Orgulloso y «crecido» me dirijo a comunicarle a mis padres que «eso que hago en internet» (así es como ellos llaman al blog) ha quedado primero en los Premios 20blogs y segundo en los Premios Bitacoras, ambos en la categoría de Cultura, y nada mejor se les ocurre que soltarme:

¿Y cuántas perras te dan? (porque con 80 años es más fácil contar perras que euros)

Tras cinco minutos de risas y abrazos, pienso que debo explicarles qué es esto de internet y la vida 2.0, pero… No voy a complicarles la vida, ellos son felices con su «vida 1.0» donde para conocer a la gente hay que mirarles a los ojos, donde los teléfonos móviles sólo sirven para hablar, donde el CM (Community Manager) y el Coaching son «cuentos chinos», donde «ganar el pan con el sudor de tu frente» es una máxima desde que nacieron, donde el despilfarro es un pecado y el ahorro una virtud… Y, otra vez, me han dado una lección que, como casi siempre, me ha costado entender.

Claro que están orgullosos, pero sólo pretenden que tenga los pies en el suelo, que comprenda que las satisfacciones de un mundo virtual son etéreas y caducas, pero como también me enseñaron que «de bien nacidos es el ser agradecidos«:

Sirva este post para dar las gracias a todos los que comentan, votan y siguen a este aficionado. Además, me gustaría dedicar estos reconocimientos, ya que no he podido hacerlo de otra forma, al maestro Juan Antonio Cebrián y para ello voy a repetir la carta que me envió Fernando Rueda sobre Juan Antonio Cebrián:

LA HISTORIA QUE JUAN AMABA.

La diferencia entre los profesores de historia, los historiadores y Juan Antonio Cebrián estaba en el enfoque de los temas, sin duda, pero también en algo especial: en su visión de la materia.
Juan Antonio no quería competir con ellos -respetaba su trabajo, los admiraba, pero consideraba que su terreno era otro-, simplemente quería acercar la historia que él amaba, los personajes que llenaron su adolescencia, a una mayoría de gente a quien la historia les parecía algo viejo, fuera de uso.
A diferencia de otros especialistas, Juan Antono sentía cada pasaje de la historia como una película de aventuras. A sus personajes como héroes o villanos, con una causa humana y comprensible que explicaba sus bondades o pecados.
Juan Antonio veía la historia en pantalla grande y la transmitía en Technicolor. Por eso consiguió su objetivo: acercar la historia a decenas de miles de jóvenes y mayores que descubrieron tantas vidas épicas que les ilusionaron y les hicieron ver su vida de otra forma.
Juan Antonio, en definitiva, ha hecho por la historia más que la mayor parte de los especialistas. Porque pensar en los jóvenes de hoy es la mejor forma de ganar el futuro.

Fernando Rueda

Fuerza y Honor Maestro. Os anticipo que la semana que viene habrá una sorpresa como homenaje al Maestro.