La Gran Guerra fue un gran campo de pruebas para la carrera armamentística de los países beligerantes. El uso del gas venenoso fue una innovación militar característica de esta contienda. Los gases utilizados iban desde el gas lacrimógeno, a agentes incapacitantes como podría ser el gas mostaza y agentes letales como el fosgeno. A pesar de que la capacidad letal de los gases era limitada, solo un 3% de los muertos en combate, las consecuencias de exponerse a estos agentes químicos (quemaduras, ceguera, problemas respiratorios…) causaban pánico entre los soldados. Esta es la historia de la batalla por la fortaleza de Osowiec, donde los alemanes lucharon contra zombis rusos.

Tras las victorias alemanas en Tannenberg y en los lagos Masurianos, el ejército ruso tuvo que replegarse olvidándose de la invasión de Prusia Oriental, momento que aprovecharon los alemanes para comenzar la ofensiva en tierras polacas. Y, sí o sí, debían tomar la fortaleza de Osowiec (Polonia), situada en el margen derecho del río Biebrza y construida a finales del siglo XIX como una de las estructuras defensivas para proteger las fronteras occidentales de Rusia. La fortificación era de gran importancia estratégica, era el camino más corto y directo hacia la invasión de Rusia. Se trataba de una fortificación no muy grande pero muy bien pertrechada: era prácticamente circular y contaba en su interior con cuatro fuertes de hormigón. Su perímetro era defendido también por trincheras y alambradas de espino. Contaba con una guarnición de cerca de 1.000 hombres y 69 cañones de distinto calibre, y frente a ellos… más de 100.000 alemanes y un ingente número de piezas de artillería y morteros de asedio.

El 25 de febrero de 1915 los alemanes iniciaron un intenso bombardeo pensando que tomar aquel lugar les costaría apenas unos días. Los alemanes intentaron una y otra vez tomar la fortaleza, y los rusos los rechazaron una y otra, e incluso en alguna ocasión los alemanes tuvieron que replegarse. Casi seis meses después, hartos de que las bombas -casi 500.000-, el hambre, las enfermedades  y el cansancio no rindiesen a los sitiados -aunque ya solo quedaban unos 200-, los alemanes optaron por una medida extrema. El 6 de agosto de 1915 atacaron la fortaleza con gas de cloro.  Los rusos, con apenas algunas máscaras y sin lugar alguno donde refugiarse de un ataque químico, vieron cómo una nube de gas de color amarillo-verdoso de unos 12 de altura se acercaba hacia ellos. Tras un sabor metálico en la boca, aparecía un escozor en la garganta y el pecho, ya que el gas ataca el sistema respiratorio, los ojos y la piel. Una vez que el gas cloro llega a los pulmones, reacciona con la humedad para formar ácido clorhídrico, esencialmente quemando a quien lo inhala desde dentro hacia afuera. La única opción que tenían los defensores era tratar de evitar inhalar la sustancia mortal, por lo que se cubrieron la boca y la nariz con un paño húmedo -algunos llegaron a utilizar orina en lugar de agua para humedecer los paños-.

Vladímir Kotlinski

Era lógico pensar que, ahora sí, podrían tomar Osowiec. Mientras avanzan 7.000 soldados alemanes equipados con máscaras, la artillería limpió lo poco que parecía quedar con vida en aquel lugar. Atravesaron los muros de la fortaleza y… fueron recibidos por lo que parecía un ejército de zombis. Unos 70 supervivientes, con el teniente segundo Vladímir Kotlinski al frente, lanzaron el legendario ataque conocido como “el ataque de los muertos” y consiguieron repeler la enésima intentona alemana y hacer huir a los asaltantes. Para entender que los alemanes huyesen sin apenas presentar batalla hay que ponernos en situación. Entrar en aquella fortaleza pensando que sólo vas a encontrar muerte, desolación y, como mucho, algún moribundo, y que, como salidos del inframundo, te ataquen decenas de soldados famélicos con la bayoneta calada, uniformes hechos jirones, gritando entre agónicos estertores y toses sangrantes, con la cara desencajada y los ojos saliéndose de las órbitas -al más puro estilo Walking Dead, aunque mucho más rápidos y ruidosos-, es normal que salgas huyendo presa del pánico.

A pesar de que Osowiec estaba condenada, todavía aguantaron algunos días más el bombardeo alemán. Aquella muestra de resistencia heroica había servido para encubrir la retirada estratégica de las fuerzas rusas. Ahora, ya completada , ya no tenía sentido continuar su defensa por lo que se ordenó su evacuación. El 22 de agosto los supervivientes rusos abandonaron la fortaleza, no sin antes destruir parte de las fortificaciones y todo lo que pudiese servir a los alemanes. Por fin podían entrar los alemanes en Osowiec, y lo hicieron con la idea de quedarse, pero en apenas unas semanas desistieron. Tal y como estaba era difícil de defender y ya no tenía valor estratégico. Habían perdido varios meses y muchos hombres… para nada.