Lógicamente esto no es ninguna crítica a la pintura de un pintor universal, es sólo buscar una explicación a un hecho evidente al contemplar las obras de Diego Velázquez: en lugar de majestuosos corceles, sus caballos son barrigones y culones.

Para analizar esta característica de sus cuadros podemos fijarnos en Felipe IV a caballo (1634)

Felipe IV

Además de pintar un caballo gordito, en este cuadro se puede apreciar el llamado pentimenti o pentimento (arrepentimiento), las modificaciones que realizaban los pintores en los cuadros para corregir algo que no les acababa de gustar. Aunque estas modificaciones quedaban cubiertas por la nueva capa de pintura, el tiempo ha sacado a la luz algunas de ellas. En algunos casos, se puede comprobar que el lienzo ha sido reutilizado para pintar otro cuadro completamente distinto. En este cuadro se pueden apreciar claramente en el perfil del rostro del rey, en las plumas del sombrero y, sobre todo, en las tres patas traseras del caballo. Y volviendo al tema que nos ocupa, se cuenta que los caballos de los cuadros del gran Velázquez tenían esas hechuras porque eran «modelos» muertos. Se colgaban los caballos y, tras varias horas o días «posando«, los gases propios de la descomposición del cadáver lo abombaban y deformaban. El pentimenti de las patas pudo deberse a que tenía que sortear la rigidez cadavérica de las extremidades de los caballos.

Otros ejemplos de estos particulares caballos de Velázquez…

Príncipe Baltasar Carlos

Príncipe Baltasar Carlos

Conde Duque de Olivares

Conde Duque de Olivares

Felipe III

Felipe III

Caballo blanco

Caballo blanco

Hay otras dos versiones de las formas de estos caballos:

  • Velázquez pretendía mostrar caballos robustos y vigorosos que caracterizaban la raza creada para la caballería española, fruto del cruce de ejemplares flamencos, únicos por su fortaleza, con caballos andaluces, rápidos y elegantes.
  • Estos retratos ecuestres debían colocarse sobre las puertas del Salón de los Reinos del palacio del Buen Retiro a unos cinco metros del suelo. Al verse desde abajo, la perspectiva debería proporcionar unas hechuras perfectas.

¿Sería por ser cadáveres,  por demostrar el poderío del caballo español o por el lugar donde iban a ser colocados?

Fuente: Velázquez, técnica y evolución (1992) – Carmen Garrido Pérez, Museo del Prado, Caballos velazqueños, Valdeperrillos
Imágenes: Wikipedia