En medio del campo, en una lujosa casa de estilo clásico en Bletchley Park, el gobierno británico instaló en 1938 el Government Code and Cypher School (GC&CS), una sección de los servicios británicos de inteligencia cuya misión era descodificar y descifrar los mensajes secretos encriptados que utilizaban las potencias del Eje. Entre sus filas se podían encontrar lingüistas, campeones de ajedrez, expertos en crucigramas o papirología y profesores universitarios de Oxford y Cambridge. Pero el reclutamiento de analistas no siempre fue el más acertado. De hecho, con el biólogo marino Geoffrey Tandy metieron la pata.
Tandy trabajaba desde 1926 en el Museo de Historia Natural de Londres como cryptogamist, experto en el estudio de plantas criptógamas –que no tienen flores ni semillas- como los helechos, líquenes, musgos y algas marinas. Así que, a pesar de ser una autoridad en este campo, se extrañó cuando en 1939 miembros del servicios de inteligencia se pusieron en contacto con él para reclutarlo. No sabía en qué podría ayudar, pero él estaba dispuesto a hacer lo que fuese por su país. Aceptó y lo llevaron a Bletchley Park. Y allí se descubrió el error: el reclutador de turno había confundido cryptogramist, descifrador de códigos encriptados, con cryptogamist. Como todo lo que ocurría dentro de Bletchley Park estaba catalogado como «Top Secret», prefirieron dejarlo allí, aunque no hiciese nada, a que abandonase las instalaciones y pudiese cometer alguna indiscreción. Y así estuvo durante dos años, hasta que…en 1941 los aliados torpedearon un submarino alemán y lograron salvar algunos documentos importantes, incluyendo unas tablas de códigos de conversión necesarios para descifrar mensajes codificados a través de la máquina Enigma.
Como los alemanes no dejaban nada al azar, las tablas de códigos utilizadas por la Kriegsmarine (Marina alemana) se imprimían con tinta roja soluble en agua sobre papel rosa. Al contacto con el agua la tinta roja comenzaba a «desteñirse», y en poco tiempo el texto quedaba mimetizado con el resto del papel haciendo imposible su lectura. Por eso, era tan difícil conseguir uno de estos códigos legible. Y aquí es donde intervino Tandy. Con años de experiencia científica preservando y preparando especímenes de plantas húmedas, como las algas marinas, sabía exactamente qué hacer para secar y recuperar las tablas de códigos.
Gracias a Tandy consiguieron recuperar la información de las tablas de códigos que fue fundamental para que Alan Turing y el resto de cryptogramist descifrasen los códigos producidos por la máquina criptográfica del ejército alemán llamada Enigma y, de esta forma, acelerar considerablemente el final de la Segunda Guerra Mundial.
Fuentes e imágenes: Natural History Museum, Bletchley Park, Crypto Museum
Excelente y fundamental trabajo de Tandy, gracias a que era Biólogo.
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Muy bueno. Es un buen ejemplo de que todo el mundo tiene algo que aportar…incluso aquellos de los que menos se espera.
Excelente relato. Muchas gracias