El historiador irlandés Peter Robert Lamont Brown, Peter Brown para los amigos, es profesor emérito de historia en la Universidad de Princeton y un referente internacional en el mundo de la Antigüedad tardía (termino acuñado por él mismo). En 1971, con apenas 36 años, publicó El mundo de la Antigüedad tardía -que se reedita 50 años después-, indispensable para entender la historia europea, al arrojar una mirada nueva sobre los cambios culturales, religiosos y sociales alejada de la tan reiterada idea del declive y caída del imperio, muestra hasta qué punto este periodo crucial marcó profundamente la evolución divergente de Occidente y Oriente Próximo.

El País ha publicado una entrevista con este erudito -que, lógicamente, os recomiendo- y de la que os dejo algunas perlas que deberían hacernos pensar…

“Si estás constantemente mirando una imagen falsa del pasado, buscando el reflejo de tu propia imagen, solo te llevará por el camino del racismo, del oscurantismo. De la xenofobia. Un buen ejemplo son las invasiones bárbaras. Todo el mundo es consciente de que hay problemas en Europa a causa de la inmigración masiva, pero es un terrible abuso histórico tratar lo uno como una repetición de lo otro [invasiones bárbaras del Imperio romano]”

«Vimos que había un mundo ahí fuera y que no se podía escribir sobre él como si debiéramos correr el telón del Imperio Romano; era una vida nueva para el Imperio Romano, incluso el profeta Mahoma y el islam surgieron de esa cultura, no vinieron del espacio exterior. Parte de las raíces de Europa no están solo en Europa. También están en Oriente Próximo y en el sur del Mediterráneo. Parte de la riqueza de la cultura europea es precisamente su apertura al mundo. En Santa Sofía, en los escritos de los Padres del Desierto…”.

“[Los políticos] están más preocupados por los costes de sus decisiones. Estamos tratando con una generación de políticos que durante mucho tiempo han carecido de una educación humanista como la que nosotros tuvimos. No hay nada más trágico que un hombre que ha perdido la memoria”.

“No asumir la parte vergonzosa del pasado es un rechazo a estar aquí, a ser adulto. Parte de la identificación del adulto es la pertenencia a generaciones anteriores. Y al igual que una familia, que no siempre está orgullosa de su tío o su abuelo… Cualquier persona madura debe asumir a los anteriores miembros de su familia, es un signo de madurez. Una especie de resiliencia. Julio César es un ejemplo. Mató a millones de personas. Y lo horrible es que lo sabemos porque él lo publicó. Ahora bien, ¿rechazamos totalmente el Imperio Romano porque se basó en eso? No, tenemos que aplicar, supongo, lo que ahora llamamos visión binocular para enfocar correctamente”.

“Olvidar es una tragedia. Puede liberar a ciertas personas de los malos recuerdos. Pero creo que el problema son los recuerdos a medias. No es que hayamos prescindido de la memoria histórica, es que hemos disminuido nuestra capacidad de interponernos y criticar las falsas memorias históricas. No se puede decir que estos políticos, el Brexit, Trump, hayan ignorado la historia, simplemente la han tergiversado. Sabemos cómo se ha hecho eso en los países fascistas, en los países nazis, en los países comunistas, hoy en día también en los islámicos. Retorcer la historia es aún peor que olvidarla. Lo peligroso son las medias memorias que utilizan los políticos para avivar el resentimiento y los miedos”.

A un bachiller, ¿cómo le convencería de que estudie historia? “Con la metáfora del viaje. Si quieres ver las pirámides de Egipto, o conocer Sevilla, ¿por qué no viajas en el tiempo? Viajar amplía la mente; la historia no es solo saber acerca del pasado. Eso es una visión estrecha. Se trata también de conocer un mundo más amplio, ya sea en la actualidad o en el pasado”.

Amén