Desde hace un tiempo, no sabría precisar desde cuándo, el 12 de octubre, el otrora llamado Día de la Hispanidad,  ahora es el día de Nada que celebrar, ya que ese día, para los defensores de esta corriente, representa el expolio y el genocidio de los pueblos indígenas, así como la imposición de la religión católica. Cada pueblo elige a sus héroes y a sus villanos, sus días de celebración y sus días de protesta, y cada uno de nosotros, libre e independientemente, decide qué y a quién creer. Eso sí, lo que siempre he pedido es que para poder decidir con rigor se «escuche» a las dos partes y se «examinen» las pruebas de unos y de otros. Aunque ya expuestas, reitero mis «pruebas» que me posicionan en el lado de los que defienden que no hubo tal genocidio:

En esta ocasión os traigo la entrevista a Marcelo Gullo Omodeo, doctor en Ciencia Política por la Universidad del Salvador (Buenos Aires), autor del libro Nada por lo que pedir perdón, en el que pone en valor el legado del imperio español frente al ‘imperialismo’ anglosajón y preguntándose quiénes son los que mueven los hilos de la furia iconoclasta que afecta a su continente.

Después de que España fuera derrotada por Inglaterra y las potencias protestantes, ya no hubo más imperios, solo hubo imperialismo: el anglosajón, el holandés y el estadounidense, que fue el que le robó a España Filipinas e impuso una dictadura feroz que cambió la lengua y la cultura

¿A qué atribuye la atención que están recibiendo sus libros en España?

Mira, acá ha habido una dictadura de lo políticamente correcto que ha tenido como núcleo central la leyenda negra de España. Esa falsa historia sobre violaciones, genocidios y masacres en América está destinada a amputarle a España su identidad cultural. Este proceso ha avanzado durante años sin ninguna resistencia, menospreciando no solo la historia de España, sino a los habitantes del país. Ese ataque, al fin, ha causado una reacción. La gente ha dicho basta. El libro llega en ese contexto que desmiente que España fuera a robar, a matar y a asesinar a América. Hay que recordar las 30 y pico universidades, cientos de colegios, hospitales y las ciudades creadas en el interior del continente. Una obra que es totalmente distinta a la realizada por otras potencias europeas como Inglaterra, Holanda o Alemania.

¿Cuál es el estado de la cuestión hoy en América?

Desde México hasta la Argentina reina la dictadura de lo políticamente correcto, de la leyenda negra. Cualquiera que sea parte del discurso fuera de la leyenda negra es automáticamente excluido del mundo académico, periodístico y del supuesto mundo pensante. Esto es así en todas las universidades con excepción, tal vez, de las católicas, que se callan y no dicen nada para no estar a contracorriente. Es una cosa realmente vergonzosa.

¿Le ha pasado a usted factura esta postura en Argentina?

Sí, ha supuesto un problema a nivel personal porque esta dictadura es más eficiente que la Gestapo y que la KGB. Poco a poco, incluso legalmente, van apartándote de los círculos de influencia y de tu trabajo. Eso sin hablar de la ola de insultos sin ninguna crítica profunda y seria.

¿Quiénes son los que están detrás de esa dictadura?

Cuando cayó la Unión Soviética, una gigantesca mano de obra del Partido Comunista quedó desocupada. El marxismo cultural partió de esa situación. Este movimiento ha sido después financiado y fomentado por algunos supuestos filántropos del mundo, lo que yo denomino la oligarquía financiera mundial y que el Papa en una encíclica llamó ‘el imperialismo internacional del dinero’. Gente como el señor Evo Morales en Bolivia, el señor Petro en Chile o López Obrador en México, que fomentan el odio a España porque dicen que antes de la llegada de España había en América un paraíso, son idiotas útiles que están ayudando a fragmentar sus repúblicas, convirtiéndolas en segmentos indiferenciados del mercado mundial y sin ninguna fuerza para oponerse a nada ni para construir nada. Estos supuestos antiimperialista son la obra más barata que jamás tuvo el imperialismo internacional del dinero y el imperialismo anglosajón. Porque esa idea del paraíso es absolutamente falsa. Lo que reinaba en América antes de la llegada de los españoles no era un paraíso, sino un infierno. Reinaba el canibalismo y un machismo embrutecedor.

¿Pedir perdón sirve de algo?

El perdón tiene una utilidad cuando se encuentran dos personas de buena voluntad y se disculpan porque uno, o los dos, se han equivocado. Pero acá no hay nada por lo que pedir perdón. No porque España no haya pecado, porque pecar se pecó mucho, sino porque las obras buenas de España superan en mucho a las malas. Lo que se busca con estas peticiones de perdón no es la reconciliación de los pueblos, sino la humillación de España. Quieren una España de rodillas y amputarla su identidad cultural. Por eso ahora no quieren que los niños estudien más historia que antes de 1812. No quieren que los jóvenes sepan la verdadera historia. Ni de la Reconquista de España, ni de la Conquista de América, que en realidad fue liberación. Porque eso mostraría un tipo de español que fue generoso, valiente e incorruptible.

Usted se muestra muy crítico en su libro con Bartolomé de las Casas.

Miente Bartolomé de las Casas como el más grande mentiroso de la historia. La autocrítica y la defensa real de los indios ante los abusos de algunos encomenderos la hicieron, en realidad, hombres santos como Fray Toribio, que vivía con los indios, los amaba, aprendió su lengua, y también denunció a los españoles que cometían abusos, pero dando nombres y apellidos no como el mentiroso de Bartolomé de las Casas, que lanzó acusaciones en abstracto. El fraile se vino a Europa, cobró un sueldo magnífico y vivió como un señor. Fray Toribio, en una carta muy importante al Emperador, dice algo tan terrible sobre él como que es un mercenario, una acusación que algún día tendremos que investigar. Hasta ahora hemos creído que se trataba de un hombre de buena voluntad y no es cierto.

¿Por qué los españoles tienen esa predisposición de creerse todas estas cosas tan negativas sobre ellos?

Es una pregunta más que para un científico político para un psiquiatra, porque yo nunca he visto un caso como el español. Los españoles han hecho una historia masoquista de su pasado, acusándose entre ellos de los crímenes más atroces de la humanidad, creyendo la historia que sus enemigos les contaron. No me imagino a ningún antiguo romano creyéndose una historia contada por Cartago, ni a ningún francés en 1916 asumiendo la historia de Francia contada por Alemania. Sin embargo, acá sí. Se dice que España violó, mató, asesinó y que los otros son ejemplos de tolerancia, y los españoles se lo creen.

¿Cómo se derroca al tribunal de la historia, a los países que usted dice que escriben la historia de Occidente?

Empieza como hemos empezado muchos en esto. La pionera fue María Elvira Roca Barea en lo de tratar de derrumbar la leyenda negra. Yo he hecho mi aporte; José Luis López Linares con su documental también. Esto es una guerra cultural que el progresismo, el marxismo cultural financiado por estos supuestos filántropos del mundo, ha iniciado contra la Hispanidad a través de libros y películas, y nosotros tenemos que responder de la misma manera contando la verdad. La Europa mediterránea se ha creído que porque Dinamarca, Suecia o Alemania se han desarrollado más industrialmente ellos son Occidente, pero en realidad son occidentales tardíos. Son pueblos que tardíamente llegaron al Occidente y que con la Reforma protestante comenzaron a apartarse del verdadero Occidente, porque el Occidente es la suma de la colina de Jerusalén, de Roma y de Atenas. Cuando hicieron la Reforma Protestante y las sectas empezaron a establecer un principio completamente distinto del cristianismo. Se sublevaron contra el verdadero mensaje cristiano.

El rey Fernando el Católico aprobó en 1514 una real cédula que validaba matrimonio entre varones castellanos y mujeres indígenas, lo que aseguraba la absoluta legitimidad e igualdad de la descendencia que surgiera de los matrimonios mixtos comparados con los matrimonios de Castilla

En uno de sus últimos discursos, Putin se situó del lado de las naciones oprimidas por el colonialismo. ¿Por qué incluso a él le pesa el pasado imperial?

En mis libros hago una diferencia entre imperio e imperialismo. Imperio fue Roma y España, porque se van reproduciendo a sí mismos y llevan su cultura, su fe, construyen escuelas, hospitales, calzadas… Y luego está el imperialismo inglés, que cuando llega a un lugar dice este territorio es nuestro y por lo tanto todos los que están acá deben ser asesinados. El mejor indio es el indio muerto. Y si no pueden asesinarlos a todos, como en Norteamérica o en Australia, crean sociedades de apartheid para robar lo máximo posible e irse cuando los echen.

¿Es posible volver a los tiempos en los que el hispanismo era apreciado en América?

No solo es posible, sino que es absolutamente necesario para la supervivencia. Al asumir la leyenda negra, los países hispanoamericanos aceptan la existencia de un supuesto paraíso antes de la llegada de los españoles y, por tanto, se tiende a restaurar ese paraíso. Eso quiere decir restaurar 700 o 800 tribus e ir hacia la fragmentación territorial, a ser un segmento insignificante en el mundo. Creerse que España es la peor basura del mundo justifica a los nacionalismos locos periféricos a querer separarse de España. Vamos a una inevitable separación, disgregación, balcanización, como lo queramos llamar, si no destruimos y detenemos esta ola negrolegendaria.

El libro termina con un epílogo dedicado al Papa cuando pensaba, allá en los años setenta, de que no había nada por lo que pedir perdón. ¿Qué ha pasado al Papa desde entonces para que haya cambiado su discurso?

Eso no lo sé. Me he limitado a publicar un discurso inédito que jamás se había publicado donde el Papa dice que la obra de España en América fue una misión. Una misión hecha por la mujer más maravillosa de la historia que fue Isabel La Católica. Y en un proceso, dice él, donde España dejó en América su cultura y su fe, lo mejor que tenía, donde los conquistadores, sin miedo, sin racismo, se mezclaron con la población local para hacer un pueblo nuevo. Se construyó un pueblo nuevo mejor que el que estaba.

Y como guinda, las palabras del escritor mexicano Carlos Fuentes…

Pintaron España como brutal, sanguinaria y sádica, empeñada en torturar y asesinar a sus súbditos coloniales, en tácito contraste, sin duda, con la pureza inmaculada de los colonialistas franceses, ingleses y holandeses.