En el 526 a.C., tras la muerte de su padre el faraón Amosis II, sube al trono de Egipto Psamético III . Hereda un reino próspero pero con una amenaza latente… el Imperio persa. Cambises II, rey de Persia de la dinastía aqueménida, continuó la expansión del imperio iniciada por su padre, Ciro II el Grande, y puso sus ojos en Egipto.

Cambises había preparado la marcha de su ejército a través del desierto del Sinaí con la ayuda de tribus árabes que le prepararon depósitos de agua, esenciales para cruzar el desierto. La esperanza del faraón para conjurar la amenaza persa se basaba en una teórica alianza con los griegos. Sin embargo, su esperanza fue vana cuando comprobó que no existía tal alianza y, además, Fanes de Halicarnaso, comandante de los mercenarios griegos asentados en Egipto, se había pasado al bando persa. La batalla decisiva se iba a librar frente a las puertas de la ciudad de Pelusio en 525 a.C.

Cambises captura a Psamético

Además de la superioridad del ejército persa y de la bisoñez del faraón, en la batalla también tuvo que ver el hecho de que los egipcios consideraban a los gatos como manifestaciones de la diosa Bastet y, por tanto, eran sagrados. Los persas añadieron a su habitual equipo de campaña todos los gatos que pudieron capturar. Los egipcios tuvieron que luchar evitando dañar a los gatos. Tras una desigual lucha, los egipcios se refugiaron en Pelusio. Una vez sitiada la ciudad, Cambises siguió con aplicando la misma estrategia felina: arrojaron los gatos hacia la fortaleza obligando a los arqueros egipcios a disparar con demasiado cuidado.

Tras Pelusio, caería Menfis…  y Psamético III, el último faraón de la dinastía XXVI de Egipto. Cambises fue coronado faraón y daría comienzo a la dinastía persa.

Fuentes e imágenes: AmazonCrystalinks, Military History