Si hacéis una búsqueda por la red de los mayores genocidas de la historia, con algún baile de cifras dependiendo de las fuentes e incluso algún cambio de posición en el escalafón sanguinario, los nombres se repiten: Mao Zedong, Stalin, Hitler, Leopoldo II de Bélgica, Pol Pot… El colonialismo, las Guerras Mundiales, el fascismo y los regímenes comunistas -en conjunto- han sido responsables de más de 120 millones de personas.

Aun siendo cifras que asustan, son insignificantes ante el número de muertes del mayor genocida de la historia que, además, sigue entre nosotros: 52.000 millones de personas del total de 108.000 millones que han existido a lo largo de la historia de la Tierra. El historiador Timothy C. Winegard estima en su último libro, The Mosquito: A Human History of Our Deadliest Predator («El mosquito: una historia humana de nuestro depredador más mortífero»), que las hembras de los mosquitos del género Anopheles y Aedes han matado a casi la mitad de la humanidad. La malaria o paludismo se transmite entre los seres humanos a través de mosquitos hembras del género Anopheles, y las del género Aedes trasmiten la fiebre amarilla y los virus de Zika, de la fiebre chikungunya y del dengue. La fiebre amarilla se registró por primera vez en 1793, y la malaria ha estado presente durante miles de años.

En el transcurso de la historia el daño provocado por estos minúsculos insectos ha determinado el destino de imperios y naciones, paralizado actividades económicas y decidido el resultado de guerras decisivas. La malaria detuvo a las puertas de Roma a Aníbal y a Atila; disuadió a Genghis Khan cuando se planteó invadir Europa Occidental; fue determinante en la derrota de los ingleses a manos de Blas de Lezo en Cartagena de Indias;  guarniciones británicas enteras sucumbieron ante la malaria en la Guerra de Independencia de los EEUU;  más de 10.000 muertes registradas por malaria durante la Guerra Civil EEUU; la fiebre amarilla diezmó las tropas francesas (más de 20.000 muertos) que intentaban sofocar la rebelión de los esclavos de 1802 en Haití que, finalmente, conseguiría la independencia; los estadounidenses terminaron y se hicieron con el Canal de Panamá después de que los franceses lo abandonaran debido a la epidemias de fiebre amarilla y de malaria que sufrieron los trabajadores; en la campaña francesa en Madagascar en 1895 murieron 13 hombres en combate y más de 4.000 a causa de la malaria; durante la Primera Guerra Mundial, la malaria inmovilizó a los ejércitos durante 3 años en Macedonia -cuando el general al mando del ejército francés recibió la orden de atacar, respondió: «Lo lamento, pero mi ejército está en el hospital con malaria»-; en la Segunda Guerra Mundial, el general Douglas MacArthur dijo: «¡Será una guerra larga si por cada división que mando a luchar contra el enemigo, debo contar con una segunda división en el hospital con malaria y una tercera división convaleciente de esta enfermedad debilitante!»… y muchos casos más.