Japón ha dado grandes inventos al mundo: el tren bala, los sudoku, los fideos instantáneos, el karaoke… El harakiri, truculento ritual mediante el cual los antiguos samuráis se rajaban las entrañas para suicidarse, es otra de esas aportaciones genuinamente japonesas a la cultura universal. Estrictamente hablando, eso de destriparse a espadazo limpio tampoco es tan japonés como pueda pensarse. Los centuriones romanos ya se quitaban discretamente de en medio, dejándose caer tripa abajo sobre su herreruza cuando eran derrotados en batalla. Los guerreros íberos hacían otro tanto (la famosa “devotio ibérica”). Pero es innegable que los japoneses de antaño supieron darle al macabro y pringoso asunto del suicidio un toque de distinción.
Las razones que podían empujar a un samurái a hacerse el seppuku (término más correcto que el vulgar «harakiri«) eran muy diversas. Podía ser un modo de aplicar la pena capital a un reo, una alternativa para salvar el honor ante una derrota, o incluso una forma de protesta. Pero uno no podía hacerse el seppuku de cualquier manera. Había una serie de reglas y protocolos que, en la medida en que la situación lo permitiese, era preciso observar para marcharse de este mundo con estilo. Veamos en qué consiste la perfecta etiqueta para un suicidio ejemplar.
1. La indumentaria
Solo los samuráis podían hacerse el seppuku, y para un samurái el momento culminante de su vida es, precisamente, el de la muerte. Para irse al otro barrio con el debido decoro, hay que hacerlo ataviado con las mejores galas. En este caso, un kimono de ceremonia, que vendría a significar más o menos lo que para nosotros sería suicidarse de esmoquin. El color queda a gusto del consumidor, pero es preferible el blanco. Huelga decir que el sujeto, llamémoslo “suicidante”, debe presentarse debidamente peinado y aseado.
2. El lugar
El seppuku puede practicarse en cualquier sitio, según lo dicten las circunstancias, pero los lugares más recomendables son las dependencias de un templo, la propia casa o la celda donde uno se halle recluido. Los samuráis de alto rango pueden optar por hacerlo al aire libre, en algún patio o jardincillo acondicionado a tal efecto, mientras que los de condición más humilde, por regla general, procederán a destriparse en habitaciones interiores. No se necesitan grandes preparativos. Basta con una sencilla tarima, sobre la que el suicidante se colocará para ejecutar la faena, y un pequeño cesto (u hoyo en el suelo) para recoger su cabeza una vez debidamente cercenada. A partir de ahí, según el rango social del suicidante, pueden añadirse más elementos y decorar el espacio con cortinajes (siempre blancos), pasarelas, esteras de tatami, etc. Es preferible que la iluminación sea más bien tenue, para hacer el espectáculo un poco menos desagradable a los asistentes a la ceremonia. También es buena idea poner a quemar cantidades generosas de incienso, para disimular en lo posible el hedor a vísceras e higadillos.
3. El poema de despedida
El ritual del seppuku se realiza en el más estricto silencio, no hay lugar para que el suicidante pronuncie sus últimas palabras. Pero siempre tiene la opción de dejarlas por escrito, lo que se considera un gesto de gran elegancia. Un epitafio de lo más estiloso antes de partir al más allá. Algunos de los versos más sublimes de la literatura japonesa se han escrito, precisamente, como poemas de despedida.
4. Los testigos
Todo suicidio que se precie debe contar con la presencia de testigos que den fe de que el suicidante ha quedado bien muerto tras el proceso. Se espera de ellos que acudan a la cita vestidos de rigurosa etiqueta.
5. El asistente
Abrirse las entrañas es un asunto doloroso. Por mucho temple que tenga uno, es muy posible que el dolor acabe haciéndole perder los papeles. No queremos afear tan sublime del momento dando el espectáculo, así que, para ahorrar sufrimientos innecesarios al suicidante y evitar mayores engorros, todo seppuku que se precie debe contar con la figura del asistente, también llamado kaishaku. Su tarea consiste en cortar la cabeza de un tajo limpio al sujeto una vez este ha terminado de eviscerarse (más sobre esto en el punto 9). El asistente suele ser alguien elegido por el suicidante, generalmente un amigo, aunque en caso necesario también se puede contar con un kaishaku de oficio. Si bien de todo samurái se espera cierta destreza con la espada, es preferible asegurarse de que el asistente tenga buena mano, ya que decapitar a un hombre no es tarea precisamente fácil.
6.La herramienta
En vez de la espada larga, la famosa katana, poco manejable para estos menesteres, lo ideal es usar la espada corta, llamada kodachi o wakizashi. También se puede usar una daga, llamada tanto. Evidentemente, conviene que esté debidamente afilada. Para mayor refinamiento y belleza estética, la espada ha de presentarse con la hoja desnuda, sin guardamanos ni empuñadura, sobre una bandeja de madera. Antes de entrar en faena, el suicidante envolverá la hoja en un trozo de papel o de tela para no cortarse la mano al empuñarla.
7. La postura
El suicidante se posiciona sentado en suelo (al modo japonés) sobre un pequeño estrado o tarima, a la vista de los testigos. Frente a él, al alcance de su mano, se coloca la espada a utilizar en el seppuku. El asistente, por su parte, permanecerá de pie detrás suyo en todo momento, listo para actuar cuando sea necesario. Antes de empezar con la carnicería, el suicidante saluda a los testigos con una reverencia. Ante todo, es importante mantener las formas. Una vez concluidas las salutaciones, se despoja de la parte superior del kimono y se queda con el torso al descubierto, para que la hoja penetre más fácilmente en la carne.
8.El corte
Llegamos al meollo del asunto, al seppuku en sí. La palabra «seppuku», igual que su sinónimo vulgar «harakiri», significa «rajar la tripa» en japonés. Y eso es es exactamente lo que hay que hacer. Se coge la espada y se la clava uno en el bajo vientre; una vez hundida la punta en la barriga, se tira de la hoja para rasgar la carne. Para hacer más fuerza, es recomendable asir el acero con ambas manos. Lo habitual es sajar en sentido horizontal, de izquierda a derecha. Cuanto más largo y profundo sea el corte, mejor. Si quedan arrestos suficientes, se puede dar un segundo tajo, en dirección vertical, para quedar como un señor. Este seppuku en dos cortes, en forma de L o de cruz, es el más habitual (ver imagen adjunta). Pero, en realidad, llegados a este punto no hay reglas estrictas. Da igual el número o dirección de las cuchilladas, el caso es rajarse bien rajado. El seppuku es un asunto de honor, en el que uno ha de demostrar su hombría, así que cuantos más tajos se dé, mejor. Hay registros de samuráis que llegaron a abrirse en canal de arriba abajo, y otros se daban hasta tres y cuatro cortes antes de estirar definitivamente la pata. Las posibilidades son infinitas.
9. El golpe de gracia
El instante preciso en que darle la puntilla al suicidante es un asunto delicado. El “timing”, en última instancia, queda a entera discreción del asistente. En algunos casos, para evitar sufrimientos, el kaishaku se realiza en cuanto el suicidante hace el ademán de coger la espada, sin darle siquiera tiempo a clavársela en el vientre. Pero lo habitual es esperar a que haya terminado con los cortes y aguardar al momento justo en que empiecen a fallarle las fuerzas. Por la cuenta que le tiene, es de agradecer que el suicidante coopere dejándose caer levemente hacia delante, estirando el pescuezo, para que el asistente tenga un mejor ángulo de corte. En caso de no tener a mano ningún asistente, el sujeto puede guardar sus últimas fuerzas (si es que le quedan) para darse un tajo en el cuello que acabe con su agonía.
10. Recogida y cierre
Una vez el sujeto está debidamente eviscerado y decapitado, se procede a retirar el cadáver y limpiar el estropicio. Un criado recoge la cabeza y se la presenta a los testigos, con lo que se da por concluida la ceremonia.
Naturalmente, cada caso es un mundo, y dependiendo de las circunstancias este ritual podía variar bastante. Por ejemplo, si uno está huyendo a uña de caballo de una hueste de enemigos y no quiere que lo cojan vivo, lógicamente no puede andarse con demasiados remilgos para quitarse de en medio. Además, el seppuku es una tradición muy antigua que ha ido evolucionando a lo largo de los siglos. Pero podemos considerar los puntos arriba citados como una especie de decálogo estándar, unas reglas generales por las que, en la medida de lo posible, debía guiarse todo samurái que se quisiera destripar como Dios manda.
Eso sí, por lo que pueda pasar, rogamos a nuestros lectores que no intenten hacerlo en sus casas.
Colaboración de R. Ibarzabal
Fuente: Seppuku: A History of Samurai Suicide – Andrew Rankin
Yo tenía entendido que el haishaku no debía cortar del todo la cabeza, puesto que los samurais debían ser enterrados de una pieza, pero aún así debía cortar lo suficiente para que el «actor» muriera en el acto. Por cierto, el haishaku era una misión de honor, puesto que protegía el mismo final del «actor», así que si fallaba, quedaba deshonrado y debía cometer él mismo seppuku.
Información Bitacoras.com
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perdone no se dice suicidante se dice suicida
Hola Jesús.
Siendo correcto lo que dices, en el texto dice: llamémoslo “suicidante”. Simplemente por diferenciarlo de un suicida que no conlleva un acto ritual y protocolario como el harakiri.
Saludos
Javier todo lo que escribes me parece fascinante….me encanta tu humor negro y en este escrito no he dejado de reirme,,,,,disculpas a todos aquellos que les parezca fuera de tono mi comentario pero eres sensacional…..te disfruto mucho…..un beso cariñoso desde Puebla-Mèxico
En alguna paarte leí que las mujeres tenían su propio protocolo. Cuidando las vestiduras para no caer de forma indecorosa y realizando un corte en la yugular.
¿Cómo es posible que me haya reído tanto leyendo algo así? Ha estado bien, aunque faltó un detalle, acerca de la indumentaria: debía ser blanca por el hecho de que, si te manchabas de sangre, era deshonroso. Era tan importante el hacerlo bien y quedar como un señor (xDDD) como que el traje quedase lo más intacto posible. Una sangría a chorros traía vergüenza a la familia.
Al igual que muchos aqui me he reido tanto.. Se que es algo serio pero contado con ese humor mantiene el interes en seguir leyendo. 🙂
Me resultó muy interesante y atractivo el relato de un tema tan sangriento.
Hace mucho tiempo, ví una novela japonesa por la tele y en ella, un protagonista se suicidaba, porque se sentía responsable de muchas muertes (estaba ambientada en la 2da guerra mundial) y era su forma de pedir perdón. El caso es que se suicidó apuñalándose el pecho, directamente y en la novela, todos le decían a la viuda que su marido se había suicidado de una forma excepcional, que tenía que estar orgullosa de eso…se me quedó grabado.
Muy buen artículo, un saludo
Muy ilustrativo. Se lo recomendaré a algunos personajes que me vienen a la mente.
Muy importante es no salpicar y procurar no dejar la casa como unos zorros.
Un abrazo.
Alba, la vestidura tenía que ser blanca porque en Extremo Oriente es el color del luto.
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El artículo, grandioso, pero me parece injusta la comparación con los romanos. A mi entender ellos solo se suicidaban cuando no había otra opción, no por un concepto tan ridículo como el «honor». Era bastante más similar a un soldado actual que se vuela la cabeza para que no lo cojan los del Isis.
El caso más típico sería el de Publio Quintilio Varo, que se suicidó tras el desastre del Teutoburgo para no ser capturado.
Cuando las vindicadoras legiones de Germánico viajaron al Norte a recuperar sus águilas, nos cuenta Tácito: «En medio del campo blanqueaban los huesos, separados o amontonados, según que hubieran huido o hecho frente. Junto a ellos yacían restos de armas, y miembros de caballos y cabezas humanas estaban clavadas en troncos de árboles. En los bosques cercanos había altares bárbaros, junto a los cuales habían sacrificado a los tribunos y a los primeros centuriones.»
En cambio en una tragedia similar (el descalabro de Arausio) ambos cónsules tuvieron la oportunidad de huir como ratas del campo de batalla. Su castigo fue el destierro, el deshonor, y la expulsión de Roma. Podían haberse suicidado, pero hay que ser muy memo para pudiendo escoger entre acabar tus días en una villa comiendo empanada y empinando el codo o degollarte a ti mismo, escoger esto último. Así que de degollarse nada, y eso que uno había perdido a sus dos hijos. (No recuerdo que hacían los germanos con los oficiales capturados, los galos por ejemplo quemaban sus sacrificios vivos en cestas de mimbre embreadas).
¿Harakiri por honor? ¿Harakiri para protestar ante un superior xD xD xD xD xD ? Eso no lo hacían los romanos. Lo hacían los japos porque eran unos reprimidos con una estética moral de tanatorio que no sabían disfrutar de la vida.
Hasta donde yo sé, para el seppuku, necesitabas el permiso de un superior, como modo de purgar tu vergüenza y que no cayese sobre tu familia.
Rogamos a nuestros lectores que no intenten hacerlo en sus casas sin la supervisión de un adulto.
[…] http://historiasdelahistoria.com/2015/10/22/como-hacerse-el-harakiri-en-10-sencillos-pasos […]
Javier que manera tienes de redactar los hechos!! Resulta que ésto es cosa seria pero lo haces tan ameno y divertido que …..lo siento!!! No paro de reir!!!.
Felicidades
Saludos desde Distrito Federal, México.
[…] Vía Historias de la historia […]
Hasta que tengo entendido Sepukku es la ceremonia y harakiri es el corte. Harakiri quiere decir corte del vientre o abdomen.
Sí, es curioso eso de «suicidio» o «suicidante».
En el caso del samurái, se habla del ritual, de la ceremonia, del honor….;
en el caso de las mujeres nobles que también lo hacían, nunca se decía sepukku, sino suicidio, directamente, a secas.
(Nota: las mujeres no hacía esas cosas tan desagradables de ir por ahí repartiendo intestinos,ni estar boqueando durante horas, vaya casquería… sólo se cortaban la carótida o la yugular. Debían dejarlo todo perdido de chorreones de sangre, a lo pollock, más artístico, ya te digo. jajaja).
[…] tasca, de manera que davant de tanta humiliació la única solució honorable serà practicar l’harakiri. Demà us explicaré la història d’aquesta bonica tradició, em refereixo a la del ou com […]
Es cierto que con sus rodillas sostenían parte de su vestimenta de manera tal que cuando se cortaran no cayeran del todo al piso, quedando en una posición perfecta para el corte de cabeza??
El extremo de las mangas. De todas formas, la decapitación se hacía con ellos todavía vivos y conscientes. Después de todo era para evitarles el dolor y la vergüenza de manifestarlo.
el seminario de cultura general aparentemente pensamos que todos los japoneces tienen el valor de este acto , pero la realidad nos muestra que personajes como tojo 2da guerra mundial ordenaron la masacre de miles de civiles chinos filipinos etc y no fueron capaces de suicidarse aqui en el peru tenemos al ladron y genocida de alberto fujimori un cobarde de poca monta, no es como la publicidad nos dice que los japoneces son samurais la historia nos muestra que hay japoneces cobardes y genocidas
Tengo entendido que el Harakiri (corte) era para demostrar que los samuráis, eran en el fondo nobles y buenas personas, porque eso lo decía el color de sus intestinos, si los intestinos eran negros quería decir que no eran buenos… se supone que uno debe alimentarse para hacer cosas buenas por lo tanto tendrá un buen funcionamiento, la digestión mala quiere decir que la persona no está actuando bien, por lo tanto no necesita de alimentos ni de esta vida, mala salud, dolor de huesos, acumulación de toxinas, hedor etc. En lo personal me enfermé de celiaquía, mi intestino está enfermo, pero hay niños que nacen con esa condición, practicar harakiri sería la solución para saber si mis intestinos son blancos o negros. pero no tengo ni nunca tendré el valor para hacerlo.
Para que putas hacen un paso a paso de como suicidarse como papa dios Japones manda si no quieren que nadie se mate en sus casas :v
¡FELIZ SEPPUKU Y HARAKIR!
[…] hundido, sin saber qué podía decirle a su jefe Kiichiro. Estaba a punto de hacerse el Harakiri cuando decidió tomar un último refresco altamente azucarado (ya que iba a morir, […]
Soy español de Granada y mi destino es el de acerme el arakiri para de esa manera acabar con mi sufrimiento
[…] abatido, hundido, sin saber qué podía decirle a su jefe Kiichiro. Estaba a punto de hacerse el Harakiri cuando decidió tomar un último refresco altamente azucarado –ya que iba a morir, tampoco le […]
Me siento con la obligación moral,de pronunciarme para dejar constancia,que en ningún momento,me resulta gracioso que un ser humano,se vea en la obligación de quitarse de en medio tan «decorosamente».
Un saludo desde Colombia, yo tuve un problema con un amigo por que le dijo a la chica que me gusta, que me gustaba(Se llama Ana), eso yo lo considere como una traición. Así que por cuestiones personales decido suicidarme, pero no sabia como, así que elegí la técnica del Harakiri (o seppuku) ya que tengo una daga escondida en mi cuarto y quiero morir «con estilo». así que tienen 7 días para convencermen con buenos fundamentos para que no lo haga(obviamente solo la gente a quien le importo)
Lo acabo de intentar y no funcionó
Pésimo servicio, 1/10, no lo haría de nuevo.
Cuál era el motivo de hacerse el Harakiri…?
Creo que era como algo asi de que x ejemplo, hay 2 enemigos y uno pierde, pero no lo mata, diria q le da a elegir y ahi entra el harakiri
En esta ocasión te has superado, sin dudarlo genial post!!!
Enhorabuena
Hola, leyendo un libro escuché esa palabra nunca la había escuchado y fue casi la primera página que mensajito gracias por la explicación y el humor, pero es muy terrible saber que hay tanta gente que se suicida en estos tiempos que sufre de depresión y busca medios de hacer y llegar a este tipo de post casi suicidio en 10 sencillos pasos pueda escribirse con tanto humor, respeto tu punto de vista y se que las redes sociales y blogs son libres pero también deben ser un poco más consientes y responsables, puede hablarse de este tema desde otra perspectiva ya que el «no hacerlo en casa» muy jocoso y buen humor pero para los millones de personas que sufren desórdenes mentales puede ser una opción más, por favor seamos más responsables y más cuando tenemos dones como el de escribir.
Un abrazo
Hola Alexandra.
No creo que alguien que llegue siquiera a pensarlo, le haga falta buscar en internet cómo hacerlo.
Saludos
No solo he estudiado historia de Japón, sino que además he practicado sable japonés de manos de un maestro clásico. O mejor dicho, de una escuela clásica de sable. Incluso el proceso de cortar la cabeza tiene un ritual de movimientos precisos y concretos.O sea, que si se quiere quedar como Dios manda ( o mejor dicho, como los «kamis» mandan) el kaishaku debe moverse conforme a un estilo preciso. Con frecuencia, el sucidante se lo pedía a un amigo, pero a veces se delegaba en otro por una razón tan concreta como jodida: no vale cortar la cabeza de cualquier manera. Se debía cortar hasta la garganta, pero no del todo, de modo que, decapitado, la cabeza cayera sobre el propio pecho del suicidante, colgando de un pingajo. Era una falta de respeto eso de que la cabeza de un suicidante noble saliera por ahí rodando ¡Ah, no, eso sí que no! Y la técnica de corte es curiosa, contiene un movimiento de tracción hacia sí. Pregunté a mi maestro el porqué: para traer el cuerpo de tu amigo suicidante hacia ti mismo, más honroso, decente y respetable que si sencillamente cae hacia delante. Se entiende ahora por qué muchos rechazaban ser el kaishaku de un amigo: si lo haces mal, resulta que tu amigo queda como honorable y tú como un berzotas. El buen kaishaku se mueve correctamente, sin demasía, manteniendo una armonía preestablecida, efectúa un corte limpio justo cuando el suicidante lo pide (bastaba un leve giro de cabeza hacia el kaishaku) sin llegar a cercenar del todo la cabeza, y haciendo que el cuerpo no caiga hacia delante sino hacia el costado, donde el kaishaku.
Me da estrés solo el pensarlo.