Ya sabemos que Hollywood tiene su forma particular de «interpretar» los mitos culturales del resto del mundo. Para todos aquellos amantes de la historia, la experiencia de visionar las películas de El Rey Escorpión debió suponer un profundo ardor de estómago. ¡Nada tan desconcertante como ver a los acadios convertidos en un grupo de guardarropía de «Xena, la Princesa Guerrera«!
En todo caso, las leyendas a veces suelen tener algo de verdad, y el rey escorpión del cine yanqui está basado, por una parte, en el famoso rey escorpión egipcio cuya existencia histórica está siendo demostrada en los últimos años por arqueólogos alemanes. Lo que poca gente sabe es que también los acadios tuvieron un ser mítico mitad hombre y mitad escorpión, que poco tiene que ver con el Mathayus de Hollywood.
En varios de los mitos sumerios, como el Enuma Elish (la Creación del Mundo) o la Epopeya de Gilgamesh, aparecen esos hombres con torso y cabeza de humano y resto del cuerpo de artrópodo, y no se llaman Mathayus , sino Akrabuamelu. En los mitos más recientes, ya de la época babilónica, se les describe como creados por Tiamat para servir de carne de cañón contra los rebeldes dioses menores, un ejército de superseres. En cambio, en la Epopeya de Gilgamesh se les presenta como guardianes del reino de las tinieblas, al que se accede por un valle dominado por dos grandes cimas, una especie de puerta natural vigilada por ellos. En este papel de guardianes de puertas como son presentados por los asirios, un hombre escorpión es el encargado de abrir la puerta del cielo para que el dios Shamash (Sol) salga para viajar a primera hora de la mañana y por la tarde se encargan de cerrarla tras la vuelta del dios de su paseo diario. En todos los casos se les describe como seres poderosos, que llenan de terror a quien los contempla y cuya mirada era la muerte.
Eso sí, hay que reconocer que no eran tan fotogénicos como Dwayne Johnson. Es lo que tiene que los acadios no conocieran a Xena.
Colaboración de Joshua BedwyR autor de En un mundo azul oscuro
[…] Akrabuamelu, el verdadero Rey Escorpión […]
Un poquito de verdad histórica y un montón de leyenda. Hay que vender el producto, hacerlo atractivo para el gran público. El negocio del Séptimo Arte.
Un saludo.
Información Bitacoras.com
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No es que defienda la película, pues es malilla, pero solo por la portada es evidente de que palo. Si quieres rigor hostórico no te veas una película de acción, mírate un documental.
Hombre, mucho rigor histórico no, pero algo nunca viene mal, además las historias contadas con más rigor quedan muchas veces mejor que sus contrapartidas «pirotécnicas» y las películas, más exitosas.
Es como «Noe» o «Hercules» el nombre de esas películas sirve para poco más que atraer a la gente, luego la mayoría sale quejándose del bodrio que les han metido, no tengo nada en contra de un tio que se parece a Hercules pero que lucha en un coliseo romano, o de otro que construye un arca para salvarse de un diluvio y que no se parece en nada al «Noe» bíblico, pero no los llames como la historia original para no confundir a la gente.
La diferencia es que en el caso de Noé o Hércules no hablamos de Historia sino de mitología. Pero sí que estaría bien que fuesen un poco más fieles a esa idiosincrasia.
El caso es que para la película media americana, que algo sea histórico, mitológico o no, es irrelevante. Cada vez más lo único que hacen es coger el nombre de una historia o leyenda y luego inventarse directamente las tonterías más estrafalarias para justificar una acción o unos efectos que ni vienen a cuento. Todo vale por la acción y efectos sin argumento.
Y si hablamos de 300… ya es para morirse de risa
[…] >> extraído de: http://historiasdelahistoria.com/2014/05/15/akrabuamelu-el-verdadero-rey-escorpion […]