Antecedentes:

En el año 1807, Francia y España  firman el Tratado de Fontainebleau. Acuerdan el reparto de Portugal (aliado de Inglaterra) entre ambas potencias. Controlado el mar por ingleses y portugueses, la única opción es que las tropas francesas atraviesen la pení­nsula, por lo que numerosos contingentes militares franceses entran en España. Napoleón consciente de la crisis polí­tica del régimen borbónico, decidió aprovechar la situación.

En la corte del rey Carlos IV (tonto, calzonazos y cornudo), cuyo gobierno era ejercido en la práctica por Godoy -amante de la reina-, existí­a un grupo de conspiradores, liderados por su hijo Fernando. Este grupo estaba encabezado por los sectores más reaccionarios y por los descontentos con Godoy. Tal situación, desembocó en el motí­n de Aranjuez (17 de marzo de 1808). La conspiración de la corte, un rey débil, Godoy caído en desgracia y la protesta popular obligaron al rey a ceder el trono a su hijo Fernando VII (el peor rey de la historia). Nada cambió en España, el rey era un pelele en manos de Murat y sus tropas militares. Fernando VII es llamado a Bayona para entrevistarse con Napoleón. El rey, deseoso de que el emperador le reconociese, parte hacia Bayona, dejando a la Junta Suprema de Gobierno el control de la nación. Murat solicita a la Junta de Gobierno que se le entregue a Godoy, al principio se niega pero finalmente tiene que ceder. El dí­a 30 de abril, Napoleón reúne en Bayona a Carlos IV, Godoy y Fernando VII. Napoleón controla España (o eso creí­a él).

Levantamiento del 2 de mayo:

En torno a las ocho de la mañana del 2 de mayo dos coches se encontraban detenidos a las puertas del Palacio Real de Madrid, habí­a mucha gente en los alrededores , ya que era dí­a de mercado. En el primero de ellos la gente vio subir a la reina de Etruria (Marí­a Luisa, hija de Carlos IV) y en el segundo coche la gente pensó que era para el infante Francisco de Paula. En ese momento, el maestro José Blas Molina gritó:

¡Traición!

Muchos se unieron al maestro gritando:

Quieren llevarse al infante

Soltaron los caballos y entraron al Palacio, donde el infante saludó a la multitud. La revuelta habí­a estallado. Murat envió compañí­as de granaderos de la Guardia Imperial acompañados de 2 piezas de artillerí­a que sembraron el suelo de cadáveres. Por todo Madrid los franceses aislados eran asesinados y, en la Puerta de Sol, centenares de madrileños se concentraron. Allí­ llegaron los mamelucos, coraceros y dragones que acuchillaron a la multitud, ésto todaví­a encendió más la furia y el odio de los madrileños.

Los insurrectos se dirigieron al parque de Artillerí­a de Monteleón, donde algunos artilleros y dos capitanes, Daoiz y Velarde, haciendo caso omiso de las órdenes de su superior, el general Negrete, se unieron a los sublevados. Defendieron heróicamente el parque, pero al final fue tomado al asalto por los franceses. Madrid habí­a sido el triste protagonista de una batalla campal, entre dos ejércitos desiguales: uno formado por las tropas de élite francesas y otro formado por el pueblo llano madrileño.

Carga de los mamelucos (Goya)

Carga de los mamelucos (Goya)

Murat encontró la escusa perfecta para ocupar la capital. Actuó de forma implacable y violenta. Confirmó la orden de acuartelamiento del general Negrete (así­ controlaba al ejército español) y castigó, sentencias de muerte, a los rebeldes. Reproducimos la proclama publicada en la Gaceta de Madrid el 6 de mayo:

Art. I: Esta noche, convocará el general Grouchy la comisión militar.

Art. II: Serán arcabuceados todos cuantos durante la rebelión han sido presos con armas.

Art. III: La Junta de Gobierno va a mandar desarmar a los vecinos de Madrid. Todos los moradores de la Corte, que pasado el tiempo prescrito para la ejecución de esta resolución, anden con armas, o las conserven en su casa sin licencia especial serán arcabuceados.

Art. IV: Todo corrillo, que pase de ocho personas, se reputará reunión de sediciosos y se disparará a fusilazos.

Art. V: Toda villa o ladea donde se aaseinado un francés será incendiada.

Art. VI: Los amos responderán de sus criados, los empresarios de fábricas de sus oficiales, los padres de sus hijos, y los prelados de los conventos de sus religiosos.

Art. VII: Los autores de libelos impresos o manuescritos que provoquen la sedición, los que los distribuyeren o vendieren, se reputarán agentes de Inglaterra y como tales pasados por las armas.

Dado en nuestro cuartel general de Madrid, a 2 de mayo de 1808.

Fusilamientos del 3 de mayo (Goya)

Fusilamientos del 3 de mayo (Goya)

Madrid fue la mecha que prendió la revuelta, pero esa misma tarde, fugitivos de Madrid, llevaron las noticias de lo ocurrido en la capital. Andrés Torrejón y Simón Hernández, alcaldes de Móstoles,  dictaban una proclama a sus vecinos instándoles a tomar las armas (Bando de Independencia):

Señores justicias de los pueblos a quienes se presentare este oficio, de mi el alcalde ordinario de la villa de Móstoles.
Es notorio que los franceses apostados en las cercanías de Madrid, y dentro de la Corte, han tomado la ofensa sobre este pueblo capital y las tropas españolas; por manera que en Madrid está corriendo a estas horas mucha sangre. Somos españoles y es necesario que muramos por el rey y por la patria, armándonos contra unos pérfidos que, so color de amistad y alianza, nos quieren imponer un pesado yugo, después de haberse apoderado de la augusta persona del rey. Procedan vuestras mercedes, pues, a tomar las más activas providencias para escarmentar tal perfidia, acudiendo al socorro de Madrid y demás pueblos, y alistándonos, pues no hay fuerza que prevalezca contra quien es leal y valiente, como los españoles lo son.
Dios guarde a vuestras mercedes muchos años.
Móstoles, dos de Mayo de mil ochocientos ocho.
Andrés Torrejón
Simón Hernández

Era la primera declaración de Guerra contra el ejército invasor y fue hecha por los alcaldes.

Fuente: Guerra de la Independencia – Carlos Canales, Diccionario de Historia de España – Carlos Ferrera, Wikipedia