Tras la declaración de guerra de EEUU contra Japón en 1941, el gobierno de Franklin D. Roosevelt decretó el traslado e internamiento de los japoneses residentes en los EEUU – incluso de segunda y tercera generación, nisei y sansei respectivamente, con la ciudadanía estadounidense – en campos de reasentamiento. La sospecha de que el ataque a Pearl Harbor había recibido la ayuda de japoneses residentes en EEUU y el miedo a que los ciudadanos de origen japonés actuasen como quinta columna, justificó la creación de estos campos. En 1942, la War Relocation Authority, el organismo responsable de la detención y el traslado, había construido diez campos en siete estados y transferido a ellos más de 100.000 personas. Paralelamente a la ley de internamiento, el Departamento de Guerra emitió una orden para que se licenciase a todos los soldados de ascendencia japonesa del servicio activo. Como en Hawai los ciudadanos de origen japonés suponían más de un tercio de la población total, la medida de internamiento no tuvo la misma rigurosidad que en el continente y unos cientos quedaron en la Guardia Nacional de Hawai. Este pequeño grupo fue trasladado a un campamento del continente y allí tuvo que superar cientos de pruebas, demostrar su valía y jurar morir por los EEUU. Veinticinco de ellos fueron traslados a Cat Island (Isla del Gato), en el Golfo de México, para cumplir una misión secreta
En noviembre de 1942 se instaló en Cat Island un campo de entrenamiento para los perros del Corps K-9 (Cuerpo de perros de las Fuerzas Armadas estadounidenses creado en 1942). A diferencia de otros campos de entrenamiento donde se adiestraba a los perros para ser utilizados en labores de vigilancia, rastreo o como mensajeros, en Cat Island se entrenaron para ser perros de ataque contra los japoneses. Esta «brillante» idea la tuvo un refugiado suizo llamado William A. Prestre que aseguraba que podía adiestrar a los perros para que atacasen sólo a los japoneses -según el adiestrador los japoneses tenían un olor distinto que los perros podían reconocer- y parece ser que el Ejército le creyó. Además, la elección de Cat Island para establecer el campo de entrenamiento no fue una casualidad, en ella se recreaban las condiciones climatológicas y de vegetación de los cientos de islas japonesas del Pacífico.
El descabellado plan -la versión canina de Normandía- consistía en un desembarco en las playas japonesas en el que primero se lanzaría a los galgos que por su rapidez deberían acabar con los nidos de ametralladoras y morteros, después con perros tipo pastor alemán que provocarían el caos entre las filas niponas y, por último, una remesa de perros grandes como el gran danés o el alano que provocarían gran mortandad. Más tarde, los marines sólo tendrían que rematar la faena. Según William Preste, necesitaría entre 30.000 y 40.000 perros para poder completar su plan.
Cuando se preparó el campo y se envió la primera remesa de perros, Preste, ayudado por varios soldados, comenzó la primera etapa de su plan: aumentar su agresividad. Completada la primera etapa, comenzaba el reto más difícil… que distinguiesen a los japoneses y sólo les atacasen a ellos. Y aquí es donde toman protagonismo los 25 nisei que habíamos dejado a un lado en el primer párrafo. Como se hacían poco prisioneros de guerra nipones, se decidió tirar de los que tenían en sus propias filas; así que, vistieron a estos 25 soldados/cobayas con el uniforme de Ejército japonés y durante tres meses fueron la carnaza para los perros. Ray Nosaka, uno de los 25 «voluntarios», cuenta que, aunque llevaban protecciones, muchas veces eran mordidos por los perros; en otras ocasiones, se escondían y los perros debían encontrarlos.
Tras varios meses de entrenamiento, los oficiales le pidieron a Preste que preparase una demostración para ver el resultado de su entrenamiento. Lógicamente, los perros se mostraron incapaces de distinguir a los solados de origen japonés del resto. Le dieron una segunda oportunidad y, tras otros estrepitoso fracaso, el 2 de febrero de 1943 despidieron a aquel farsante y cancelaron el proyecto de invasión canina. La 828 th Signal Pigeon Replacement Company (de palomas mensajeras) se trasladó a la isla y los 400 perros que habían sufrido aquel brutal entrenamiento/castigo fueron reeducados para servir como perros portadores de arneses en los que transportar a las palomas.
Fuentes e imágenes: The secret dog Army of Cat Island, Cat Island History,
[…] Cuando EEUU planeó invadir Japón con perros en la II Guerra Mundial […]
[…] Cuando EEUU planeó invadir Japón con perros en la II Guerra Mundial […]
Información Bitacoras.com
Valora en Bitacoras.com: TweetTras la declaración de guerra de EEUU contra Japón en 1941, el gobierno de Franklin D. Roosevelt decretó el traslado e internamiento de los japoneses residentes en los EEUU – incluso de segunda y tercera generación…
vaya tela y cuanto cuento le echan algunos este suizo es un ejemplo, seguro que saco pasta mientras tanto
Y es que en las guerras todo vale.
Un saludo.
Este es un ejemplo en el que se demuestra que el racismo durante la segunda guerra mundial no solo se dio en las potencias del Eje. El suizo timador se aprovecho del prejuicio de los oficiales estadounidenses hacía los japoneses para sacar un buen botín.
Además, aun asumiendo la tesis del olor en condiciones de estrés el comportamiento de los perros sería impredecible. Bajo una ensalada de tiros y explosiones lo primero que harían los perros serían buscar refugio y esconderse. Lo se por experiencia. Mis padres tienen perros de caza en su casa. En el campo un disparo los pone en alerta ante la posibilidad de una pieza pero cuando son muchos a la vez se asustan aun cuando están acostumbrados a escuchar detonaciones de escopeta. Cuando lo que hay cerca son fuegos artificiales o petardos se esconden en su caseta con miedo hasta el punto de que alguien tiene que estar con ellos para que se tranquilicen. Mi teoría es que el ruido les resulta desagradable al tener un oído más sensible que el nuestro.
[…] » noticia original […]
Lo que aprendo de esta historia, es que el miedo a desconocido y la ignorancia (la bese del racismo y xenofobia) , crean situaciones surrealistas, ya no solo en tiempos de guerra, sino en el día a día.
[…] Seguir leyendo artículo original en la fuente, http://historiasdelahistoria.com/2013/11/18/cuando-eeuu-planeo-invadir-japon-con-perros-en-la-ii-gue… […]
El problema de ese plan de ataque canino, no es enseñar a los perros a diferenciar a los japoneses. Tampoco seria necesario, ya que en la invasión canina solo habra japoneses.
El problema es convertir a los perros en asesinos.
Por no hablar que las complicaciones logísticas de entrenar, transportar y soltar en las playas a 30.000 perros sin duda serian mas complejas que llevar soldados humanos.
Ya lo decía Diógenes «Cuanto más conozco a los hombres más quiero a mi perro» 😉
Un abrazo.
[…] >> extraído de: http://historiasdelahistoria.com/2013/11/18/cuando-eeuu-planeo-invadir-japon-con-perros-en-la-ii-gue… […]
[…] poco os contaba la historia de Cat Island (Isla del Gato), donde los estadounidenses entrenaban perros para invadir Japón, hoy hablamos de los que participaron en el desembarco de Normandía… los perros […]
[…] poco os contaba la historia de Cat Island (Isla del Gato), donde los estadounidenses entrenaban perros para invadir Japón, hoy hablamos de los que participaron en el desembarco de Normandía… los perros paracaidistas […]
[…] poco os contaba la historia de Cat Island (Isla del Gato), donde los estadounidenses entrenaban perros para invadir Japón, hoy hablamos de los que participaron en el desembarco de Normandía… los perros […]