En el marco de la Cumbre de la OTAN que acoge España entre el 28 y el 30 de junio, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se desplazará por la capital en la limusina presidencial, también conocida como La Bestia o Cadillac One, un vehículo con una carrocería de acero, titanio y aluminio que eleva su peso hasta los 9.000 kilos y puede resistir ataques químicos y explosiones de bombas, tiene su propio suministro de oxígeno en caso de un ataque biológico, dispone de una amplia gama de suministros médicos a bordo, entre ellos sangre del grupo del mandatario estadounidense. A todo ello hay que añadir un buen número de armas para protegerse y del maletín que autoriza al presidente a una respuesta contundente en caso de un ataque.
Pues nosotros también tuvimos nuestra particular «Bestia». Esta es su historia…
El 13 de mayo de 1981 Mehmet Ali Agca disparó cuatro veces contra Juan Pablo II en la plaza de San Pedro en el Vaticano. A pesar de hacer blanco las cuatro balas, el Papa pudo recuperarse. Agca fue apresado inmediatamente y sentenciado a cadena perpetua. Posteriormente, el Papa le perdonó y a petición suya fue indultado y extraditado a Turquía en 2000. Aquel atentado motivó la construcción de un vehículo diseñado especialmente para actos multitudinarios y fue popularmente bautizado como Papamóvil.
La primera vez que Juan Pablo II visitó España en 1982 recorrió una buena parte de nuestra geografía en una gira de diez días en los que visitó Ávila, Madrid, Toledo, Segovia, Sevilla, Zaragoza, Barcelona, Valencia… Para esta visita, Seat quiso aportar un vehículo de fabricación española: el Seat Panda. Sobre la base de un Panda blanco, se construyó el Papamóvil español: se quitó el techo y los asientos traseros -a modo de pickup descapotable- y colocaron una barandilla en la que el Papa se sujetaría mientras iba saludando.
Protección, protección, lo que se dice protección, no busquéis porque no había mucha. Yo diría que ninguna, así que nuestro Papamóvil autóctono quedó para entrar al Santiago Bernabeu y al Camp Nou. No hay problema, la Policía había hecho su trabajo y encargó a la empresa Tecnitrade otro modelo, en el que pecamos por exceso: un Range Rover V8 completamente blindado, con cristales de 4 cm de grosor, capaz de resistir disparos de armas de gran calibre o granadas de mano. Un vehículo de más de 6 toneladas que, hoy en día, se puede contemplar en un depósito de la Policía en El Escorial.
Y, hablando de coches y de Papas, si hoy pudiese contemplar el espectáculo de las carreras de F1, Pío XII sería un seguidor incondicional de la escudería Ferrari. Cuando Pío XII fue nombrado Papa en 1929, las cosas cambiaron en el Vaticano en temas automovilísticos. Gran aficionado a los coches y a la velocidad, llevaba un cronómetro y animaba a su chófer a que pisase el acelerador para rebajar los tiempos en sus recorridos hasta el punto de ser detenido en varias ocasiones por superar, ampliamente, los límites de velocidad. Lo que no sé es quién pagaba la multa…
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