La batalla de Fredericksburg (1862), en plena Guerra de Secesión, enfrentó a las tropas del general confederado Robert Lee y el general Ambrose E Burnside de la Unión. El ejército de la Unión sufrió una severa derrota con más de 12.000 bajas entre muertos, heridos y prisioneros.
La ofensiva de la Unión pretendía cruzar el río Rappahannock, a la altura de Fredericksburg (Virginia), y desde allí llegar hasta Richmond, la capital de los confederados. A duras penas consiguieron atravesar el río y los confederados se fortificaron en la ciudad. La unidad de nuestro ángel, el sargento Richard Kirkland, estaba parapetada tras un muro de piedra en la base de la colina de Marye.
Cuando comenzó el ataque, los confederados causaron miles de bajas desde su estratégica posición. El ejército de la Unión tuvo que retirarse dejando el campo de batalla plagado de heridos y muertos. Los confederados aguantaron la posición ante el temor de una nueva ofensiva, pero no se produjo…. sólo gritos y quejidos de dolor de los heridos y moribundos dispersos por el campo bajo un sol abrasador. Ante aquella angustiosa situación, Richard solicitó permiso a su superior para acercarse hasta los heridos enemigos y darles un poco de agua, pero se lo negaron. La insistencia del sargento pudo más y, al final, su superior accedió con una condición: debería ir por su cuenta y riesgo y sin el amparo de la bandera blanca. Richard aceptó y se procuró la mayor cantidad de cantimploras que pudo llevar. Al principio, desde la líneas enemigas, fue recibido con disparos hasta que llegó hasta el primer herido y le dio de beber. En ese momento dejaron de disparar y Richard, hasta que se le agotó el agua, la estuvo repartiendo entre los soldados enemigos. Un año más tarde, durante la batalla de Chickamauga, murió.
En 1965 se erigió una estatua en Fredericksburg como homenaje al ángel de la colina de Marye construida por el escultor Felix Weihs de Weldon.
Fuentes e imágenes: eHistory, National Park Service
Todo un héroe. Sin duda una buena persona. A él no le servía el dicho de «al enemigo, ni agua.»
Un saludo.
Son pequeñas muestras de humanidad dentro de una barbarie.
Salu2
Hombre, esa frase es al enemigo en activo, no del herido ¿no?
Información Bitacoras.com…
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¿Por qué estos tios siempre son mandados y no de los que mandan?
Porque cuando eres de los que mandan te deben cambiar el chip y te vuelves idiota…
Gracias salao…
😉
si eres así nunca llegaras a mandar
Nunca lo he pretendido…
Ideal para una película de Spielberg con la bandera norteamericana flameando de fondo. No es que no crea en que la persona en cuestión fue una gran persona, pero muchas veces me indigna como comercializan los norteamericanos con sus heroes.
Saludos del equipo de Cultura en 10!
http://culturaen10.blogspot.com
Ellos saben vender muy bien sus héroes y nosotros… todo lo contrario.
Compro la autocrítica, bien dicho. Saludos
eso es un heroe de guerra y lo que cambia la historia en este tema
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Pues que suerte tuvo el enemigo, pesonas como este ángel deberían de haber muchas más…
Besotes Javier,
Lo raro es que no lo acusaran de traidor… porque estos son más raros
No estaría mal que de cada batalla saliera un ángel así..
Un beso
Una bella historia. De alguien con coraje y valentía de verdad.
Abrazo.
Gran post!!! Un abrazo!!!
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Ufff, historia que toca por dentro…
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«sólo gritos y quejidos de dolor de los heridos y moribundos dispersos por el campo bajo un sol abrasador»… la batalla de Fredericksburg fue el 13 de diciembre de 1862, es decir, que hacía un frío de narices, más que sol abrasador. Otra cosa es que alguien que participa en una batalla, y más si es herido, tenga una sed tremenda. Recomendaría ver la película «Dioses y generales» para ver una interpretación de dicha batalla.
Mi bisabuelo, perteneciente al ejercito español, en la guerra con marruecos, fue maestro armero del cuerpo subalterno. Su posición nunca estaba en la vanguardia de ningún combate. Pero hubo una ocasión, que un cañon no funcionaba bien y él se fue a arreglarlo, sin pensar que estaban en pleno combate y que el enemigo podía abatirle en cualquier momento. Relevó el puesto al soldado que estaba en el cañón defectuoso, lo arregló y mantuvo su posición él mismo, haciéndolo disparar y colaborando en la victoria del combate.
Fue condecorado con la medalla al mérito y al valor.
Años después, esta historia la contaba mi abuela, explicándonos que su padre le confesó que no fue valor o patriotismo lo que le motivó a actuar así, él vió que el cañon no iba bien y la posición y vida del soldado que lo manejaba, peligraban, y su instinto fue ir, relevar, resolver el problema y mantener la posición hasta la victoria, sin pensar en su propia integridad o peligrosidad de la situación. Mi bisabuelo siempre decía que fue a relevar al soldado, porque ese «chaval» se iba a hacer daño, si continuava así.
Relacionado: la película Dioses y generales está fabulosa!! Muy buena!!