En muchas ocasiones la historia nos da un baño de realidad cuando creemos que la sociedad actual es la responsable del reconocimiento de algunos derechos o pionera de ciertos logros sociales, cuando la realidad es que se recuperan derechos ya adquiridos en el pasado y que el paso del tiempo los ha hecho caer en el olvido o, peor aún, han sido debidamente «olvidados» por el interés de algunos. Por ejemplo, el día de la mujer trabajadora, ya reconocido en Sumeria, o los matrimonios civiles entre personas del mismo sexo, en este caso hombres, durante la Edad Media -todavía una utopía en muchos países en pleno siglo XXI-.

Uniones civiles homosexuales

Durante la Edad Media se acuñó el término affrèrement, en Francia, y brotherment, en Inglaterra, para hacer referencia a la unión civil de dos hombres. Mediante un contrato legal, dos hombres se comprometían a vivir juntos y compartir «el pan, el vino y el dinero«. Y aunque el modelo de esta nueva «unidad familiar» era el de dos hermanos que heredaban las propiedades de sus padres y que decidían seguir viviendo juntos, tal y como habían hecho desde niños, compartiendo sus posesiones, el affrèrement/brotherment también fue utilizado por hombres sin ninguna relación de parentesco. Al igual que cualquier otro tipo de contrato legal, debía ser jurado y ratificado ante un «notario» y era necesaria la presencia de testigos, normalmente amigos de las partes contratantes. Bajo dicha figura jurídica, las posesiones de ambos pasaban a ser de propiedad conjunta y, en caso de fallecimiento de una de las partes, el sobreviviente se convertía en su heredero legal.

Parece lógico pensar que los hermanos solteros, y sin intención de contraer matrimonio, utilizasen esta unión civil, pero también que las parejas de homosexuales se sirviesen de esta especie de matrimonio civil para «legalizar» su situación y casi normalizar una relación otrora platónico o furtiva. Lamentablemente, y como ha ocurrido en demasiadas ocasiones a lo largo de la historia, no existen contratos de este tipo que hagan relación a la unión de dos mujeres.

Otros, como el historiador de la Universidad de Yale John Boswell en su libro Uniones del mismo sexo en la Europa premoderna, van más allá y documentan registros de ceremonias de la Iglesia donde se unieron a dos hombres mediante los mismos rituales que los matrimonios heterosexuales.

Sergio y Baco

Sergio y Baco (mártires, amigos y…)

Durante la investigación para la documentación del libro, Boswell consiguió recopilar más de 60 textos, datados entre los siglos VIII y XVI y repartidos por todo el mundo, de ceremonias cristianas para «la unión entre personas del mismo sexo«. Según Boswell, la Iglesia replanteó la idea del matrimonio en el siglo XIII como una institución cuyo fin era la procreación. De esta forma, se cerró la puerta a los matrimonios homosexuales y los eruditos de la Iglesia y los funcionarios pusieron a trabajar la maquinaria del olvido para justificar este nuevo enfoque… y hacer desaparecer de la historia este tipo de matrimonios.

Fuentes: Science Daily, The New Yor Times