Supongo que a nadie sorprenderé si digo que el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador aprovecha cualquier ocasión para poner a los españoles a caer de un burro por lo ocurrido hace casi cinco siglos, incluso culparnos de los problemas actuales de la sociedad mexicana, y, la verdad, aunque no comparto su punto de vista y creo que está equivocado, respeto que cada uno tenga su propia opinión y tengo claro que no soy quien para juzgar a los pueblos por la elección que hagan de sus representantes ni de sus héroes. Lo que sí voy a juzgar, y tachar de hipocresía, es que a los estadounidenses, que hace poco más de un siglo los trataron como apestados y además les robaron la mitad de su territorio, les reparte abrazos y regala sonrisas, como se ha visto en la Cumbre de Líderes de América del Norte que estos días se ha celebrado en México con la participación de los tres mandatarios: Andrés Manuel López Obrador, Joe Biden (EE.UU) y Justin Trudeau (Canadá).

O todos moros o todos cristianos


Esto dice la historia… después de consumarse la independencia de México tras la firma del Acta de Independencia de 28 de septiembre de 1821, se fundaba el llamado Primer Imperio Mexicano, cuyo primer monarca sería Agustín I de México (Agustín de Iturbide). El Imperio abarcaba los territorios del antiguo Virreinato de Nueva España en Norteamérica (Texas, Oregón, California, Nuevo México, Wyoming, Colorado…) y Centroamérica, un total unos 5 millones de Km cuadrados escasamente poblados. El Gobierno mexicano, siguiendo la política del Virreinato, facilitó la llegada de inmigrantes “legales” -por cercanía, la inmensa mayoría eran estadounidenses- para poblar tan vasta extensión de terreno, incluso se ofrecían 7 años libres de impuestos para los nuevos colonos. Una política inmigratoria mexicana muy laxa y el afán expansionista estadounidense fueron utilizados para introducir inmigrantes ilegales, incluso delincuentes y multitud de esclavos, cuando la esclavitud estaba totalmente prohibido por la Constitución mexicana.

México en 1824

Cuando quisieron poner fin a esta “invasión” y a la violación de la leyes mexicanas, ya era muy tarde. En 1830 la población inmigrante ya superaba a la autóctona en el territorio de Texas (parte integrante del Imperio mexicano). En 1836 los texanos reunieron un ejército y se sublevaron, formaron un gobierno provisional y declararon su independencia de México. Tras su independencia, Texas pretendía unirse a los Estados Unidos, pero el presidente Andrew Jackson no lo permitió debido a que Texas es esclavista, así que forman una república; su primer presidente es Samuel Houston quien establece la capital en Austin, además de lograr el reconocimiento de Francia y Reino Unido, Houston ordena invadir el territorio de Nuevo México (en aquel entonces mexicano) pero son derrotados en Santa Fe. En 1845, finalmente el presidente James K. Polk declaró la anexión de Texas a Estados Unidos, pero México no lo reconoció y reclamó Texas como territorio propio. Como era de esperar, esta disputa dio paso a una guerra en la que México perdió la mitad de su territorio a manos de los EEUU.

Y así sigue la historia... tras convertirse en uno de los principales receptores de inmigrantes, EEUU endureció las políticas de inmigración con la aprobación de la Ley de Inmigración de 1924. Una ley que, curiosamente, sirvió de inspiración a los nazis en su macabra idea de torturar y asesinar a todo un pueblo bajo la excusa de la superioridad de la raza aria. Al amparo de esta ley, se elaboró un manual para no permitir la entrada en los Estados Unidos a los «imbéciles, idiotas, personas débiles mentales, personas de inferioridad constitucional psicopática, vagos, defectuosos físicos, alcohólicos crónicos, polígamos, anarquistas, homosexuales, enfermos contagiosos, las prostitutas, los mayores de 16 años que no sabían leer…» -por ejemplo, eran sometidos a diversas pruebas de inteligencia, como “sumas simples” o montar puzzles, para asegurarse que el inmigrante no era imbécil-. El paso fronterizo más importante de la frontera con México era El Paso (Texas), donde, tras pasar el riguroso control selectivo del manual en cuestión, se les rapaba la cabeza, los desnudaban y bañaban en gasolina o queroseno para desinfectarlos.

Despiojar

En cierta ocasión, en pleno proceso de desinfección, alguien encendió una cerilla y, «accidentalmente», murieron 26 presos. Para facilitar aquel control, se crearon centros de desinfección y sólo en la frontera de El Paso con Ciudad Juárez se inspeccionaron 127.000 mexicanos hasta 1929. En esta misma frontera comenzó a usarse el Zyklon B como desinfectante para eliminar pulgas, piojos, garrapatas… [El Zyklon B es un pesticida a base de cianuro que se usaba para exterminar insectos y roedores, tan eficaz que con apenas 4 gramos se puede causar la muerte de una persona]. Se establecieron varios “campos de cuarentena” donde a los mexicanos se les afeitaba la cabeza y se desinfectaban con el Zyklon B.

Gasear

El periodista Paul Spike escribió en el diario británico The First Post

Los productos químicos utilizados para desinfectar y despiojar en la frontera con México fueron responsables de la muerte de miles de personas, malformaciones en los fetos, cáncer…

Según el Dr. John Tappan

Familias enteras fueron exterminadas por el Zyklon B en las fronteras mexicano-estadounidenses.

El uso del Zyklon B inspiró al doctor Gerard Peters para producir en masa este gas con el fin de “eliminar plagas”. En 1938, Peters se convirtió en presidente de la firma DEGESCH, que comercializaba dicho producto, y publicó un artículo del uso del gas en los inmigrantes mexicanos en la revista alemana “Anzeiger für Schädlingskunde” con fotografías de policías “limpiando” a inmigrantes mexicanos. Sólo fue cuestión de tiempo que los nazis llevasen aquellas prácticas a sus campos de exterminio. Peters fue juzgado en Nüremberg y condenado, pero en un segundo juicio en 1955 fue absuelto.

Una nota de Hitler decía:

En comparación con la vieja Europa, que ha perdido una cantidad infinita de su mejor sangre a través de la guerra y la emigración, la nación [Estados Unidos] aparece como un pueblo joven y de raza selecta. La propia nación, motivado por las teorías de sus propios investigadores raciales, establece unos criterios específicos y selectivos para la inmigración […] Que un inmigrante pueda pisar suelo estadounidense depende de los requisitos raciales específicos, así como de un cierto nivel de salud…