Mucho se ha escrito en los últimos años sobre la cultura vikinga. Películas y series televisivas han logrado despertar la admiración por esta fascinante cultura que de la noche a la mañana surgió como un verdadero Ragnaröki contra las culturas europeas, para, del mismo modo repentino, sumirse en la integración y en el olvido. No lo hizo sin llevarse consigo misterios tan importantes como ser la primera cultura que llegó desde el Atlántico a comerciar con pueblos americanos o anécdotas del todo curiosas dentro de su vida cotidiana, como lavarse todos los días a diferencia de los cristianos que apenas lo hacían dos o tres veces al año, relaciones abiertas y consentidas no sólo por hombres o estratificación social… Dentro de las personas que formaban la comunidad vikinga hay un tipo de individuo del que rara vez se escucha o lee algo.
Todos sabemos que en la sociedad vikinga había un rey o jarl, guerreros, campesinos y esclavos. Cuando se daba la época de los saqueos e incursiones, normalmente en verano, los campesinos cambiaban azadas por espadas y se echaban al mar. No obstante, había un tipo de individuo en esta sociedad vikinga que no gozaba de esta versatilidad y a lo largo de su vida nacía y moría con el mismo rol… el Berserker (Berserkir en plural), un fiero guerrero, un verdadero hijo de Odín que por delante de la infantería se lanzaba semidesnudo, inmerso en un trance de muerte y sed de sangre hacia quien tuviera delante, ya fuera amigo o enemigo… de ahí que fueran siempre los primeros en filas. También se lee que era así por pura impaciencia. Tal era así que a veces se tiraban de los barcos antes de tiempo y morían ahogados, antes siquiera de entrar en batalla.
Estos fieros guerreros, ciegos de ira asesina, eran vitales en la batalla, pues no perdían tiempo en contemplaciones o en sentimentalismos, tan sólo mataban lo que se pusiera por delante. Tal era la importancia de su aportación en la batalla que eran compensados y elogiados como ninguno… hasta que acababa la temporada de las «exploraciones vikingas» y se debía volver a casa. En este momento, los vikingos relegaban a sus grandes guerreros a vivir como nómadas, perdidos en el bosque, lejos del lujo de sus botines y recluidos como animales salvajes hasta el inicio del siguiente verano.
Etimología
Berserker puede derivar de la palabra berr que significa desnudo o, en germánico, oso. Cuando iban a la batalla tan solo llevaban una piel de oso y una daga. A veces podían llevar un escudo pero se deshacían de él rápidamente. Este atuendo era completamente diferente al de los demás vikingos, que iban bien pertrechados para la batalla. Su aspecto y su ferocidad eran una extra para amedrentar al enemigo. Inmunes, indestructibles, no sentían dolor… solo furia. En ocasiones, tras la batalla, morían de deshidratación, aún sin herida alguna. Algunas fuentes los describen así…
Sus hombres (de Odin) se precipitaban sin armadura, eran tan locos como perros o lobos, mordían sus escudos y eran fuertes como osos o bueyes salvajes, mataban gente de un golpe, y no los podía vencer ni el fuego ni el hierro. [El historiador y poeta islandés Snorri Sturluson (1179-1241) en su saga Ynglinga]
Combatían sin cota de malla, como lobos rabiosos, mordían el escudo y poseían la fuerza de un oso, masacraban a sus adversarios y ni el fuego ni el hierro hacían mella en ellos. [Adam de Bremen, obispo de Hamburgo]
Guerreros de similares características eran los Úlfhednar (Úlfhedinn en singular). La única diferencia era que los Úlfhednar vestían con pieles de lobo, de ahí su significado etimológico que los define como vestidos con piel de lobo. Éstos, además , no iban ataviados con una daga sino con una lanza, el arma favorita de Odín. Tanto la lanza como los lobos eran atributos de Odín, dado que el dios tenía dos lobos: Geri y Fleki. Todo ello reafirmaría la figura del Úlfhedinn como el guerrero de Odín. Así mismo, hay que decir que el nombre Odín viene del anglosajón Woden, que significa furia o arrebato, algo infundido claramente en estos guerreros vikingos.
Gracias a estos comportamientos y similitudes animales surgieron en torno a los Berserker y Úlfhednar toda clase de leyendas. Se decía que tenían su origen en brujos y hasta en enfermos mentales que revivían sus batallas una y otra vez, entrando inconscientemente en ese trance indefinidamente -hoy se podría diagnosticar como estrés postraumático-. Incluso que bebían sangre del animal con el que se identificaban y vestían sus pieles en una especia de rito totémico porque adquirían la fuerza del animal y se sentían poseídos por él. No es de es de extrañar que esto derivara en leyendas e incluso libro y películas de hombres lobos inspirados en estos vikingos.
El trance
Cuando hablamos del estado de locura, o del comportamiento animal de los Berserkir, no hay que pensar que era infundado. Aunque también está la teoría, como se indicó de que algunos guerreros caían en ese estado por estrés postraumático, se cree que también había ciertos aditivos de por medio. Mandíbulas desencajadas, el tono rojo en la piel, el calor que hacía que se arancaran la ropa, la furia, no sentir dolor y morir de deshidratación eran síntomas claros de algún tipo de droga. Una de las que se dice que usaban era la amanita muscaria, que crecía en abundancia en los bosques de abedules de las tierras del norte. También se nombra el cornezuelo de centeno, que podía encontrarse en pan contaminado y entre las sustancias químicas que contiene está el ácido lisérgico, precursor del LSD.
Legado y fin de una era
En 1015, el Jarl Eiríkr Hákonarson de Noruega declaró ilegales a los Berserker y la Grágás, el código de ley medieval de Islandia, sentenció a sus guerreros a la ilegalidad. En el siglo XII las partidas de Berserker habían sido disueltas completamente.
Actualmente el nombre de Berserker acompaña equipos de fútbol, libros y películas de ficción sobre hombres lobo o guerreros e incluso un cómic manga. Vemos pues que, a pesar del paso de los siglos, aunque sea dentro de misticismo y la ficción, estos guerreros vikingos siguen teniendo un hueco en la cultura occidental e incluso oriental, pues más allá del Valhalla vivirán también inmortales en las fuentes de la Historia y en la imaginación de quienes sueñan con otras épocas, de mitos, dioses y guerreros hijos de Odín.
Colaboración de Sheila Calvo Soria
Imágenes: Deviant Art
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Wow! Debo usarlo con mis alumnos. Gracias!
¡Que hermosas me resultan estas sagas! A lo heroico se le adiciona algo sobrenatural. Un canto hacia el valor de esa fiera raza.
En realidad, una cultura muy atrayente, quizá por esa fuerza, ese «liberalismo» o su determinación.
Y no me extraña que los Berserkir se comportaban así después de estar viviendo entre asalto y asalto como unos salvajes.
saludos
Nada que hacer frente a un arquero montado andalusí , ni un buen jinete cristiano y su azagaya. …. no llevaron a América ni el caballo , ni la vaca. No trajeron el maíz… meros salvajes… rubios y blancos, eso sí.