Aunque durante la Primera Guerra Mundial los bombardeos aéreos apenas tuvieron importancia en el desarrollo de la contienda, se podrían reseñar los bombardeos de Londres por los Zeppelines alemanes, en París debieron pensar que mejor curarse en salud. Ante la posibilidad de futuros ataques aéreos de los alemanes, decidieron construir una réplica de París como señuelo.

Iuminado daba la ilusión de un tren en movimiento

En 1918, cuando la Primera Guerra Mundial llegaba a su fin, se localizó una zona idónea para construir el señuelo en la periferia Norte de París, a unos 25 Km, en el bosque de Saint-Germain por el que, además, el tramo del río Sena que lo atravesaba era parecido al de la capital. Para darle más realismo en el proyecto figuraban réplicas en madera de edificios emblemáticos (como la estación Norte del ferrocarril, Gare du Nord), monumentos singulares (Arco del Triunfo), vías férreas falsas, la recreación de suburbios industriales y barrios como Saint-Denis o Aubervilliers.

Este señuelo estaba destinado para soportar los posibles bombardeos nocturnos, ya que durante la noche, y debido a que todavía no existía el radar, la única forma de localizar objetivos era la visión de los pilotos. Así que, había que dotar a la segunda Ciudad de la Luz, de eso… de luz y de color para engañar al enemigo. Gracias a la financiación privada se contrató al ingeniero eléctrico Fernand Jacopozzi. Con juegos de luces la ciudad cobraría vida, en las industrias parecería que se trabajaba, los trenes circularían… Al final de la guerra, y como recompensa por los servicios prestados, a Jacopozzi se le encargó la iluminación de la Torre Eiffel. Afortunadamente no hubo ocasión de probar la eficacia del segundo París… la guerra terminó y con ella el proyecto.

Sólo la zona Norte marcada con A2 llegó a construirse

Fuentes e imágenes: Metro, Daily Mail,