Hace poco publicamos un artículo sobre la reconstrucción virtual de 6 castillos asiáticos medievales, pues hoy nos toca el turno de los palacios, que, aunque en muchas ocasiones utilizamos palacio y castillo como sinónimos, son construcciones que difieren en su propósito. Los palacios son casas grandes, costosas y lujosas -rayando en ocasiones el mal gusto-, destinadas a la residencia de reyes, nobles y gentes de la alta alcurnia, mientras que los castillos, aunque también se pueden utilizar como residencia, su principal función es la protección, por ello suelen estar situados estratégicamente y cercados por murallas, baluartes, fosos y otras fortificaciones. Así que, vístanse de gala y disfruten de estas maravillas arquitectónicas (hoy en ruinas) tal y como eran en su momento de máximo esplendor.
Sans Souci (Haití)
El Palacio Sans-Souci fue la residencia real desde 1813 del rey Enrique I (más conocido como Henri Christophe). Henri participó en la revuelta masiva de esclavos contra el ejército colonial francés y los propietarios de esclavos que consiguió la independencia de Haití en 1804. Dos años más tarde, se autoproclamó Rey de la mitad norte del país que se conoció como el Reino de Haití. Durante su reinado también se proclamó “destructor de la tiranía, regenerador y benefactor de la nación haitiana, creador de sus instituciones morales, públicas y bélicas, primer monarca coronado del Nuevo Mundo”. Y, la verdad, suena bien…
Qal’eh Dokhtar (Irán)
Este palacio fue ordenado construir en 209 por el fundador del Imperio Sasánida, Ardashir I, durante su lucha por la supremacía en Persia. Aunque la traducción sería «castillo de la doncella» (dedicado a la diosa Anahita, a quien se refiere el término «doncella») y por su posición estratégica y fortificaciones es técnicamente un castillo, su interior es palaciego. Una amplia escalera conduce a los diferentes niveles con grandes salas que contienen muchas de las características recurrentes del palacio sasánida y la arquitectura cívica: pasillos largos, arcos, cúpulas y ventanas empotradas.
Palacio de Knossos (Grecia)
El Palacio de Cnosos es el más importante de los palacios minoicos de Creta (Grecia). Fue construido en torno a 2000-1900 a. C. y nuevamente reconstruido tras sufrir dos destrucciones hacia 1700 y 1450 a. C. Además de ser la residencia de los reyes, probablemente cumplía funciones religiosas y centro económico. La complejidad de su estructura y abundancia de estancias y pasillos ha hecho que algunos lo identifiquen con el mítico laberinto de Creta.
Palacio Ruzhany (Bielorrusia)
La familia Sapieha, poderosa e influyente en la República de las Dos Naciones, también llamada Mancomunidad de Polonia-Lituania, construyó el Palacio Ruzhany a fines del siglo XVIII sobre lo que era un castillo. Más que un palacio, fue un complejo de palacios que en su máximo apogeo contaba con teatro, biblioteca y pinacoteca.
Palacio Dungur (Etiopía)
Este palacio, del siglo VI, se encuentra en el pueblo etíope de Axum, una vez la bulliciosa capital de un imperio africano que se extendía desde el sur de Egipto hasta Yemen entre los siglos I y VII.
Husuni Kubwa (Tanzania)
Este palacio está situado en Kilwa Kisiwani, una pequeña isla junto a la costa de Tanzania que representa los vestigios de un gran puerto comercial. Entre los siglos IX y XVI, salían el el oro, el marfil y los esclavos hacia el mundo árabe, y llegaban la seda, la porcelana y las especias de Asia. Husuni Kubwa fue construido de piedra de coral en el siglo XIV por el sultán al-Hasan ibn Sulaiman.
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