El diccionario de la Real Academia de la Lengua define la palabra “iberismo” como «la doctrina que propugna la unión política o una especial relación sociopolítica entre España y Portugal». Iberistas fueron intelectuales muy relevantes de ambos países, tales como Miguel de Unamuno (1864-1936) y Fernando Pessoa (1888-1935), entre otros. Más recientemente, José Saramago imaginó en su novela La balsa de piedra que la Península Ibérica se desgajaba físicamente del continente europeo, obligando a españoles y portugueses a encontrarse y reconocerse como un solo pueblo.
Uno de los ejemplos más consumados de intelectual iberista fue el periodista, político y geógrafo Gonzalo de Reparaz (1860-1939). La singularidad de su figura se debe a sus múltiples facetas, pero también a su condición de hispano-portugués. Su propia biografía le impulsó a considerar que su patria era la Península Ibérica y su entorno insular. Nació en Oporto, donde vivía su padre, Antonio de Reparaz, uno de los músicos españoles más relevantes de su tiempo. Vivió en Portugal hasta el año 1881, no sin antes haber iniciado allí su actividad periodística y haber fundado, junto con otros jóvenes, la Sociedad Geográfica-Comercial de Oporto. Cuando la familia se traslada a Madrid, mantiene fuertes vínculos con el Ateneo y prosigue su intensa dedicación al periodismo, que le acompañaría toda su vida. La experiencia de nacer y crecer en Portugal y de residir en Madrid y Barcelona le convirtió en un iberista convencido.
Es un intelectual de perfil peculiar dentro de la época histórica que le tocó vivir: no se limita a ejercer su influencia desde el periodismo, sino que busca también, de forma incansable, la traducción práctica de sus ideas políticas; sabe influir en la opinión pública, pero al mismo tiempo es un pensador y geógrafo de notable interés; está interesado en los problemas de España, pero es también capaz de desarrollar una visión globalizadora de su época; se declara “admirador de la España vieja, gloriosa y bella”, pero evita, gracias a la visión amplia y comprensiva de sus estudios geográficos, la tentación tradicionalista y antimoderna en la que cayeron muchos intelectuales de la época.
Como hombre de acción, fue un personaje relevante a finales del siglo XIX, por su implicación en operaciones políticas que buscaban un giro regeneracionista del régimen de la Restauración. Sin embargo, su actividad de mayor relieve la hizo en el ámbito de la política africana de principios del siglo XX. Compartía la posición de Joaquín Costa, quien postulaba una penetración pacífica en Marruecos, tras la cual la presencia y tutela española, según él, ayudaría al país magrebí a progresar y mejorar. El compromiso con este planteamiento le llevó al ejercicio de relevantes misiones diplomáticas. Cabe destacar en este sentido su importante papel en las negociaciones entre España y Francia para fijar los límites del Protectorado español, así como el haber sido comisionado del Gobierno español en Marruecos entre 1908 y 1911.
Dentro de su obra escrita destacan España en África y otros estudios de política colonial (1891), La guerra de Cuba: estudio militar (1895), Política de España en África (1907), La derrota de la civilización (1914-1921) y Geografía y política, veinticinco lecciones de historia naturalista (1929). Uno de los textos de este último libro se titula “Las tres Españas”. En él, Reparaz hace una distinción entre la España mediterránea, la atlántica, que según él incluye a Portugal, y la central, identificando sus principales características y realizando una interesante y sugestiva interpretación geográfica e histórica del conjunto de la Península Ibérica. Responde el texto a una visión geopolítica de corte iberista: la regeneración de España (y Portugal) pasaba para él por cercenar el centralismo madrileño y por potenciar las zonas costeras, tanto la mediterránea, desde Barcelona, como la atlántica, desde Lisboa.
Si quieres conocer más sobre la historia de España, te recomendamos el libro de Juan Vicente y Rafael Medina “La Tierra de las Españas”.
Ver en mylibreto: La tierra de las Españas. Visiones de la Península Ibérica.
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«… se declara “admirador de la España vieja, gloriosa y bella”, pero evita, gracias a la visión amplia y comprensiva de sus estudios geográficos, la tentación tradicionalista y antimoderna en la que cayeron muchos intelectuales de la época.»…»
Lo tradicionalistas de la época en realidad eran muchísimo mas sensatos que el «globalista» de Reparaz. Reparaz, como otros muchisimos liberales e ilustrados, estaban cegados por la ciencia y el desarrollismo que nos traía un nuevo modelo de civilzacion_ el capitalismo. Los intelectuales tradicionalistas muchas veces solo defendían formas de existencia rural, no pocas veces de autogestion (el concejo abierto) las l;eyes consuetudinarias locales que les permitían autonomia y sobre todo» control sobre sus vidas, y que los liberales, que solo buscaban construir un estado militarista fuerte con nuevos y dolorisimos impuestos para financiarlo para asi sobreponerse a la pujanza de Inglaterra y Francia, que tuviera todos los recursos del territorio en sus manos. Eso significaba destruir al rural. claro, para construir su imperio recién perdido en América… Los hijos rebeldes y liberales de aquellos ilustrados de antes querian sobrevivir, sin importarles quien cayera: en este caso el 80% de los hispanos bajo la corona» el rural., a quien dibujaban, interesadamente, para asi imponer sus medidas «salvadoras», como atrasado, bajo dominio clerical y eso» a salvar. Y quien los salvaria de su «ignorancia»? Ellos, por supuesto, ja ja ja Los Reparaz y asociados liberales.
La modernidad mal entendida. Los pro- capitalistas, claro.