El 28 de marzo de 1912, el eminente bacteriólogo e inmunólogo británico Almroth Wright – también llamado Sir Almost Right (Sir Casi Correcto) por los polémicos enfoques de sus estudios – escribió una carta publicada por The Times en la que sostenía que las mujeres no deberían poder votar, y de hecho deberían mantenerse alejadas de la política, debido a supuestas deficiencias psicológicas y fisiológicas. Lógicamente, aquella carta provocó indignación y un aluvión de cartas dirigidas al periódico. De entre todas, destacó una con el título One of the Doomed (Una de las condenadas) escrita por CSC… detrás de estas iniciales estaba Clementine Spencer-Churchill, la esposa del futuro Primer Ministro del Reino Unido Winston Churchill.

Winston y Clementine poco antes de casarse

La carta en cuestión:

30 de marzo de 1912.
Para el editor de The Times.
Señor,
Tras leer la ingeniosa y sesuda exposición de Sir Almroth Wright sobre las mujeres tal y como él las conoce, la cuestión parece no ser si deberían votar las mujeres, sino si no sería mejor eliminarlas por completo. He quedado tan impresionada por la disquisición de Sir Almroth Wright, apoyada como está por tanta experiencia científica y personal, que he llegado a la conclusión de que se debería poner fin a las mujeres.

Aprendemos de él que se desequilibran en su juventud, que de vez en cuando sufren de hipersensibilidad y sinrazón, y que su presencia molesta e irrita a los hombres en su vida y en sus actividades diarias. Si inician una actividad profesional, la tosquedad de sus mentes las convierte en socias indeseables para sus colegas masculinos. Durante su vida sufren graves y continuados desórdenes mentales y, si bien no es locura, muchas de ellas tienen que ser encerradas.

Siendo esto así, ¿cuánto mejor y más feliz no sería el mundo si simplemente se pudiera eliminar a las mujeres? Es aquí donde miramos a los grandes científicos ¿Es realmente un caso desahuciado? Sin duda las mujeres han debido de tener algún tipo de utilidad en el pasado, de lo contrario, ¿cómo podría esa detestable tribu haber sido tolerada hasta ahora? Pero, ¿podemos asegurar que serán indispensables en el futuro? ¿No puede la ciencia darnos alguna seguridad, o al menos un ápice de esperanza de que estamos en vísperas del descubrimiento más grande de todos, es decir, cómo mantener una raza masculina con medios puramente científicos? […]

Obedientemente suya,
C.S.C.
(«Una de las condenadas”)

Fuentes: Clementine Churchill: the biography of a marriage; Letters of Note