En la España de comienzos del siglo XX los medios sanitarios no eran muy boyantes y menos en las áreas rurales. Sin embargo, se las ingeniaban para suplir esas carencias con recursos que pudieran obtener fácilmente y que ya habían sido utilizados por sus antepasados. Uno de ellos eran las telarañas. Y es que si algo se aprovechaba de estas telas de araña era su efecto antihemorrágico, pues era capaz de detener sangrados no demasiado graves y curarlos siempre y cuando no hubiera infección. El secreto está en que la seda de la telaraña está recubierta con hongos que contienen antibióticos y construyen una red rica en proteínas.
La tela de la araña, aplicada sobre una herida, detiene la sangre y mantiene sin inflamación las heridas superficiales.
De esta manera, se han recogido testimonios de numerosos puntos de la geografía española en las que sus habitantes recordaban haber utilizado dichos apósitos arácnidos como remedio medicinal. Entre los carpinteros de Valencia eran conocidas las propiedades de las telarañas para atajar una hemorragia por corte con herramienta de trabajo. Inmediatamente después de haber sufrido el daño, se buscaba una telaraña -que en los talleres abundan-, y se enrollaba alrededor de la herida.
Pero el uso médico de las telarañas es antiguo, especialmente por sus propiedades hemostáticas, conocidas desde la Antigüedad. Plinio, en su Historia Natural, ya describió las propiedades homeostáticas de esta fibra. Por su parte, el médico y farmacólogo griego Dioscórides, escribía en el siglo I…
la tela de la araña, aplicada sobre una herida, detiene la sangre y mantiene sin inflamación las heridas superficiales
Incluso, en el Satiricón de Petronio encontramos mención al empleo de telas de araña con fines terapéuticos:
Gitón, más cariñoso que yo, restañó la herida que se había hecho en la frente, primero con telas de araña untadas en aceite…
Hay datos que hacen pensar que esta práctica se mantuvo con el tiempo, porque en la batalla de Crecy (1346), una de las batallas más importantes y decisivas de la guerra de los Cien Años, los soldados mallorquines al servicio del rey francés Felipe VI llevaban en su botiquín unas cajitas repletas de telarañas para taponar posibles heridas. Aunque esta costumbre se ha abandonado entre los humanos parece ser que todavía se practica con los animales.
Además de la propiedad antihemorrágica científicamente probada, las buenas gentes le atribuían algunas más, como el tratamiento de quemaduras y contusiones, la eliminación de verrugas, como antipirético e, incluso, como remedio calmante del dolor de garganta.
Colaboración de Marta Rodríguez Cuervo de Martonimos
Fuentes: Las telarañas en la medicina popular española, Las arañas y sus telas
Hola, Javier.
Asombroso. No lo sabía. Muy interesante.
Un saludo desde Oviedo.
Se debiera USAR YA TODA la TELARAÑA mental de la DERECHA VIOLENTA para PARAR la HEMORRAGIA de GENOCIDIO, las GUERRAS y el ROBO de los RECURSOS PÚBLICOS.
:O
Además de historia una lección de primeros auxilios en el campo…
Hola, Julio.
Tienes toda la razón. Seguro que muy poca gente sabe lo de la tela de araña.
Un saludo.
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[…] Cuando los soldados llevaban telarañas entre su equipo de campaña […]
Muy bueno gracias por compartir .desde florida usa
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hola como les va.!!lindas notas interesantes y desconocidas para mi. solo de la harakiri conocia.
Saludos desde Buenos Aires
Al menos hace unos 40 años, cuando vivía en el campo, se usaba la tela de arañas para las heridas. También usábamos la piel del sombrero del hongo que crece en el estiércol de las vacas para cortes pequeños, pegándolo sobre la piel.
Saludos de Uruguay