Como bien saben los aficionados a las artes marciales, Okinawa es la patria del karate. No en vano el señor Miyagi, el famoso maestro de Karate Kid, es también nativo de esta cadena de islas situadas a medio camino entre China y Japón. Pero, más allá del dato geográfico, lo cierto es que los orígenes de este popular método de combate están envueltos en el misterio. Como estilo de lucha, el karate comparte no pocas similitudes con algunas formas de kung fu chino, por lo que se ha especulado que, remontándonos muchas generaciones atrás, la fuente primigenia del karate estaría en las tradiciones marciales chinas. Los defensores de esta teoría se basan en la existencia de un antiguo texto que parece ser la piedra filosofal en la que se basa el karate que hoy conocemos. Hablamos del Bubishi, un incunable manual de artes marciales cuyas páginas contienen técnicas mortales de necesidad.
La historia que hay detrás de este libro legendario y su llegada a Okinawa es digna de la mejor película de Jackie Chan. Escrito originalmente en chino clásico y con un estilo bastante críptico, el Bubishi es un texto rodeado de misterios. No se le conoce autor ni fecha exacta de publicación. Su ciencia marcial se centra principalmente en los estilos de la Grulla Blanca y el Puño de Monje, ambos derivados del kung fu de Shaolin. Existen muchas teorías sobre el origen del Bubishi, a cual más sugerente. Algunos dicen que se trata de un manual ocultista, transmitido de generación en generación por sociedades secretas en lo profundo de la jungla de Okinawa. Otros opinan que el manuscrito fue traído a Okinawa por refugiados chinos, que escapaban del imperio medio tras la caída de la dinastía Ming en 1644. Nunca sabremos la verdad, pero todas las versiones coinciden en el origen chino del texto.
Según los indicios más fiables, el Bubishi aparece en Okinawa en algún momento del siglo XVIII, y sus preceptos marciales serían la base de lo que más tarde fue conocido como karate. Sin entrar en detalles sobre el verdadero origen de este arte marcial, ya que aquí también hay teorías para dar y tomar, hoy en día pocos dudan de la capital influencia del Bubishi en su formación. Uno de los grandes maestros de esta disciplina, Kenwa Mabuni (1889 – 1952), fue de los primeros en dar a conocer los misterios del Bubishi al gran público, aunque para entonces sus enseñanzas llevaban ya varios siglos moldeando la esencia del karate tradicional.
El Bubishi es mucho más que un manual de técnicas de lucha. Es una verdadera enciclopedia que recopila la historia, filosofía y aplicaciones prácticas de varios estilos de kung fu chino. Y no se queda solo en los mamporros y las cabriolas, no. En sus páginas podemos encontrar desde técnicas de puño demoledoras hasta remedios medicinales, pasando por preceptos básicos de etiqueta y normas de conducta para el perfecto artista marcial.
Pero su apartado más interesante tal vez sea el que describe una oscura técnica conocida como “mano venenosa” o “toque de la muerte”. Un arte letal conocido solo por unos pocos, que permite, supuestamente, causarle la muerte al adversario de manera retardada. Algo parecido al golpe maestro que Pai Mei le enseñaba a Uma Thurman en la película Kill Bill, capaz de reventarle el corazón a un fulano en cuestión de segundos. Pero, lejos de fantasías místicas más propias de la filmografía de Bruce Lee, el toque de la muerte que se describe en el Bubishi se antoja bastante realista. Se basa en movimientos precisos y concretos, en atacar ciertos puntos vitales del cuerpo humano y provocar una serie de traumatismos que, a la larga, acaben provocando la muerte.
El manual recoge diversas variantes de esta técnica, cuya única diferencia es el intervalo de tiempo en el que acaece la muerte. El principio es siempre el mismo, centrado en las leyes de la medicina tradicional china. Si la acupuntura pretende conocer los flujos de energía interna (el famoso “chi”) que recorren el cuerpo y se dedica a desbloquearlos para que esta fluya libremente, el toque de la muerte hace justo lo contrario. Y nada mejor para interrumpir el flujo del “chi” que una buena ración de nudillos frescos. Siempre según el Bubishi, unas variantes del toque de la muerte provocan la muerte al instante, otras a los pocos días, y algunas en el plazo de meses o incluso años. Para aquellos que no quieran esperar demasiado para ver a su adversario caer fulminado, a continuación describimos una de las versiones más mortíferas, la que provoca la muerte en siete pasos:
La muerte antes de que la persona pueda caminar siquiera siete pasos puede causarse provocando un trauma severo en la arteria articular, en la parte inferior de la articulación de la tibia. También sirve la arteria coronaria superior a su paso por el surco subnasal, y la arteria carótida en su paso por detrás de la oreja, en el apófisis mastoides.
En Kill Bill la muerte sobrevenía a los cinco pasos, cierto, pero siete tampoco está mal. Y tenemos puntos para elegir a gusto del consumidor, no solo vale sacudir en un lugar concreto del cuerpo. Eso sí, el golpe requiere precisión de cirujano y buenos conocimientos de anatomía. Solo que los antiguos chinos, y más tarde también los okinawos, en vez de usar complicados términos grecolatinos como los arriba descritos, dividían el cuerpo en una serie de meridianos y denominaban cada parte en base a su correspondencia con los distintos animales del zodíaco chino. Así, en el Bubishi original, la descripción del toque de la muerte queda bastante más colorida. Es lo que tienen los idiomas orientales, que siempre nos perdemos detalles jugosos en la traducción.
Todas estas técnicas, tanto las letales como las más amables, aparecen explicadas con diagramas y todo lujo de detalles en el Bubishi. Cualquier interesado en estudiarlas no tiene más que agenciarse una copia y, a ser posible, un traductor de chino clásico, por si las dudas. No podemos asegurar al cien por cien la efectividad del toque de la muerte, pero desde luego no aconsejamos que los lectores la pongan en práctica en sus casas. Al menos, no sin la supervisión directa de un maestro de kung fu.
Colaboración de R. Ibarzabal, de Historias de Samuráis
Fuente e imagenes: The Bible of Karate Bubishi, traducido por Patrick MacCarthy
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Un artículo fascinante ¡Gracias!
Conozco ese golpe pero en TaeKwonDo! ¡Sé hacerlo! Me lo enseñaron para defensa personal y lo hizo la persona más pacífica y buena que conozco. Aunque me gusten Jackie Chan, Kill Bill, el Sr. Miyagi y el Chi, en japonés es el Ki, me quedo con Sensei Usui a cuyo linaje tengo el honor de pertenecer.