El 12 de octubre de 1968, las provincias españolas de Fernando Poo y Río Muni (Región Ecuatorial Española), conseguían la independencia y pasaban a denominarse República de Guinea Ecuatorial. Tras la celebración de las primeras elecciones, fue elegido presidente Francisco Macías Nguema superando, contra todo pronóstico, a Bonifacio Ondó. La democracia y la Constitución aprobada duraron lo que le costó jurar el cargo a Macías. Implantó una brutal dictadura, a imagen y semejanza de Corea del Norte, y se autoproclamó, entre otras muchas lindezas, como Milagro de Guinea Ecuatorial, Maestro de las Ciencias, las Artes y las Letras… además de dotar su presidencia de carácter divino y vitalicio. Puso especial interés en los intelectuales, científicos y maestros, ya que éstos podían dificultar el férreo control al que sometió a la población. Los opositores, o sospechosos de serlo, se suicidaban misteriosamente… como le ocurrió a Bonifacio Ondó tras regresar del exilio. Masacró a la población, destruyó la economía y miles de guineanos huyeron del país.

Francisco Macías

Como dicen que a todo cerdo le llega su San Martín, el 3 de agosto de 1979, y de la mano de su sobrino el teniente Teodoro Obiang y otros militares opositores al régimen dictatorial, dieron un golpe de Estado. Tras varios días de lucha, Matías huyó hacia la frontera con Gabón pero fue capturado antes de cruzarla. Fue juzgado y sentenciado a la pena de muerte por genocida el 29 de septiembre de 1979, pero hubo un pequeño problema… nadie se atrevía a formar parte del pelotón de ejecución porque se creía que Macías tenía poderes sobrenaturales. Así que, hubo que traer a soldados marroquíes para cumplir la sentencia. ¿Y qué fue de Guinea? Pues que Obiang se convirtió en el nuevo dictador.