron en el océano y llegaron hasta el submarino; tras volver a plegar las alas y la cola del avión, se sumergieron y desaparecieron. La ejecución de la misión había sido perfecta, pero no así el objetivo final: el bosque estaba muy húmedo por las últimas lluvias y, además, un forestal había divisado el hidroavión sobre los bosques y había podido dar la señal de aviso para extinguir el fuego a tiempo.

Portaaviones_hidroavión

Aunque Nobuo Fujita lo único que hizo fue cumplir las órdenes recibidas en mitad de una guerra, aquel bombardeo le atormentó durante 20 años… hasta que en 1962, con motivo de una festividad local, las autoridades de Brookings le invitaron a visitar su pueblo como muestra de amistad entre el pueblo japonés y estadounidense. Nobuo Fujita iba a tener la oportunidad de pedir perdón y redimir su conciencia, pero también se sentía inquieto por no saber cómo lo iban a recibir. Siendo un hombre de honor y dispuesto a todo, se llevó la katana familiar de más de 400 años de antigüedad para, en caso de necesidad, apaciguar la furia de los estadounidenses practicándose el suicidio ritual –harakiri o seppuku-. Cuando llegó todas sus dudas se disiparon, fue recibido como una celebridad. Agradecido por las muestras de cariño, pidió perdón por lo ocurrido 20 años atrás, regaló su espada samurai al pueblo -hoy sigue expuesta en la biblioteca- y, además, donó un cheque de 1.000 dólares para comprar libros sobre Japón para que ambos pueblos se conociesen mejor y que nunca más hubiese otra guerra entre ellos. Entre las actividades que se programaron aquel día, Nobuo Fujita pudo volar sobre los bosques de Brookings e incluso pilotar él mismo el avión. El día de su marcha, prometió financiar un viaje de niños del pueblo para que visitasen Japón.

Nobuo Fujita presents his family's sword to the mayor of Brookin

Lamentablemente las cosas se torcieron y la empresa de Nobuo Fujita fue a la quiebra. Aún así, el era un hombre de honor e iba a cumplir su palabra… durante más de 20 años estuvo ahorrando yen a yen hasta conseguir el dinero suficiente. En 1985, tres jóvenes del pueblo (Robyn Soifeth, Lisa Phelps y Sarah Cortell) viajaron a Japón. En 1997, a la edad de 85 años, Nobuo Fujita fallecía y las autoridades de Brookings lo nombraron «ciudadano de honor«.

Oregon History

Fuentes: The New York Times, Chicago Tribune, Oregon History