Nuestro archienemigo de hoy fue un hombre religioso y patriótico, una verdadera molestia para un Imperio cada vez más helenístico. Su obstinación y sedición provocó una de las represalias más sangrientas de la Historia, además ordenada por un personaje al que el paso del tiempo lo ha catalogado como más un filósofo que un militar.
Trigésima entrega de “Archienemigos de Roma“. Colaboración de Gabriel Castelló
No se sabe con exactitud cuando nació Simón bar Kojba (שמעון בן כוסבא), también llamado ben Koziba (בן כוזיבא) en otras fuentes, quien acaudilló la gran rebelión de los judíos contra el Imperio Romano. Su nombre entró en la Historia cuando el Taná Raví Akiva ben Iosef, sabio rabínico y persona influyente del Sanedrín, le concedió el nombre de Bar Kokeba (del arameo “Hijo de una Estrella”, en referencia al versículo bíblico Números 24:17, “Descenderá una estrella de Iacob”) De esta manera, Akiva señaló a Ben Kojba como el auténtico Mesías que liberaría al pueblo judío de sus opresores.
Pero, ¿por qué el tal Akiva avivó una rebelión en toda regla contra las autoridades romanas? La explicación es sencilla: tras la toma de Jerusalén por las tropas del hijo del emperador Vespasiano, Tito, en el año 70, el delicado equilibrio entre gobierno romano y tradición judía que se había iniciado con Herodes se rompió. La ciudad fue ferozmente saqueada, el Templo incendiado y destruido y muchos de los elementos sagrados del culto judío acabaron exhibidas como botín del Flavio durante su Triunfo por las calles de Roma. A la humillación religiosa se unió el casi un centenar de millar entre muertos y esclavos que originó aquella rebelión de los sicarios. El Sanedrín no volvió a reunirse nunca más en Jerusalén, fue desplazado a Yavne y una legión, la Décima Fretensis, quedó como custodia de la provincia de Judea, con un pretor y no un prefecto como su máxima autoridad. En equivalencia a nuestros días, Roma aplicó en la zona una especie de ley marcial.
Sesenta años después, el emperador Adriano decidió remodelar de nuevo la vieja ciudad, pero llamándola Aelia Capitolina (Aelia por su nombre, Publio Elio Adriano, Capitolina por el Gran Padre Júpiter). No contento con eso, en su línea de “civilizar” a los primitivos judíos, el emperador promulgó un decreto por el que prohibía expresamente la práctica de la circuncisión, así como el respeto del Sabbat y otras leyes religiosas. Hay que pensar que para un hombre tan “filo helénico” como fue Adriano, la circuncisión no era más que una aberrante mutilación. Nada sabían por entonces los médicos de estadísticas sobre el origen de las infecciones y su estrecha relación con la mortalidad infantil, verdadera razón por la que un prepucio limpio hacía llegar más niños a la madurez. Como último intento de llegar a un pacto, el Raví Akiva encabezó una delegación que se entrevistó con el pretor romano, Turno Rufo, pero éste desoyó la petición de los judíos. La chispa de la sedición estaba prendiendo con fuerza en la siempre díscola Judea…
Según Dión Casio, la revuelta estalló cuando Turno Rufo decidió mover la VI Ferrata a la capital de Judea para asegurarse una tranquila refundación de Jerusalén como Aelia Capitolina. Corría el año 132 cuando Akiva, indignado por la provocación romana, convocó al Sanedrín y a los elegidos para ejecutar la ansiada rebelión. En aquella reunión secreta, el Raví y sus afines decidieron como levantar la provincia entera sin caer en los errores que Simón Bar Giora cometiese en la revuelta del 60. El nuevo Simón, el presunto Mesías, fue el elegido para ejecutar los planes del Sanedrín: alzó con éxito la ciudad y provincia contra Rufo, aniquilando de paso a la X Ferrata y a la XXII Deiotariana que pretendía auxiliar al pretor desde su base en Egipto. En muy poco tiempo, Simón bar Kojba controlaba toda la Judea romana ejerciendo de caudillo militar apoyado sin condiciones por la facción más dura del sector religioso.
La noticia de la rebelión llegó pronto a Antioquía, donde casualmente se encontraba el emperador Adriano. Incapaz de reaccionar con rapidez ante aquella inesperada sedición, necesitó cerca de dos años y medio para movilizar las doce legiones que llegaron desde todo Oriente, incluso desde el Danubio, y ponerlas bajo el mando de un hombre de gran reputación en asuntos militares, Sexto Julio Severo, hasta entonces gobernador de Britania. Mientras tanto, Simón bar Kobja fue proclamado oficialmente “Nasí”, Príncipe de Israel, gobernó como un soberano toda Judea, llegando a acuñar monedas con el lema “Era de la Redención de Israel”. Con la ayuda de su aliado Akiva como líder indiscutible del Sanedrín, quien había reanudado los sacrificios y oficios del judaísmo proscritos por el gobierno de Roma, según pasaban los meses se sentía más fuerte, además de convertirse en un imán para el resto de judíos diseminados por todo el Imperio que volvían a su tierra llamados por la ilusión de su mensaje libertador.
Pero Roma nunca fue un enemigo cómodo, es más, Adriano heredó de su antecesor la mayor extensión territorial que tuvo el Imperio, por lo que no podía consentir que un sedicioso pueblo sometido desestabilizase la siempre insegura frontera oriental. Severo hizo enseña de su cognomen. Evitando siempre una batalla campal de incierto resultado, en el verano del 135 entraba a sangre y fuego en Jerusalén, con mayor crudeza y brutalidad que en el asalto de las tropas de Tito. El Raví Akiva fue apresado durante la contienda y conducido a Cesárea, base romana desde tiempos de Herodes, donde fue acusado de violar el decreto de Adriano que prohibía expresamente la enseñanza de la Torá. Los carceleros romanos en Oriente nunca se caracterizaron por su indulgencia: Akiva ben Iosef fue torturado con peines de hierro incandescentes que arrancaban la piel a tiras, llamados “uñas de gato”, hasta morir. Es uno de los diez mártires del judaísmo que se sigue venerando hoy en día.
Tras la caída de Jerusalén, el “Nasí” y sus más fieles huyeron a la fortaleza de Bethar (Beitar) Por órdenes directas de Adriano, Julio Severo les siguió, les rodeó y tomó Bethar al asalto sin ninguna piedad, propiciando la muerte de todos quienes allí resistían. Así lo recoge el Talmud. Además, tuvieron que pasar diecisiete años para que las autoridades romanas permitiesen enterrar los restos apilados de los rebeldes que quedaron allí como banquete para los buitres. Bar Kobja murió en Bethar, defendiendo su credo y país hasta su último aliento. Como tributo a su coraje, el primer presidente del moderno estado de Israel cambió su nombre auténtico, David Grüm, por David Ben Gurion en homenaje a uno de los aguerridos oficiales que acompañaron hasta la muerte a Simón bar Kobja. No todos los judíos secundaron aquella rebelión. Sus detractores, tanto judíos como “filo romanos”, le llamaron Simón bar Koceba (“el hijo de la mentira”), en burla a su mesiánica obstinación.
Según Dión Casio, la revuelta de Simón bar Kojba se saldó con 580.000 judíos muertos, así como el asalto de cincuenta ciudades y 985 aldeas. Como hemos visto, en el otro bando tampoco fueron pocas las bajas. Cuando el emperador envió notificación al Senado de su victoria, excluyó la frase protocolaria “Yo y las legiones estamos bien” en consideración a las defenestradas X y XXII. Además, no hubo triunfo por la gesta de Severo, siendo este el único caso conocido en el que un legado victorioso no reclamase su momento de gloria en las calles de Roma.
Para evitar nuevas tentaciones, Adriano ordenó la quema de los libros sagrados de los judíos en la colina del Templo, se prohibió la Torá y el calendario judío. En el solar del Templo se erigieron dos estatuas, una de Júpiter y otra suya. La provincia romana de Judea desapareció, integrándose en Syria Palaestina, nombre inspirado en los filisteos, enemigos seculares del pueblo judío. Como humillación final, se prohibió a todo judío entrar en Aelia Capitolina… ¿Quizá fue un hispano, Adriano, quien inició en aquel sangriento verano del 135 la diáspora de los judíos?
Información Bitacoras.com…
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La figura de Adriano levanta pasiones enfrentadas. Ni ángel ni demonio. Un emperador. Un hijo de su tiempo. Lejos quizá de esa visión edulcorada que nos supo servir magistralmente M. Yourcenar en su novela «memorias de Adriano».
Un saludo.
Nos ha llegado un Adriano muy sensible de la pluma de Yourcenar, aunque estoy completamente de acuerdo contigo, era un romano pragmático de su tiempo, y una insurrección no se resuelve con flores 😉
Las memorias de Adriano es uno de mis libros favoritos, tal vez no fue muy bien retratado, pero tiene verdades como templos.
Sobre el libro de Costampla la recomendación de que hay que leerle está servida.
Un beso
Los patriotismos extremos no llevan a ninguna parte, bueno si, ala destrucción, y la historia se repite cada vez… no aprendemos del pasado y encima olvidamos
Excelente post Javier. Muchas gracias por mencionar COMPENDIO DE RELATOS en este artículo. Es un honor y un orgullo contar con amigos como tú. Un abrazo comp
Los romanos y los judíos, eterno dilema…
Me ha encantado esta entrada Javier y por supuesto apoyo la moción «todos a leer el Compendio de Relatos de nuestro amigo Costampla»
Abrazo a los dos y lindo fin de semana,
Akiva ben iosef, este rabí lo he encontrado en otras publicaciones de distinta índole, pero tengo la duda si es el mismo de la antiguedad o es un nombre común, porque también aparece en textos cabalisticos contemporáneos donde se refieren a el como un gran maestro iluminado, pero en realidad es más referencial su mención en varios articulos. En cuanto a Adriano, es uno más de los salvajes representantes del imperio romano, claro, como los demás dejó su firma en la historia.
Si Adriano se hubiese inclinado por la tolerancia religiosa. Quizás esa rebelión nunca se hubiese producido. Y el actual conflicto de los judíos dispersados para que no se rebelasen más y que quieren volver no se hubiese producido. Más que tierra prometida Palestina o Judea y Samaria parecen malditas.
[…] abierto. Curiosamente, otro ejemplo de esta forma de pelear contra Roma fueron los judíos de la rebelión de Bar Kojba (132-136 […]
[…] moneda, mientras que su discurso estaba marcado de un fuerte componente religioso. Su líder, Simón Bar Kojba, era considerado como el Mesías y anunció la llegada de la redención de todo el pueblo de […]
Lo que se denomina diáspora judía (dispersión), se primera, segunda, tercera, etc., vista como un exilio total del pueblo, es solo un mito, por diversos aspectos, entre unos de los más importantes tenemos : 1.- Solo se tomaban como prisioneros o rehenes a las élites no a la población total, sin embargo estas diásporas son una autodenominación judía para lograr los propósitos sionistas (que no son los mismos de la ortodoxia religiosa) de su élite. 2.- Siempre se utilizan estos hechos históricos como estrategia de defensa contra la animadversión que cada determinado tiempo despiertan los judíos ( y es plausible para cualquier grupo, comunidad o nación), debido a sus condiciones especiales de riquezas, comodidad e influencia en los gobiernos de los países donde habitan, claro que esto se debe a su régimen especial de educación y unidad religiosa de este singular pueblo 3.- El Talmud como tal aparece hasta después del primer milenio D.C. así que tomarlo como fuente histórica 100% real es un error, no digo que todo sea falso sino que se toman hechos históricos para crear una narración patriótica y moralista ( eso es excelente pues el ser humano con sus limitaciones necesita estos paradigmas que motiven a la superación individual y comunitaria).4.- Al no reconocer a Jesucristo como Mesías los judíos se aferran a cualquier héroe de su pueblo para exaltarlo y así preparar el camino a lo que llaman el verdadero y esperado mesías, que como un Alejandro Magno,o un Napoleón los conduzca a la dominación mundial bajo el dictado de este personaje, he ahí que todo su acontecer y su autodenominación de «Pueblo escogido», lo dinamicen para que este milenario objetivo se logre, por lo que sabedores expertos y aplicadores de leyes económicas, sociales y políticas, paulatinamente vayan cumpliendo predicciones captadas por algunos de sus miembros egregios que son expresadas en profecías que apoyan su teleología particular : Reconstrucción del Templo de salomón, retorno de su mítica diáspora, control financiero, mediático, militar y político del mundo, etc…6.- Sin embargo siempre avanzan dos pasos y retroceden uno, por ejemplo actualmente se les escapa a su control Los llamados BRICS y países aliados, la Iglesia Católica, Los Chiitas musulmanes,y otras organizaciones menos importantes, aunque todas están infiltradas en algunos sectores, para lograr su dominación total, y cuando creen que están cerca de lograr sus metas algo sucede y gran parte de su castilo de naipes se les cae. ¡Qué haría el mundo actual sin esta dialéctica en que la parte más negativa del judaísmo (SIONISMO), se opone a fuerzas positivas de la sociedad y hace que se dinamice el acontecer histórico y resulte la pluripolarizacón de fuerzas, aunque en algunos momentos la balanza se inclina hacia un lado, pero tarde o temprano, hay una tendencia hacia el equilibrio!
(…régimen especial de educación y unidad religiosa de este singular pueblo), he aquí el secreto de la supervivencia histórica de Israel, ninguna otra nación, ningún país, pueblo o civilización que haya poblado la faz de la tierra, ha tenido tan fuertemente desarrollado este especial y «Divino» talento.
Espectacular articulo, muy buen trabajo. Muy detallado y bien contado; No es fácil contar la historia del pueblo judío ya que es muy extensa. Me sirvió de referencia para este artículo http://historiadel.com/pueblo-de-israel-y-judaismo/ asi que pienso integrar algunas ideas de este si me permiten.
Espero que les sea de utilidad.
saludos!
«control financiero, mediático, militar y político del mundo, etc…» Realmente no considero que los Judíos sean motivados por la ideología de conquista del mundo en estos aspectos». Desde mi humilde posición pienso que solo se trata de una nación que tiene raíces fuertes y solo busca su lugar en el mundo, su tierra, aquella que les fue concedida por Dios mediante promesa. Y que les ha sido arrebatada mas de una vez desde tiempos antiguos.
este comentario es chevere :v