Esto de la corrupción debe ser innato a la condición humana, porque a lo largo de toda la historia y en cualquier lugar del mundo encontramos múltiples oportunidades de negocio para los seguidores del dicho “no te pido que me des, sólo ponme donde haya”. Para perseguir este tipo de delitos y atajar esta lacra social, en el año 1995 en España se creó la Fiscalía Anticorrupción. Pues en Esparta ya se promulgaron leyes para acabar con este tipo de delitos.
El legislador que intentó acabar con la corrupción, además de la ostentación y las desigualdades sociales, fue Licurgo de Esparta. Habría que precisar antes de continuar que este personaje, al que se le atribuye la paternidad de la Gran Retra, la ley fundamental que regía a los espartanos y, por tanto, del espíritu y los ideales de la Esparta que ha llegado hasta nosotros, navega a caballo entre la historia y la leyenda -algo muy frecuente entre los personajes relevantes de la Antigüedad-. Aún siendo difícil situarlo en el tiempo, fue citado por historiadores como Heródoto, Jenofonte o Plutarco. Y de este último nos vamos a servir, en concreto en su obra Vidas Paralelas, para saber que reformas implantó en la sociedad espartana.
Si corrupción es sinónimo de enriquecimiento ilícito, Licurgo intentó atajarla yendo directamente a la raíz del problema: el dinero. Suprimió todas las monedas antiguas de oro y plata, y ordenó acuñar nuevas monedas de hierro asignándoles un valor tan escaso que los espartanos tuvieron que cambiar los monederos por carretas tiradas por caballos…
Y con sola esta mudanza se libertó Lacedemonia de muchas especies de crímenes; porque ¿quién había de hurtar o dar en soborno, o trampear, o quitar de las manos una cosa que ni podía ocultarse, ni excitaba la codicia, ni se podía obtener beneficio haciéndolo pedazos? […] Por cuanto una moneda de hierro, que era objeto de burla, no tenía ningún atractivo para los demás griegos, ni estimación alguna; así, ni se podían comprar con ella efectos extranjeros de ningún precio, ni entraba en los puertos nave de comercio, ni se acercaba a la Laconia o sofista palabrero, o saludador y embelecador, u hombre de mal tráfico con mujeres, o artífice de oro y plata, no habiendo dinero: de esta manera, privado el lujo de su incentivo o pábulo, por sí mismo se desvaneció; y a los que tenían más que los otros de nada les servía, no habiendo camino por donde se mostrase su abundancia, que tenía que estar encerrada y ociosa.
Y para darles la puntilla a los ricachones ociosos cuya única preocupación era degustar los excelentes manjares que sólo ellos podían permitirse, obligó a que todos comiesen la misma comida, en la misma cantidad y que lo hiciesen en comedores comunales.
Queriendo perseguir todavía más el lujo y extirpar el ansia por la riqueza, legisló sobre los banquetes, haciendo que todos se reuniesen a comer juntos los manjares y guisos señalados, y nada comiesen en casa, ni tuviesen paños y mesas de gran precio, o pendiesen de cortantes y cocineros, engordando en tinieblas, como los animales insaciables, y echando a perder, con la costumbre, los cuerpos, incitados a inmoderados deseos y a la hartura, con necesidad de sueños largos, de baños calientes, de mucho reposo, y de estar como en continua enfermedad.
Sus reformas se podían resumir en tres principios: una buena educación, el menosprecio de la riqueza y el amor a la patria. Y aunque más cerca de la leyenda que de la realidad, su final también es digno de mención. Antes de abandonar su patria, ya que tenía que emprender un viaje, hizo jurar a los espartanos que acatarían las leyes hasta su regreso. Una vez conseguido dicho juramento, se marchó y nunca más regresó. Se cuenta que se quitó la vida para que el acatamiento de las leyes por parte de los espartano fuese perpetuo.
Fuentes: Los inventos de los antiguos.
Pues si no arruinó Esparta fue un milagro!!
El primer podemita
Mea en el tiesto, hombre. Que si no vas a dejar este blog como la barra de una taberna.
Pues hace pocos años recuerdo que en España se habló muy en serio de suprimir de un plumazo los billetes de 500 euros, con lo cual las fortunas millonarias depositadas en el extranjero se quedarían en nada. Inmediatamente salió otra propuesta: que los susodichos billetes no se suprimieran sino que fueran sustituidos por otros del mismo valor. Al final no se supo más de la idea que se perdió en un silencio absoluto. Lógico, pues los mismos que hubieran tenido que legislar y promulgar está ley serían los primeros perjudicados. Ni somos espartanos – todo lo contrario – ni nos importan un ardite los juramentos ni, desde luego, no encontraríamos un Licurgo ni de causalidad.
Hola!! Hoy no puedo abrir la historia de hoy “ Como acabó Esparta con la corrupción” dicrn qie cambiaron el formato, me pueden ayudar?? Me encanta leerlos
Hola Estela. No hemos cambiado nada, así que no sé qué ha pasado. Lo siento
En realidad, y a pesar de esas leyes, Esparta nunca acabó con la corrupción. Era sabido por todos los griegos lo fácil que era sobornar a los espartanos…sobre todo cuando estaban lejos del control de los éforos, aunque alguno que otro también sería corrompido. Señal de que ni las leyes más represoras pueden hacer nada contra esa lacra humana.
Mucho me temo que aquí va a ser imposible acabar con la corrupción,cada día aparecen nuevos en las listas,y con el tema de hacer desaparecer la moneda,leí un artículo no hace mucho que sale más caro fabricar monedas de 2 céntimos y de 1 céntimo, que el valor que tiene.En otros países ya se han suprimido porque no interesa.
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La corrupción forma parte de nuestra naturaleza, va cosida a nuestra carne, que un día también se corromperá. Tanto la ley positiva, como la ley natural, en sus diferentes ordenamientos éticos o religiosos, han procurado combatirla. Pero, aunque no vano, es un intento inútil. Es como querer combatir la mentira, la envidia o el egoísmo. Al final, como dijo aquel ministro de economía, todos tenemos un precio. Para algunos, basta con 30 monedas de plata. Otros se cotizan más alto. Pero, humildemente, pienso que quienes lo tienen mejor es aquellas personas que tienen un horizonte de eternidad.
Porque a diferencia de los otros griegos, los espartanos jamás recibieron sobornos del rey de los persas, sí claro.
Lamentablemente, la corrupción no se combate de esa forma. Si acaso existe alguna forma. Licurgo habrá hecho la vida de los espartanos más dura, pero difícilmente sus medidas acabaron con la corrupción.
Cierto, los espartanos recibieron el mayor soborno del rey persa, el soborno que les permitió ganar a Atenas en la guerra del Peloponeso. Y a cambio del cual vendieron a los griegos de Asia Menor.
[…] ¿Cómo se acabó en Esparta con la corrupción? […]