Antiguamente las abuelas solían decir que, para triunfar en la vida, tenías que estudiar para notario, perito agrónomo, médico o arquitecto. En la antigüedad, no era habitual que un monarca o un gobernante se interesaran por oficios determinados, aunque fuesen prestigiosos. Era mucho más divertido pasarse el rato estudiando anatomía con la concubina o economía con el recaudador de impuestos. En la ciudad sumeria de Lagash hace 4.100 años, encontramos a Gudea, un mandatario anómalo que gustaba de practicar una actividad diferente a la de reinar.
No hemos encontrado textos de él jactándose de campañas o victorias militares. Tampoco utilizó el título de rey, sino el de gobernador (Ensi). Se han conservado varias estatuas suyas en las que no va vestido como un guerrero, sino como un funcionario piadoso o como un amable padre de una familia acomodada. En sus tiempos, en pleno renacimiento sumerio, parece que Lagash se convirtió en la ciudad dominante o, por lo menos, en una ciudad muy influyente. No se sabe si era independiente de la pujante Ur, pero en todo caso debió pesar bastante entre los dos ríos. Tal vez, su riqueza se debía a estar situada en plena ruta de caravanas. Gudea usó esa riqueza para llenar de edificios la ciudad de Lagash, e incluso hizo donaciones a templos de otras ciudades.
En una de sus estatuas, la que se conoce como Estatua B, aparece sentado y con un texto escrito en el kaunake. Si nos fijáramos más en el regazo de la estatua, veríamos algo singular: una tablilla, un estilo y una regla. Y en la tablilla se ven los planos en forma de alzado de un edificio. Se trata de los de su propio palacio. ¿Fue él quien lo diseñó? Pues parece ser que sí. Un gobernante mesopotámico no acostumbraría a representarse de esa guisa si no hubiera una importante razón de por medio. Y esa razón la encontramos en dos cilindros de piedra donde se recoge su autobiografía. En ellos cuenta Gudea que tuvo un sueño en el que los dioses le enseñaron el plano de un templo, así como la posición de los astros que indicaban el día en que debían iniciarse las obras. Construyó ese templo por consejo de su madre, una sacerdotisa. Se trata del Templo de Ningirsu de Lagash, el Eninnu, en cuyo clavo fundacional se recoge la frase “…realizó (Gudea) lo que debía hacerse…”. Frase muy significativa si la relacionamos con el sueño de su autobiografía.
Tras ello, construyó numerosos edificios y obras públicas. Y entre ellas está su propio palacio, cuyos restos coinciden con el plano que observamos en el regazo de su estatua. No sabemos si ese sueño fue el que le hizo descubrir el gusto por diseñar edificios, pero en todo caso, sus contemporáneos disfrutaron de una explosión de actividad constructora, embelleciéndose las ciudades como hacía 200 años que no sucedía. Su amor por la arquitectura llegó hasta tal punto, que adoptó la costumbre de nombrar los distintos años de su mandato usando como evento el inicio de una construcción, en vez de una guerra o un desastre natural, como hacían otros gobernantes.
Podríamos decir, por tanto, que su éxito como arquitecto y gobernante demuestra que a las abuelas (*), y a las madres, y más si son sacerdotisas, casi siempre hay que hacerles caso.
(*) Curiosidad lingüística: En sumerio “abuela” se dice “ummi-ummi” (madre de mi madre).
Colaboración de Joshua BedwyR autor de En un mundo azul oscuro
Información Bitacoras.com
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Una profesión equivocada. Pasa algunas veces en la historia. Alfonso X el Sabio era feliz entre traductores y libros. A Nicolás II tampoco le gustaba ser zar. Lo que desconozco es en qué otra ocupación hubiera sido feliz.
Un saludo.
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En vasco a la abuela le decimos «amama», que también es «madre de mi madre»
Interesantísimo articulo, solamente un matiz sin importancia, si me lo permites, no se trata de un alzado, si no de una planta. Deformación profesional, sorry.
A este le dio por construir Palacios a otros por hacer guerras a un tercero a correr por medio mundo detrás de la Corina de turno sencillamente una rémora
[…] >> extraído de: http://historiasdelahistoria.com/2015/03/16/gudea-un-rey-metido-a-arquitecto […]
Gudea no fue exactamente rey, su título fue el de «patesi», que viene a ser gobernante. Rey es una palabra derivada del ario o indo-ario: raj, y no era utilizada por las razas semitas ni camitas. Y menos en aquella remota antigüedad en la que todavía no se habían establecido las relaciones políticos sociales que llevaron a ciertos gobernantes a ser ddeclarados como «reyes», concepto más moderno de lo que se suele pensar.