El 25 de agosto de 1939 los ministros de exteriores ruso, Molotov, y alemán, Ribbentrop, firman un pacto de no agresión. La sentencia de Polonia y el comienzo de la II Guerra Mundial estaban firmados. El 1 de septiembre, Alemania invade Polonia y dos días más tarde  el Reino Unido, Australia,  Nueva Zelanda, Francia, Sudáfrica y Canadá le declaran la guerra. A pesar de esta declaración, Hitler seguirá avanzando.

El Reino Unido está en guerra y aunque no ha intervenido activamente se comienzan a tomar medidas desde Londres. Temiendo los bombardeos de la Luftwaffe (fuerza aérea alemana) se establecen restricciones respecto al alumbrado; se prohibe encender cualquier tipo de luz por las noches, incluso llegando al extremo de ser arrestados por encender un cigarrillo en la calle. Al caer la noche la oscuridad invade las calles británicas y la única que se atreve a romper la prohibición es la luna.

A pesar de ello, la gente trata de llevar una vida «normal» con las limitaciones propias de la oscuridad. Caminar por las calles de convierte en una carrera de obstáculos (coches, farolas, bordillos, árboles…), los coches sin luces – incluso las del salpicadero – se esquivan unos a otros, los tranvias pasan a ser «el peligro silencioso», los accidentes de tráfico se incrementaron un 100% respecto al año anterior…

En los primeros 4 meses de «guerra», septiembre a diciembre de 1939, habían muerto 4.133 personas en suelo británico (tres cuartas partes peatones) y la Luftwaffe todavía no había lanzado ni una sola bomba.

Fuentes: Wartime – Juliet Gardiner, How We Drive, WW2