En la actualidad las empresas de microcréditos online facilitan la posibilidad de obtener rápidamente préstamos por pequeñas cantidades de dinero. Este tipo de financiación crediticia generalmente es usada con el fin de atender situaciones sobrevenidas, momentos de inestabilidad económica o avanzar en un proyecto. El acceso online, más fácil y sencillo, que brinda el mundo contemporáneo tiene antecedentes, determinaciones, retrocesos y avances, que han marcado la historia de las microfinanzas y, en consecuencia, de los microcréditos. Para entender el origen y evolución de los microcréditos es importante definirlos: constituyen préstamos de una cantidad pequeña de dinero a fin de que sean rembolsados en bajas cuotas y en lapsos cortos, están dirigidos a poblaciones de bajos ingresos, que carecen de avales o activos que puedan servir de garantía. Debido a que la banca comercial no otorga préstamos a este sector socioeconómico, el acceso a los microcréditos ha permitido a muchas personas obtener empréstitos de apoyo cuya cancelación tiende a ser viable.
Prestamistas y prestatarios una relación muy antigua
Históricamente se cree que los microcréditos surgieron como políticas asistenciales en el siglo XX y que tienen su origen en el desarrollo reciente de mecanismos de ayuda ante las condiciones de pobreza. Pero no es así, durante milenios, prestamistas han brindado a prestatarios servicios financieros de pequeña escala, bien sea por filantropía, solidaridad o como lucro. Los registros de préstamos en Mesopotamia datan de hace más de 3000 años y sus financiaciones eran formalizadas con contratos. Los prestamistas particulares podía llegar a cobrar hasta un 22% de interés, y los templos (los «bancos oficiales») no pasaban del 3,5%, aunque eran más difíciles de conseguir. Otras condiciones, a lo largo de la historia de la humanidad, se han dado informalmente través de modalidades crediticias personales, amistosas, familiares, comunitarias o por parte de usureros y prestamistas improvisados.
La cooperación para el apoyo financiero
Una variante, predecesora de los microcréditos actuales, ha tenido lugar desde hace cientos de años en aldeas de África. Es el caso del “tontine” que se fundamenta en la solidaridad y la cooperación a través de comunidades autoorganizadas que apoyan a sus miembros partiendo del ahorro colectivo. Se conforman por grupos sociales de diversa índole, bien sea amigos, vecinos, familiares, entre otros. Estos mecanismos de cooperación basados en las microfinanzas han surgido en diversas comunidades, regiones y países con particularidades y variantes.
En Alemania en el siglo XIX se desarrollaron las bancas comunales y en 1800 Priscilla Wakefield en Inglaterra, inició un sistema de cajas de ahorros que atendía a los niños pobres y sus padres. Otra experiencia europea, sumamente interesante, es el desarrollo producido por Jonathan Swift, pastor y escritor irlandés, autor de ese cuento épico y popular llamado Gulliver. Swift creo a principios del siglo XVIII un sistema de fondos irlandeses (Irish Loan Funds) que otorgaba préstamos para apoyar a las familias pobres de Dublín estableciendo condiciones que no exigían garantías materiales, sino que el aval se establecía través del compromiso mediante cofirmantes que acreditaban el préstamo. Aunque comenzaron con una base benéfica, el retorno permitió su crecimiento, resultando en un impacto positivo en Irlanda a lo largo del siglo XIX.
En España también se han originado instituciones y prácticas relacionadas con el microcrédito, un ejemplo de ello son los Pósitos durante la Edad Media, que implicaban el acopio de granos para prestarlos, con bajos intereses, a los campesinos en momentos de apremio e inseguridad económica, y los Montes de Piedad, que surgieron en la Italia del siglo XV a iniciativa de los franciscanos, quienes otorgaban préstamos prendarios sin interés para satisfacer las necesidades más elementales. Inicialmente, tanto las cantidades prestadas como los gastos de administración provenían de las limosnas y donativos que los monjes lograban de algunas personas pudientes. No obstante, estos recursos pronto se manifestaron insuficientes y se hizo necesario cobrar intereses, hecho que supuso críticas dentro de la Iglesia Católica. Estas críticas no serían atemperadas hasta que en el Concilio de Letrán en 1515 se admitió la posibilidad de establecer un interés moderado por los préstamos prendarios. El Concilio de Trento (1545-1563) proclamó el carácter benéfico de los Montes de Piedad. Ya en las Cajas de Ahorros, lo del carácter benéfico de sus inicios se relajó y evolucionó hasta la expresión “entidades sin ánimo de lucro“. Otra experiencia vinculada a las microfinanzas se estableció en el crédito rural cooperativo a principio del siglo XX.
El impulso moderno de los Microcréditos
El desarrollo moderno de las microfinanzas, con sustentos empresariales y teóricos, se le atribuyen al doctor Muhammad Yunus, Premio Nobel de la Paz en 2006, profesor de Economía Rural de la Universidad de Chittagong, quien puso en marcha el Banco Grameen en los años 70. El modelo establece que sus mayores prestatarios son pobres, en un 96% mujeres y que la ejecución del préstamo se da a través de un sistema moral de control, fundamentado en que cada cliente debía formar parte de un grupo de 5 personas. De acuerdo con sus datos los resultados han sido altamente positivos, además de lograr tasas de reembolso del 97% con este modelo.
En fin, un sin número de estrategias relacionadas con las microfinanzas utilizadas en la actualidad, provienen de prácticas aplicadas en comunidades. Integrando la evolución de las microfinanzas y propulsado por los avances de la tecnología actual, existen opciones online de acceso a microcréditos. Con facilidad el prestatario puede comparar condiciones mediante tabuladores automatizados y tomar decisiones. Este sistema sintetiza siglos de experiencias crediticias en plataformas diseñadas para dar una rápida respuesta, la proyección hacia el futuro es una historia en pleno desarrollo.
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