Hasta hace unos años si alguien me hubiese preguntado sobre Malta sólo le hubiese dicho que era un pequeña isla-estado en el Mediterráneo en la que situaba a los Caballeros Hospitalarios de San Juan o la Orden de Malta y que España le ganó 12-1… bueno, y que el portero era un tal Bonello (o algo así). Pero el destino quiso que en el año 2005 recorriese durante una semana Malta – incluidas Gozo y Comino – y descubriese este país mezcolanza de diferentes culturas y en el que los aficionados a la Historia pueden disfrutar. A finales de junio llegó a mis manos, gracias a Vía Magna, el libro «La Epopeya del Gran Sitio de Malta» de James Jackson, experto en seguridad y defensa militar.
La trama de la novela está basada en el asedio al que fue sometida la isla de Malta (con los caballeros hospitalarios a la cabeza) en 1565 por el imperio otomano. La primera sorpresa al comenzar a leer la novela llega en las primeras páginas, la preparación del ejército de Solimán «el Magnífico» y la puesta en marcha sólo abarca unas 50 páginas, el resto, hasta completar las 446, recrean los casi cuatro meses que duró el sitio. No es de extrañar que James Jackson sea un experto en seguridad y defensa militar, pues a lo largo de toda la novela nos muestra su conocimiento en este terreno: tanto en las estrategias y los ofensivas turcas como en la defensa de los malteses.
La insistencia del imperio otomano por el control de Malta tiene su explicación en su situación estratégica en el Mediterráneo, así como en el exterminio de la Orden Hospitalaria de los Caballeros de San Juan establecidos en Malta – cedida por el emperador Carlos I – tras su expulsión de Rodas.
El poderoso ejército del Solimán, con Mustafá Pasha y el almirante Piali a la cabeza, y la colaboración del pirata Dragut contra los fuertes de Malta custodiados por unos cientos de caballeros, la población maltesa y algún que otro protagonista sin oficio ni beneficio (como Christian Hardy). Apoyados, los unos, en los temibles jenízaros, arcabuceros, cañones de todos los calibres, la gran flota turca, el miedo al fracaso frente al poderoso Solimán y llevados por la voluntad de Alá; los otros, en la Orden con el Gran Maestre la Valette (por el que se le dió el nombre a la capital) como cabeza visible de la resistencia, en la fé cristiana y en los héroes casi anónimos de todas las batallas. Si a todo esto le unimos una historia de amor, la amistad, la traición, el sacrificio, el ingenio, la Historia con mayúsculas y una balanza, que caprichosa, se inclina hacia un lado u otro, el resultado es una novela tan bien escrita y detallada que si alguna vez tienes la suerte de visitar Malta,  podrás recrear el Gran Sitio cuando recorras los muros de San Telmo o San Miguel, las calles de Mdina o Birgú y cualquier reflejo a tu espalda podrá ser el brillo de una cimitarra empuñada por un jenízaro dispuesto a… quieto Javier, que te emocionas.
El autor se dedica a explotar los tópicos sobre los españoles (Inquisición) y a hacer un mal retrato de la situación internacional de la época, ocultando datos y recargando contera España.
1. Primera. No dice explícitamente que Malta había sido una donación hecha por Carlos I de España y V de Alemania a los Hospitalarios tras la caída de Rodas, se le escapa en un pasaje como de manera forzada.
2. Insiste en culpar a los españoles la carencia de tropas en Malta, pero entonces, ¿que hacían los cuatro mil soldados españoles, que eran la mitad de la fuerza presente en Malta?.
Hay que tener en cuenta que cuatro mil soldados constituían la tropa de dos tercios reforzados (solían ser unos mil quinientos) y que la guarnición permanente de Italia era de unos cuatro tercios, de ellos uno de Mar, que se utilizaban también para organizar los que se enviaban, por lo que se llamó el Camino Español, a Flandes. Hay que esperar al S XVIII para que aparezcan las grandes masas de maniobra, con ejércitos de 20.000 hombres. En el XVI, en una batalla no intervenían ni diez mil soldados entre los dos bandos en liza.
Y el Jackson venga a decir que García de Toledo no quería enviarles tropas de refuerzo. ¿Y como se defendían Nápoles y Sicilia si los turcos decidían desembarcar allí?. Y eso era tan probable como el ataque a Malta.
3. En un pasaje se le vuelve a escapar un dato: Dice que García de Toledo había enviado a su hijo, fallecido en el asedio, como rehén a Malta. Pero bueno, este tío toma por tontos a sus lectores y cree que no piensan. Bueno, a lo mejor el autor en el original no quiso decir rehén, sino “en prenda de su ayuda”, pero ya sabemos lo de “traductor, traidor”. De todas las maneras, la tendencia se le nota.
4. Dice que el Papa, España y Francia no se ponían de acuerdo para la ayuda. Pero hasta al final, cuando ya se descubre al “traidor”, no menciona la alianza de Francia con el Turco, pero sin darlo importancia y presentando la acción del traidor como una cosa particular y no como organizada por el Rey de Francia.
Y no dice que los franceses habían cedido el puerto de Tolón a los piratas berberiscos como base de sus correrías contra la costa española.
Resumiendo, un bodrio histórico.
Se agradece mucho que haya gente capaz de hacer una crítica real de un libro, que no todo sean alabanzas que hacen que el futuro lector se cree unas expectativas que posteriormente no se cumplen ni por asomo. Gracias de nuevo por tu aportación.
Me sumo a la opinión del anterior comentario, no todo puede ser laurear a los artistas, aunque sí está bien que se les reconozca su trabajo, porque tiene mucho mérito y necesitamos mejorar día a día nuestro acerbo cultural.
Se agradece mucho que haya gente capaz de ejecutar una crítica real de un portafolio, que no todo sean lisonjas que hacen que el futuro disertante se cree unas salidas que luego no se cumplen siquiera por ribete. Gracias de nuevo por tu ayuda.