Cuando hablo de «hijos de puta» me refiero a eso, literalmente, «hijos nacidos de una mujer que ejerce la prostitución», no a cuando se utiliza como insulto. Tanto de unos (los que su madre ejercía el trabajo más antiguo del mundo, después de el de comadrona), como de otros (los que su madre es una santa, pero ellos son unos hijos de puta), los hay en Italia, en Australia, en España… y en cualquier parte del mundo. Además, en este artículo no me refiero a la actualidad, sino a sus orígenes, al nacimiento de esa sociedad en un emplazamiento determinado que, siglos más tarde, daría lugar a lo que hoy es Italia y Australia. Hechas las consideraciones, para que no se me linche por el titular, entramos en faena.

Italianos

Según la leyenda, los hermanos gemelos Rómulo y Remo, abandonados y amamantados por una loba, fundaron Roma en el 753 a.C. Bueno, para ser más exactos, la fundó Rómulo, porque mató a su hermano en una discusión por ver quién meaba más lejos. Rómulo y Remo tenían diferentes opiniones de dónde fundar la ciudad y decidieron consultar el vuelo de las aves. Rómulo vio doce buitres volando sobre el monte Palatino y Remo vio seis en otra colina. Entonces Rómulo, para delimitar la nueva ciudad, trazó un recuadro con un arado y juró que mataría a quien osase traspasarlo. Remo, pensando que no se atrevería o porque era un poco chulito, atravesó la línea y su hermano lo mató, quedando como el único y primer Rey de Roma.

Y ahora una pregunta: ¿Fueron amamantados por una loba de 4 patas… o de dos? Compro lo de que fueron abandonados, porque en Roma, los recién nacidos tenían que enfrentarse al veredicto del paterfamilias: sublatus (tomarlo) o expositus (expuesto, abandono). Si lo recogía del suelo, significaba que lo aceptaba, lo legitimaba y pasaba a gozar de todos los derechos y privilegios como miembro de la familia. Si por el contrario no eran aceptados, el hijo era expuesto, es decir, era abandonado. En tal caso, los recién nacidos o bien morían, o bien eran adoptados por otras familias. El abandono de niños fue una práctica común tanto en ricos como en pobres. Séneca lo justifica así:

Exterminamos a los perros rabiosos y matamos al buey desmandado y bravo y degollamos a las reses apestadas para que no infecten todo el rebaño; destruimos los partos monstruosos, y aun a nuestros hijos, si nacieron entecos y deformes, los ahogamos; y no es la ira, sino la razón, la que separa de los inútiles a los elementos sanos.

Los criterios usados para abandonar a los recién nacidos podían ser por alguna discapacidad o deformidad física, por dudar de que fuesen suyos, por no poder alimentarlos, en el caso de los más pobres, y por cuestiones testamentarias, para los patricios. De hecho, en España el apellido Expósito se asignaba a los hijos de padres desconocidos que habían sido abandonados en las inclusas, hospicios o casas de expósitos. Al no tener estos niños padres conocidos, se les ponían apellido de Expósito que delataba su condición de niños abandonados y se convertía en un estigma social. A partir de 1921 se modificó la ley para que pudiesen cambiarse el apellido Expósito por cualquier otro y de forma gratuita.

Lo de que una loba los amamantó… Lo más fácil es que una loba se los hubiese merendado y que, realmente,  los crío una de dos, porque lupa, en latín, además de loba es puta. Y de ahí, por ejemplo, viene el término lupanar, que es un prostíbulo. Pero claro, para los hijos de la Urbe decir que son hijos de puta, es muy fuerte. Así que, en una de las mejores campañas de marketing de la historia le dieron la vuelta y se inventaron la leyenda que ha llegado hasta nuestros días. Por cierto, según el filósofo Virgilio Ortega, autor de «Palabralogía» o «Palabrotalogía«, libros que recomiendo encarecidamente, en latín había más de 70 formas de decir puta (dependiendo de donde ejerce, de cómo, de lo que cobra, de su físico…). Por ejemplo, la que ejercía «delante del prostíbulo, mostrándose sin moverse del sitio» se denominaba prostíbula; la que venía de fuera, sobre todo de Grecia o de la recién conquistada Jerusalén, se designaba peregrina;  la que trabajaba de noche era noctiluca; la culibonia podía traducirse como la de «buen culo»; la meretriz viene del verbo mereor, que significa ‘merecer’, o sea alguien ‘que se lo ha trabajado y se lo merece’; culiola si ofrecía el ano o «culeaba bien»; gaditana —por la sensualidad de los bailarinas de Gades, Cádiz—; quadrantaria, por ser barata y alquilarse por ‘la cuarta parte’; los arcos de la planta baja del Coliseo romano, denominados fornices son el origen etimológico del verbo fornicar, ya que bajo aquellos arcos cobraban por sus servicios las fornicatrices; las delicatae eran las putas de lujo a las que únicamente tenían acceso los más poderosos (las que ahora se eligen con un catálogo y se les pone un pisito);  las famosae, mujeres que sin ninguna necesidad, por su posición social, practicaban sexo por puro place (caso más conocido Valeria Mesalina, esposa del emperador Claudio); las copae ejercía en la caupona (era una tienda de bebida rápida y comidas frías ya preparadas); las forariae ejercían en los caminos rurales próximos a Roma y sus principales clientes eran los viajeros; las bustuariae, cerca de cementerios… y claro está, puta, que era puta.

Australianos

Con ochocientas mil personas en el siglo XVIII, Londres era la ciudad más grande de Europa, donde se podían encontrar las mayores fortunas del Imperio británico y los barrios más míseros en los que indigentes, raterillos, prostitutas… simplemente sobrevivían. Los delitos contra la propiedad eran los más frecuentes en una sociedad marcada por las grandes diferencias sociales. La amenaza de las penas de muerte impuestas bajo el Bloody Code (Código Sangriento), llamado así por la gran cantidad de delitos castigados con la pena de muerte, no consiguió disminuir el número de robos —la maldita costumbre que tienen los pobres de comer todos los días—. Las cárceles estaban desbordadas y había que buscar un nuevo destino para aliviar el problema de hacinamiento de las cárceles, ya que con la Declaración de Independencia de los EEUU en 1766 se cerró el flujo de las remesas de convictos enviadas a Norteamérica. Y ese nuevo destino fue Australia.

Arthur Philip izando la bandera en Sydney Cove

En mayo de 1787 partía de Portsmouth la llamada Primera Flota: 11 barcos (9 cargueros y 2 buques de guerra) con 756 convictos (564 hombres, 192 mujeres) y 550 hombres más entre funcionarios, guardias marinas y tripulación al mando del capitán Arthur Philip. El 18 de enero de 1788, y después de ocho meses de navegación, llegaban a Botany Bay. Aunque, en teoría, este era el lugar para establecer la colonia en Australia, encontraron mejores condiciones en Sydney Cove, donde finalmente se establecieron. La nueva colonia tuvo problemas desde el principio: enfermedades como el escorbuto y la disentería, marineros y funcionarios metidos a campesinos sin ninguna experiencia, escasas herramientas de construcción y de mala calidad, el ganado que habían traído se moría, enfrentamientos con los aborígenes… Las noticias que llegaban de Australia no eran muy esperanzadoras, así que el gobierno británico decidió enviar un barco de mujeres. Este envío se apoyó en la teoría de que, para que la colonia prosperase, necesitaba estabilidad y solo se conseguiría creando familias. Y, lógicamente, necesitaban más mujeres. Además, así «limpiaban» un poco más las cárceles, porque enviaron doscientas cincuenta y cinco convictas.

El 29 de julio de 1789 partía de Plymouth rumbo a Australia el buque Lady Juliana con doscientas cincuenta y cinco convictas. Las mujeres dormían en la cubierta inferior separadas de los hombres, pero algunas de ellas consiguieron mejores estancias emparejándose e incluso casándose con algún miembro de la tripulación. Hasta las hubo que hicieron de aquel viaje un negocio, como Elizabeth Barnsley, una conocida ladrona y estafadora, que se procuró unas buenas estancias, reclutó a algunas prostitutas (que también las había entre las prisioneras) y montó un negocio muy lucrativo: un burdel flotante. Además de los miembros de la tripulación y los guardias marinas que las custodiaban, tenían muchos clientes en los puertos donde hacían escala para comprar suministros: Islas Canarias, Río Janeiro, Ciudad del Cabo… Lógicamente, esta travesía tardó dos meses más que la anterior. El 6 de junio de 1790, casi dos años y medio después de la llegada de la Primera Flota, el Lady Juliana llegaba a Australia. Después de las miserias y penurias pasadas por los colonos, pensaron que les llegaría un barco de provisiones, pero en su lugar llegó «una carga tan innecesaria y tan poco rentable como 222 mujeres«. A las tres semanas de la llegada del Lady Juliana, llegaba la llamada Segunda Flota, compuesta por cuatro barcos y cargada con suministros. Las cosas se calmaron. A pesar de todas las adversidades y de un futuro incierto, las mujeres del Lady Juliana, liberadas de las restricciones de una sociedad clasista, vieron su nuevo hogar como la oportunidad de una nueva vida. Fueron las Madres Fundadoras de Australia.

Mary Wade

Para algunos resultará fácil extrapolar de esta historia que los australianos descienden de prostitutas británicas. De hecho, muchos australianos así lo creen hoy en día. Ya sabéis lo fácil que resulta generalizar y hacer que el todo asuma las características de una parte. Sí, es verdad que en aquel barco había prostitutas, pero más del 80% de ellas habían sido condenadas por hurto. Vale, ahora sería muy fácil decir que son descendientes de ladronas o rateras. Así que os contaré el caso de Mary Wade, la convicta más joven embarcada en el Lady Juliana, para que veáis qué clase de delito te podía llevar a Australia. Con apenas once años fue declarada culpable y condenada a la horca por haber robado, y luego vendido para comer, un vestido —ya hemos hablado de la dureza del Bloody Code—. Después de tres meses en prisión, se le conmutó la pena por el traslado a Australia. En el momento de su muerte, el 17 de diciembre de 1859, Mary tenía más de trescientos descendientes vivos y hoy en día ascienden a decenas de miles, incluido Kevin Rudd, Primer Ministro de Australia desde 2007 a 2010.

Kevin Rudd

En la nueva colonia, aquellas convictas tuvieron que trabajar como los hombres, ejercer de sirvientas para ellos y en muchas ocasiones fueron tratadas como simples objetos sexuales.

La historia de las Madres Fundadoras es una historia de supervivientes.