Vista la última corriente que convierte en catalanes a personajes históricos como Santa Teresa, Cristóbal Colón, Juan Sebastián Elcano (Joan Caçinera del Canós), Hernán Cortés (Ferran Cortès), Miguel de Cervantes (Joan Miquel Servent), Gonzalo Fernández de Córdoba (Joan Ramon Folc de Cardona) o Fray Bartolomé de las Casas (Bartomeu Casaus), me voy permitir frivolizar y  demostrar que Cristobal Colón era genovés. Y ya puestos, utilizando argumentos tan peregrinos como los suyos, que un antepasado suyo derrotó a Mitrídates el Grande, rey del Ponto.

Cristobal Colón

Cristobal Colón

Además, va a ser uno de los supuestos catalanes el que lo demuestre: Fray Bartolomé de las Casas, perdón Bartomeu Casaus. En su Historia de las Indias (Libro I, capítulo II) escribe:

Sus padres fueron personas notables, en algún tiempo ricos, cuyo trato y manera de vivir debió ser por mercaderías por la mar, según él mismo da a entender en una carta suya. Otro tiempo debieron ser pobres por las guerras y parcialidades que siempre hubo y nunca faltan, por la mayor parte, en Lombardía. El linaje suyo dicen que fue generoso y muy antiguo, procedido de aquel Colón de quien Cornelio Tácito trata en el libro XII, al principio, diciendo que trajo a Roma preso a Mitridates, por lo cual le fueron dadas insignias consulares y otros privilegios por el pueblo romano en agradecimiento de sus servicios. Y es de saber que antiguamente el primer sobrenombre de su linaje dicen que fue Colón; después, el tiempo andando, se llamaron Colombos los sucesores del susodicho Colón romano o capitán de los romanos; y destos Colombos hace mención Antonio Sabélico, en el libro VIII de la década 10, folio 168, donde trata de dos ilustres varones genoveses que se llamaban Colombos, como abajo se dirá. Pero este ilustre hombre, dejado el apellido introducido por la costumbre, quiso llamarse Colón, restituyéndose al vocablo antiguo, no tanto acaso, según es de creer, cuanto por voluntad divina, que para obrar lo que su nombre y sobrenombre significaba lo elegía. Suele la divinal Providencia ordenar que se pongan nombres y sobrenombres a las personas que señala para se servir conformes a los oficios que les determina cometer, según asaz parece por muchas partes de la Sagrada Escritura; y el Filósofo, en el IV de la Metafísica, dice que los nombres deben convenir con las propiedades y oficios de las cosas. Llamose, pues, por nombre, Cristóbal, conviene a saber, Christum ferens, que quiere decir traedor o llevador de Cristo, y así se firmaba él algunas veces; como en la verdad él haya sido el primero que abrió las puertas deste mar Océano, por donde entró y él metió a estas tierras tan remotas y reinos hasta entonces tan incógnitos a nuestro Salvador Jesucristo y a su bendito nombre, el cual fue digno que antes que otro diese noticia de Cristo y hiciese adorar a estas innúmeras y tantos siglos olvidadas naciones.

Basta ya de utilizar la historia y de llamarla a declarar como testigo en cualquier proceso de nacionalización que se le ocurra al iluminado de turno. La historia es como un cebolla a la que los años le han ido poniendo capas… no hace falta que algunos le pongan más.