Si algún animal tuvo especial importancia en la Primera Guerra Mundial fueron los caballos. El ejército británico compró casi todos los caballos de las islas para destinarlos a sus unidades de caballería y para el transporte de soldados, carros o cañones (¿Recordáis la película War Horse de Steven Spielberg?). Se calcula que el ejército británico utilizó 1,2 millones de caballos y mulas durante la guerra, de los que casi la mitad murieron. Este reclutamiento masivo dejó a muchos agricultores, comerciantes y fábricas sin medios para el trabajo, y algunos decidieron echarle imaginación e improvisar.

Al comienzo de la guerra, y debido a la imposibilidad de recorrer los pueblos ingleses con su espectáculo de animales exóticos, el empresario William Sedgwick decidió establecerse en Sheffield (Inglaterra). Aunque la mayoría de los animales de su show se repartieron por varios zoológicos, William se quedó con la elefanta Lizzie. La empresa local Ward & Co, dedicada a suministrar chatarra a las fundiciones para fabricar armamento, estaba buscando una solución a la falta de caballos que arrastrasen la pesada carga y encontraron la respuesta en Lizzie. William se mostró reacio a ceder a Lizzie, pero ante la presión de las autoridades no le quedó más remedio y Lizzie pasó a formar parte de la plantilla de Ward & Co. La estampa de Lizzie tirando de un gran carro cargado de chatarra se convirtió en una imagen típica de Sheffield.

Otros animales de los circos, como por ejemplo camellos, también fueron utilizados para sustituir a los caballos, incluso en la localidad de Horley se utilizaron los elefantes de un circo local para transportar el heno y tirar del arado y labrar la tierra en las granjas. Cuando la guerra terminó, Lizzie volvió a recorrer los pueblos ingleses con la familia Sedgwick.