El número 476 de la revista semanal Flight Magazine, del 7 de febrero de 1918, dedicaba un curioso artículo a los estudios que se estaban realizando sobre el comportamiento de determinados animales en la guerra, y la posibilidad de usarlos como centinelas o vigías que avisarían de posibles ataques aéreos con antelación. Tras distintas pruebas realizadas se constató que los pájaros eran, con mucho, los mejores centinelas. El artículo nos cuenta que habían comprobado que el chillido de los faisanes a menudo precede entre quince y treinta minutos al aproximamiento de un Zeppelin o de una aeronave.

Un buen ejemplo del agudo oído de los faisanes —explica el artículo— se dio durante el primer bombardeo de un Zeppelin en enero de 1915, cuando los faisanes chillaron a 35-40 millas de distancia del área en la que volaba el Zeppelin

loro-vigia

También estudiaron a los loros. Al comienzo de la Primera Guerra Mundial colocaron unos loros nada menos que en la Torre Eiffel para que avisaran con antelación de la aproximación de aviones enemigos. Los parisinos de vez en cuando miraban a la torre, que era visible desde casi cualquier punto en aquella época, y cuando los loros salían disparados garriendo, había que ponerse a cubierto. Parece ser que al principio lograban avisar, pero al final se tuvo que prescindir de ellos. Así lo explicaba Flight Magazine:

Al principio de la guerra se probó con loros en la Torre Eiffel, con el resultado que, al principio, dieron aviso veinte minutos antes de que el avión o aeronave pudiera ser distinguido por el ojo, o escuchado por el oído humano. Estos pájaros, sin embargo, parecieron pasar después al aburrimiento y a la indiferencia, por lo que no pudo mantenérseles indefinidamente en ese trabajo.

Se cuenta que otro de los motivos por el que se abandonó el proyecto era porque, como es obvio, los loros eran incapaces de distinguir entre aviones enemigos y aliados, creando confusión en la población parisina, que corría despavorida cada vez que los loros daban el aviso ¡aunque se tratara de aviones aliados!

Fuente: ¡Fuego a discreción!
Ilustración: Xurxo Vázquez