Dicen que no hay dos sin tres, ¿y por qué no seis sin siete? Pues eso, que sale mi séptimo libro en papel Vuelve ni tontas, ni locas. Mujeres sin preposición. Y, al igual que Ni tontas, ni locas, escrito a cuatro manos con Rafa Ballesteros e ilustrado por mi inseparable Xurxo Vázquez.

Reza el dicho popular que «nunca segundas partes fueron buenas», y nosotros no somos quien para poner en duda la sabiduría popular. La verdad es que no nos hace falta, porque esto no es la segunda parte de nada, sino el siguiente paso lógico. Tras descubrir la punta del iceberg con ‘Ni tontas, ni locas’, ahora nos lanzamos al agua para sacar a la luz la parte sumergida –como todos sabéis es mucho mayor que la que se ve–, donde vamos a encontrar mujeres y colectivos sin preposición. Aquí no caben ni las hijas DE, ni las esposas DE, ni las hermanas DE… sólo mujeres con argumentos suficientes para ser protagonistas de la historia.

¿Queréis más? Pues todavía hay más… un precioso prólogo de Ana Milán.

Tengo 46 años mientras escribo estas líneas que tan honrada me siento porque me hayan invitado a escribir. Me siento honrada porque no creo ser una abanderada de nada que no sea la libertad de cada individuo, de alma y de pensamiento; más allá de esto no soy un icono del feminismo, salvo por haberme educado a mí misma, pasando de un pensamiento no igualitario, del que ni siquiera me daba cuenta, a entender la necesidad de igualdad por un mundo mejor y más avanzado. Esa ha sido mi revolución, cuestionarme a mí misma escuchando a otras mujeres con un pensamiento más avanzado que el mío en ese momento. Y aprendí a amar a las mujeres, a sentirlas como hermanas, a aplaudir sus éxitos y no sentirme amenazada ni por sus capacidades ni por su belleza. A reclamar el talento, no sólo el de tantos hombres a los que admiro y quiero, sino el de ellas, el que antes ni siquiera contemplaba porque había comprado (vete tú a saber dónde) la falsa creencia de que ellas no eran tan graciosas encima de un escenario, que apenas había directoras (sin cuestionarme jamás por qué), que los cámaras eran hombres (sin cuestionarme jamás por qué), que de las decenas de productores que conozco apenas dos son mujeres (sin cuestionarme jamás por qué).

Hasta que me cuestioné por qué. Y lo hice gracias a ellas, a todas estas mujeres que inundan las páginas que hay después de esta. Gracias. A todas y a cada una. Gracias a las mujeres con las que a veces no estoy de acuerdo, por removerme. Gracias a las mujeres que me han tapado la boca, me han hecho pensar y alguna vez avergonzarme, por hacerme crecer. Gracias a las mujeres que admiro, desde que lo hago soy más feliz. Desde que lo hago mi libertad me asusta menos, la enseño sintiéndome protegida, porque todas vosotras me protegéis de la mirada que lapida en la plaza del pueblo, que juzga y que me dicta cuál es mi lugar, cuál mi pensamiento y cuál mi destino. Y esto jamás volverá ser así.

Ana Milán ®

Y como ya es costumbre en este santo reducto de la historia, regalaré 2 ejemplares del libro entre todos los comenten o compartan este post.