Semíramis era muy guapa o, por lo menos, eso aseguraban su abuela y  Diodoro de Sicilia, el historiador griego del siglo I. Por si fuera poco, fue una de las reinas más fascinantes de la historia. Bueno, para ser francos, la mayor parte de lo que se sabe de ella son leyendas. Cuando Diodoro de Sicilia nos contó su vida y milagros, añadió demasiados elementos increíbles a la narración. Así, por ejemplo, la convierte en hija de una diosa. Otros elementos de su biografía son más creíbles, sobre todo teniendo en cuenta que hoy en día se piensa que la bella Semíramis pudo haber sido la asiria Sammuramat, esposa de Shanshi-Adad V. Al igual que la reina mítica, fue regente en la juventud de su hijo, un caso raro en la historia de Asiria, y se le reconocen hechos históricos importantes, como el inicio de las obras del zigurat de Babilonia y sus jardines colgantes.

Jardines colgantes

En la leyenda de Diodoro de Sicilia la muchacha es guapísima, como hemos dicho, llena de virtudes e imaginativa. Su ascenso en la vida es meteórico, y va pasando de ser una niña abandonada a casarse con un funcionario real y, más tarde, a convertirse en la esposa del rey, y no solamente usando sus encantos femeninos, sino una excepcional inteligencia que le permite ayudar a ganar una batalla. Con el tiempo llegará a regente, tras divorciarse por la rápida de su media naranja (le hizo quitar de en medio, aunque el método no está muy claro), acabó convertida en monarca absoluta del Imperio Asirio. Ya en el trono, la describe como una gran constructora de caminos, palacios, jardines y fortalezas, lo que tal vez tenga su origen en la verdadera Sammuramat y su programa de obras públicas. Incluso, se le reconoce como una diseñadora de moda exitosa pues, por lo visto, habría sido ella la que inventó un estilo que unía prendas masculinas y femeninas, y que llegaría a ser el habitual en el Imperio Asirio.

Elementos legendarios y reales aparte, y obviando la típica serie de batallas, conjuras palaciegas y puñaladas por la espalda que son habituales en las biografías míticas, uno de los hechos que más nos llama la atención es que Semíramis fuera capaz de acabar con revueltas urbanas sin mucho esfuerzo. Por lo visto, en cierta ocasión, y posiblemente por culpa del exagerado programa de obras públicas que habría endeudado al erario, el pueblo de Babilonia decidió echarse a la calle. El levantamiento, según Diodoro, se inició con los primeros rayos del sol, y los ciudadanos furiosos llegaron hasta el Palacio Real entrando en los patios y enfrentándose a la guardia. La reina, que acababa de levantarse y estaba siendo peinada por sus criadas, se asomó al balcón. Ahora imaginemos la escena, que es digna de una película de Hollywood. En el patio tenemos a cientos de extras repartiéndose tortas unos a otros, y de improviso la reina sale al balcón apenas vestida con un camisón semitransparente que deja muy poco a la imaginación (puede rellenarse el camisón con la actriz que se desee, pero a mi me viene a la cabeza Irina Shayk en Hércules o Angelina Jolie en Alejandro Magno). La multitud, atónita, se queda un rato mirando completamente embobada y luego, sin pedir siquiera disculpas a los pobres guardias de corps que van a gastarse una fortuna en tiritas, vendas, betadine y árnica, se largan de vuelta a la ciudad. Los unos a recuperar el sueño perdido y, los otros, posiblemente, a buscar alguna taberna abierta donde describirle a los parroquianos el espectáculo con todo lujo de detalles anatómicos. ¿Y la reina? Semíramis, tras comprobar que la cosa había terminado, se volvió a meter en sus aposentos y, sin inmutarse, siguió tratando sus asuntos con la peluquera.

Angelina Jolie

No hay duda de que la moza debía ser guapa. Pero yo me pregunto, sobre todo en estos tiempos de manifestaciones y leyes mordaza: ¿habría hoy día algún político/a capaz de acabar con una revuelta de forma tan glamurosa? Tras considerar el asunto un buen rato… me temo, por desgracia, que va a ser que no.

Colaboración de Joshua BedwyR