Claudia Casanova es la autora de la novela «La dama y el león«, en la que narra la historia de una mujer de la Edad Media que intenta escapar al destino de un Claudia Casanovamatrimonio impuesto. Adicta a la lectura, traductora, escritora y ahora vuelve a reactivar su blog, donde se trata de historia medieval, literatura en general y reflexiones varias.

Muchas gracias Claudia.

1.- ¿El primer libro que te dejó huella?¿Qué edad tení­as?

Es difí­cil de precisar uno, por muy manida que resulte la frase. Pasé de los cómics y de los tebeos a estas novelas de la colección Bruguera que supongo nos educaron a buena parte de los actuales lectores, y debí­a tener unos diez o doce años. Devoré casi todos los tí­tulos de Julio Verne; Los tigres de Mompracem de Emilio Salgari; las interminables sagas de Alejandro Dumas, incluso las aventuras de H.Riddger Haggard y el bueno de Allan Quatermain, Scaramouche de Rafael Sabatini, que tan distinto era de la pelí­cula… Aprendí­ a leer inglés con Walter Scott, H.G.Wells, Robert Louis Stevenson y la buena de Jane Austen. ¡Menuda mezcla! El que me dejó más huella…Creo que fue más adelante, cuando en la biblioteca de mis padres leí­ la biografí­a de Maria Antonieta de Stefan Zweig. El grado de pasión y acercamiento al personaje que desplegó el autor me dejó sin aliento. Sabí­as que iba a ser ejecutada y a pesar de eso deseabas que no sucediera. Para mí­, el ejemplo perfecto del poder de un escritor y la suspensión de la verosimilitud narrativa.

2.- ¿Tu primer libro que tuvimos la suerte de ver publicado?

Mi primer libro publicado fue La dama y el león, y empecé a escribirlo casi por casualidad. Todo empezó porque a través de traducciones, lecturas y otros encargos editoriales me fui documentando, sin darme cuenta al principio y voluntariamente después, sobre la Edad Media y más concretamente acerca del siglo XII. Las lecturas de las novelas, de estilo limpio y poderoso, de Chrétien de Troyes, de las monografí­as de Georges Duby o Jacques Le Goff y otros medievalistas franceses fueron decisivas para que optara por situar la acción de la novela en el norte de Francia, entre el Vexin normando que tantos dolores de cabeza le trajo al rey Enrique de Plantagenet y el condado de Champaña, cuyas ferias medievales fueron las más concurridas de su época. Por supuesto, caí­ rendida ante el laberinto de Chartres y su mí­stica medieval. Y por si fuera poco me permití­ el lujo insolente de hacer aparecer a Chrétien en un «cameo» novelí­stico, acompañado de Andreas Capellanus.

Antes de escribir esa novela, habí­a terminado otras dos, que no son aptas para ver la luz del sol ni de la librerí­a, pero que sirvieron su propósito.

3.- Escritores y libros preferidos, releí­dos, especiales, etc.

Después de los clásicos de aventuras ya mencionados, durante la escuela leí­ muchos autores franceses: primero más sencillos, como Maupassant, que tiene cuentos deliciosos y aptos para jóvenes. También Renard, Zola, Stendhal, Balzac y Flaubert. ¡Sí­, me gustan las sagas! De todos ellos creo que he heredado una amable tendencia a la metáfora. Como soy omní­vora y no reparo en nacionalidades, de los rusos me quedo con Chéjov, Tolstoi y Dostoyevsky. Pero por supuesto que antes que Shakespeare «“que también»“ siempre vuelvo al Quijote, a Cervantes y al Siglo de Oro «“ también a las Crí²niques. En el cajón de autor español, le reservo un espacio a Javier Marí­as, pero es como mi otro yo lector: cuando termino una novela histórica, la alterno con un texto clásico (de historia griega o latina) o uno contemporáneo, generalmente Marí­as.

4.- ¿Cuánto suele durar la labor de documentación para escribir un libro?

Es el momento más divertido y también el más agotador, y al que más cuesta ponerle fin. En el caso de mi siguiente novela, La tierra de Dios, he dedicado unos dos años a recopilar información sobre la España del siglo XII, a leer bibliografí­a, a viajar por las ciudades que describo, y a identificar personajes y situaciones históricas con potencial narrativo. Todo acaba cuando el nivel de información que manejo me supera por excesiva, y hasta yo comprendo que debo ponerme a escribir. Previamente habré elaborado un guión o una lista de capí­tulos con resumen de la narración, que me servirá de ancla durante el proceso de escritura, pero que no garantiza en absoluto el final ni los ejes de desarrollo: muchas veces contaba con eliminar un personaje que luego resulta imprescindible, y debo mantenerlo, o al revés.

5.- Momento o momentos históricos más importantes en la Historia de España

Incontables, porque la historia de España es riquí­sima en ocasiones dignas de ser narradas, tanto por las alturas a las que se encumbró como por los abismos en los que cayó. Si fuéramos tan hábiles como nuestros vecinos los anglosajones, otro gallo nos cantarí­a. En el espacio cronológico que va desde la Antigüedad hasta la Edad Media, desde luego yo destacarí­a la Hispania romana, que ha suscitado buenas novelas pero pide a gritos una Colleen McCullough española; luego la formación de los reinos de España, que es el tema que sobrevuela mi novela La tierra de Dios, aunque deja mucho campo por labrar «“y confieso que es un perí­odo que no me ha agotado a nivel literario, a diferencia del norte de Francia»“; más tarde el auge y caí­da de la Casa de Aragón, y la unión de los reinos que formaron el germen de lo que hoy es España. Después, el descubrimiento de América y el siglo de Oro ha merecido estupendas narraciones, pero sólo Arturo Pérez-Reverte y su Alatriste (que gustará más o menos pero nos pone en el mapa literario y editorial mundial) ha sabido crear una saga a la manera de Dumas. En fin, hay muchí­simos más, pero esos son los más importantes para mí­.

6.- Si la realidad histórica de España es sólo una, siendo las fuentes, en teorí­a, las mismas ¿cómo se puede contar nuestra Historia de formas tan dispares?

Esta es una vieja pero interesante pregunta de la historiografí­a, porque sigue sin respuesta: el historiador es objetivo, ¿pero puede ser imparcial? ¿Quién cuenta y desde qué posición ideológica se cuenta? Esa es la clave. Claudio Sánchez-Albornoz afirmaba que los setecientos años de conquista musulmana pasaron por encima de la población «autóctona» sin modificar un ápice el «espí­ritu castellano». Pero todos sabemos «“y vemos a nuestro alrededor»“ que cualquier tipo de inmigración se mezcla con y afecta a la sociedad que la acoge, en uno u otro sentido. ¿Alguien puede creer que los trovadores que viajaban de corte en corte y transportaban nuevas formas de poesí­a de un punto a otro no modificaban el gusto musical, literario y creativo de los poderosos y por ende de sus pueblos? Quizá debido a que España no ha elaborado un proceso de naturalización, integración o aceptación de su pasado histórico como pueda haberlo hecho Francia, o Inglaterra, ese pasado histórico sigue siendo «material sensible» para muchos, pues se interpreta en clave actual y entonces es cuando se desata la polémica. Desde luego, a mi me ha sorprendido muchí­simo la disparidad de tono entre los distintos manuales de historia que hablan de la formación de los reinos de España: los hay para todos los gustos.

7.- ¿Quién es tu mentor en tu pasión por el Historia?

Me hubiera gustado tener un mentor al uso, pues creo que es un lujo del que no terminarí­a nunca de abusar. Tengo, eso sí­, maestros que no son conscientes de serlo: personas que me recomiendan lecturas, amigos con los que me dedico a escuchar y reflexionar, o profesionales con los que he tenido la gran suerte de trabajar, y que con sus actos me han enseñado el buen camino a seguir.

8.- ¿Cuándo se rodará una gran pelí­cula histórica en nuestro paí­s?. A los intentos de «Alatriste» y «Los Borgia» creo que les falta «ese» salto de calidad.

¿Cuál serí­a esa pelí­cula?

Qué gran verdad: todos los que esperábamos que la adaptación al cine de «Alatriste» abriera las puertas de la saga literaria a un público más amplio nos quedamos con las ganas. De hecho en alguna entrada de mi blog me lamento precisamente de eso: de lo bien que saben hacerlo los ingleses con sus producciones (véase «Los Tudor»), que glosan sin ningún tipo de sonrojo su pasado histórico como si fueran los Virgilios de su tiempo, mientras que en España y en Catalunya, las propuestas son del vuelo de «Águila roja». Precisamente por ese desacuerdo que apuntaba antes acerca de nuestra historia creo que será muy difí­cil que un productor desarrolle un proyecto que funcione y con acogida del público. Hay que dar el salto convencidos, como lo hizo Peter Jackson con la adaptación de «El señor de los anillos»: tení­a a los fans con las lanzas a punto por si no les gustaba su versión, y terminó llevándose el gato al agua, pero eso sí­: con una inversión seria de dinero, un guión sólido, un elenco impecable. Puede gustar más o menos, pero es una propuesta seria y respetable. Eso es lo que nos falta.

9.- ¿Tus aficiones «secretas»?

No son muy secretas: el buen cine, desde luego, entendiendo por eso el clásico hasta nuestros dí­as pero con cuentagotas estos últimos, incluyendo a Ridley Scott y un puñado de buenos directores contemporáneos más. Actualmente las series de televisión son la otra cara de mi pasión por la narración, bajo cualquiera de sus formas. Sostengo que Aaron Sorkin es la amalgama perfecta de Billy Wilder, John y Julius Epstein, Glenn Gordon Caron, Ben Hetch y William Goldman de nuestros dí­as, así­ que cualquier producto televisivo que lleve, ya no su firma, sino un trocito de una de sus pestañas (hasta el fallido «Studio 60»), merece mi atención. Incluso a su pelí­cula sobre los intrí­ngulis de Facebook pienso «someterme». Luego, disfruto como el que más con los sospechosos habituales: A dos metros bajo tierra, Deadwood, Lost, Los soprano, Mad Men, In Treatment, Life (recién cancelada y todo)…

10.- Un dí­a perfecto serí­a …

Una lí­nea continua formada por los verbos leer y escribir, con pausas razonables para las restantes funciones vitales.

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