Los procesos legales sumerios se celebraban ante una asamblea de ancianos. La asamblea era dirigida por uno de ellos al que por regla general se nombraba como “juez”, aunque no tenemos noticias de que fuera un oficio como tal. Se cree que un juez en Sumeria debía ser un anciano que hubiera demostrado gran conocimiento de las leyes de la ciudad. Estas asambleas legales eran una reminiscencia de los tiempos arcaicos, en los que las ciudades sumerias primitivas eran gobernadas por esas mismas asambleas, antes de que alguien muy avispado, y posiblemente con el apoyo de unos cuantos soldados, descubriera el significado de la palabra «mandamás» y su relación con «gobernante«.
Entre los miles de tablillas encontradas en las excavaciones en Mesopotamia, pocas veces han aparecido actas completas de juicios. En tres tablillas descubiertas en la ciudad de Larsa, se pudo obtener la resolución judicial, las declaraciones del defensor e incluso las reflexiones de los jueces. Todo un ejemplo de cómo funcionaba el sistema legal sumerio, y más interesante cuando, además, el proceso legal fue contra una mujer. En el caso que nos ocupa, Ninkanda, que así se llamaba esta tabernera, estaba acusada de complicidad en el asesinato de su marido. Y aquí comienza lo rocambolesco de la historia. Por lo visto, dos hombres habían matado al esposo de un par de golpes en la cabeza a la puerta de su hogar. Según las actas, ambos asesinos habían sido enjuiciados, condenados y ejecutados en una plaza pública ante la cama de su víctima. Esto de colocar un objeto cotidiano del difunto ante el asesino al que se iba a ejecutar era una costumbre sumeria que, tal vez, indicaba que los cabezas negras pensaban que de esa forma el muerto estaba presente y asistía a la ejecución desde el Mundo del Otro Lado.
El problema es que las lenguas viperinas, las comadres, los vecinos desocupados… y gente de ese pelaje, murmuraban que la buena de Ninkanda había tenido algo que ver con la muerte de su media naranja. Ya lo dijo Alejandro Dumas: “Cherchez la femme”.
Ante la asamblea de ancianos, el defensor (no tenemos ni idea de qué era un defensor en Sumeria ni cómo actuaba) alegó que Ninkanda no conocía a esos hombres de nada, y presentó a dos testigos que lo corroboraron. El punto más peligroso de la acusación contra ella consistía en que los vecinos no la habían visto triste por la muerte del marido. El defensor alegó que era una mujer muy circunspecta y también presentó testigos de su carácter. Finalmente, como una especie de Cicerón de los dos ríos, se acogió al hecho de que ella no ganaba nada con la muerte del marido, pues la taberna era de Ninkanda y la «rica» de la pareja era ella. Esto nos resulta muy moderno, y nos recuerda el actual principio jurídico del «cui bono» (¿a quién beneficia?) tomado del Derecho Romano. Finalmente, el juez, en representación de la asamblea, decidió declararla inocente. Gracias a esto se libró de ser llevada a una plaza pública y que le rasurasen el pubis mientras un pregonero leía la sentencia, para después ser empalada. Y es que en Sumeria, cómo no, asesinar al marido se pagaba con la vida, mientras que llevarse por delante a la mujer se arreglaba con un multa elevada… pero multa al fin y al cabo.
Sin embargo, repasando las actas, el asunto no queda claro del todo. Porque en ningún sitio se dice por qué lo asesinaron. Los testimonios de los testigos nos resultan hoy día un poco infantiles, pues no prueban nada de lo que afirman acerca de que Ninkanda no conociera a los asesinos. Su testimonio se acepta tras un simple juramento sagrado. Tampoco queda claro por qué le dio tan poca pena la muerte de su marido, y tenemos el agravante de que en las ciudades sumerias negarse a practicar sexo con el marido podía ser un eximente para el asesinato de la esposa. Las actas, a pesar de estar completas, se nos quedan cortas y despiertan nuestra morbosa curiosidad 3.700 años después. ¿Era el marido un maltratador? ¿Cherchez la femme? ¿Ignorados y sabrosos secretos de alcoba? ¡Quién sabe…! No hay duda de que de aquí saldría una jugosa novela.
Colaboración de Joshua BedwyR autor de En un mundo azul oscuro
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Cualquiera sabe.
Un saludo.
Javier.- Veo que indiscriminadamete los colaboradores usan el termino «soldado» (Miembro de una milicia.) Yo pienso que en la gran mayoria de los casos va mejor la palabra «mercenario». – Creo que en los tiempos actuales ayudaria a que el lector se hiciera un mejor juicio.
El término «soldado» puede utilizarse perfectamente en este caso concreto. Aunque en las ciudades sumerias los ejércitos eran de leva, los oficiales eran profesionales, recibían una soldada del gobernante (y sabemos por las tablillas, incluso, cuánto se les pagaba). Y es más que lógico que un gobernante electo que quisiera eternizarse en el cargo, no iba a apoyarse en los individuos de leva, sino en la pequeña guarnición profesional, de unos 200 soldados, que solía haber en cada ciudad. A esos guerreros se les puede llamar perfectamente soldados, pues recibían una soldada diaria por sus servicios.
Por otra parte, soslayando la ironía del texto, la independencia de las ciudades sumerias se perdió cuando Sargón de Akhad las conquistó. convirtiéndose en el primer emperador conocido de la historia. Y fue Sargón, precisamente, el que creó el concepto de «ejército permanente». En una de sus estelas se jacta de mantener y pagar de su bolsillo a 35000 soldados.
PD. Finalmente, el significado que tú indicas: «miembro de una milicia», es solamente la primera acepción de dicha palabra en el diccionario de la RAE. La segunda acepción, dice: «militar sin graduación», y puede aplicarse tanto a los soldados de Sargón o de Ur-Nammu, o de Shulgi, como a los soldados profesionales de en reducido núemro de Urulkagina. La cuarta acepción de la palabra dice: «Persona que mantiene algo, sirve a algo o a alguien, o es partidaria de algo o de alguien.» Y esa acepción, por tanto, se puede aplicar a los posibles soldados que hubieran apoyado a un gobernador para dar un golpe de estado y mantenerse en el cargo de forma vitalicia.
PD (bis): No tenemos ni la más mínima noticia, en todo el período sumerio, de ningún gobernante que se apoyara en mercenarios para dar un golpe de estado. Ni siquiera Sargón fue tan bobo como para hacer eso.
fantastica reseña, gracioso tu comentario final XD
Donde se pueden consultar las fuentes de este articulo?
Me puedes fácilitar la dirección de algún sitio donde esten las tablillas traducidas?, es para un proyecto de aula
Grácias
Habitualmente me encanta dar las fuentes, pero me temo que en este caso las referencias que pueda darte, no te van a servir de mucho. Los datos los obtuve hace ya casi dos años mientras documentaba mi novela «En un mundo azul oscuro». He consultado mis libretas de apuntes y veo que la referencia al juicio y sus particularidades la saqué de dos posibles fuentes (y digo posibles, porque por desgracia, en mis apuntes no especifiqué cuál de las dos, sino que apunté varios temas bajo esas referencias de forma genérica):
– The tablet and the scroll: near eastern studies in honor. (William H Hallo) Por lo que veo en internet es un libro totalmente desclasificado, del año 1993, creo. Sus referencias estaban en varios papers de la universidad de Pensylvannia, pero por desgracia no apunté las direcciones web.
– Ancient Near Easter Text. De la misma universidad. Tampoco apunté ni el número ni la dirección web.
Siento muchísimo no darte más datos, pero cuando apunté todo esto estaba tomando datos para una novela, y no para un libro de texto. Lo siento mucho. Si me dices el tema del que ibas a hablar, a lo mejor puedo darte bibliografía alternativa.
El tema a tratar es divorcio y maltrato a la mujer en la edad antigua, es para 1º de la ESO, en realidad la idea es centrarme en el mundo romano pero estaría bien darles a los chavales otras fuentes
Gracias
Sobre esos temas hay un libro especializado:
WOMEN, CRIME AND PUNISHMENT IN ANCIENT LAW AND SOCIETY
(Elisabeth Meier)
Muchas gracias 😉
creo que usted puede buscarle por wikipedia viaje estambul y excursiones en estambul con guia privado!
Perdón, todo muy instructivo, salvo el comentario final, eso de que «despierta nuestra mobrosa curiosidad»… suena muy parecido a la actitud de los chismosos. En particular no me interesa el detalle de la vida ajena, es privado y, aunque sea historia, no es la mía. Saludos