Con este título parece que os voy a hablar del nuevo currículo de la ESO, en el que la asignatura de Historia se va a enseñar sin un relato cronológico, o de la reforma de Bachillerato, que limita el temario en el segundo curso a los acontecimientos posteriores a la Constitución de 1812 (la Pepa), pero no lo voy a hacer porque sería muy visceral. De hecho, para zanjar este tema van ser suficientes las palabras de Alejandro Tiana, secretario de Estado de Educación:

Los bachilleres ya habrán estudiado toda la historia en primaria y la ESO y ahora se trata, no de reproducir fechas y nombres, sino de saber cómo se construye la historia, y eso es imposible si hay que estudiar no sé cuántos siglos. […] en Francia se estudia desde la II Guerra Mundial, y en otros países solo el siglo XX.

Además de que estoy agradecido al Ministerio, porque en la búsqueda del conocimiento del pasado los seguidores del blog irán aumentando, la frase «y eso es imposible si hay que estudiar no sé cuántos siglos» me parece más propia de un niño de parvulario. Igual  el problema está en cómo se enseña y en los planes de estudio que tienen maniatados a los docentes.  Mi experiencia personal me ha demostrado que la gente está dispuesta y predispuesta a engancharse a la historia… si la haces amena y entretenida. Y, por cierto, que ya que se fijan en Francia para defender su criterio respecto a esta asignatura, también se podrían fijar, por ejemplo, en el salario medio francés que está en 38.188 euros al año (en España es de 26.934 euros). Y como una imagen vale más que mil palabras…

A lo que iba, y volviendo otra vez al título, hoy vamos a hablar de cuando nuestros antepasados («hace no sé cuántos siglos», como diría el Secretario de Estado) nos dejaron avisos en formato piedra (rocas para los geólogos) de lo que nos podía ocurrir. Son las piedras del hambre y las piedras de tsunami.

El verano de 2018,  cálido y seco, empeoró las condiciones de sequía de Centroeuropa, lo que provocó un descenso del caudal de los ríos y la aparición de las llamadas piedras del hambre que advierten sobre las dificultades provocadas por la falta de agua. Se han encontrado más de una docena de estas piedras en y cerca de la ciudad de Decin (Chequia), atravesada por el río Elba. La más antigua de estas inscripciones pétreas data de 1616 y su mensaje es demoledor…

Wenn du mich siehst, dann weine (Si me ves, llora)

Aunque estos mensajes lacrimógenos son recurrentes, estas piedras también nos sirven de registro de sequías pasadas: antes de 1900, se señalan las sufridas en 1417, 1616, 1707, 1746, 1790, 1800, 1811, 1830, 1842, 1868, 1892 y 1893). Pero las piedras del hambre hicieron más que simplemente documentar la sequía, también lamentan las condiciones difíciles a las que se enfrentaron los paisanos de la época y avisan que se avecinan problemas.  Una de las rocas, por ejemplo, expresaba que «la sequía había traído una mala cosecha, falta de alimentos, precios altos y hambre para la gente pobre«; también se complicaba el transporte «el transporte fluvial se hizo más difícil, amenazando el sustento de las familias que vivían a lo largo de la costa«.

Dejaremos Centroeuropa y nos trasladamos a Japón, donde encontraremos las piedras de tsunami. Japón se ubica en una zona altamente sísmica, por lo que los tsunamis son comunes en su costa. Seguro que muchos recordáis el terremoto (9’1 en la escala Richter) y el devastador tsunami de 2011 que también causó un desastre nuclear e incluso el sufrido el pasado 16 de marzo de magnitud 7’3, otra vez frente a la la costa de Fukushima, que hizo saltar la alerta de tsunami. En tales circunstancias es lógico que se hayan desarrollado sistemas de aviso y alerta a la población, pero también sería lógico hacer caso de los avisos que los antepasados nipones dejaron en forma de piedra.

 

Estas «carteles» de piedra, de hasta tres metros de altura y algunos de ellos erigidos hace más de 600 años, vienen a paliar un proverbio japonés que reza: «un desastre natural siempre ocurre cuando se olvida el último». En la cultura japonesa, las piedras de tsunami eran una forma de advertir a las generaciones futuras de los peligros potenciales que se derivan de vivir y construir cerca del mar. Estos son algunos de los mensajes inscritos en ellas:

Estad siempre preparados para los tsunamis inesperados, eligiendo la vida antes que las pertenencias y objetos de valor.

Si hay un terremoto, cuidado con los tsunamis.

Las viviendas altas son la paz y la armonía de nuestros descendientes. No construyan casas por debajo de este punto.

En algunas de ellas, también aparecen los nombres de las víctimas de estas catástrofes, a modo de honra de su recuerdo. Lamentablemente, hoy en día muchas piedras de tsunami se están descomponiendo lentamente, cubiertas por vegetación, olvidadas… y construyéndose obviando su mensaje.