En la primavera del año 218 a.C. el general cartaginés Aníbal Barca partía de Sagunto, ciudad conquistada poco antes por ser aliada de Roma. Su objetivo era invadir Roma por tierra, atravesando los Alpes, al frente de un ejército de cincuenta mil hombres, nueve mil caballos y treinta y siente elefantes de guerra. Aníbal consiguió su objetivo y puso en verdaderos aprietos a los romanos, aunque no se puede decir lo mismo de aquellos treinta y siete elefantes. La mayoría murieron en el transcurso de la travesía de la cordillera o víctimas de la humedad en las marismas del norte de la península itálica. El único de ellos que consiguió sobrevivir fue utilizado como montura por el propio Aníbal.

La batalla de Tapso (46 a.C.), en el marco de la Segunda Guerra Civil de la República de Roma, fue la última batalla en que se utilizaron elefantes de guerra en occidente. Durante siglos aquellos elefantes africanos del ejército de Aníbal fueron los que más se habían internado en Europa.

Harún al-Rashid, el califa de Las mil y una noches

Harún al-Rashidel Justo, fue el quinto califa abasí de Bagdad. Subió al poder tras el corto gobierno de su hermano (que murió apenas un año después de convertirse en califa) en el año 786. Falleció en 809, por lo que fue califa durante casi veintitrés años llegando a ser el más famoso de su dinastía. Tanto, que fue inmortalizado como protagonista, junto a su esposa Zobeida, de muchas de las historias de Las mil y una noches.

Era la época en que comenzaba la decadencia del califato. Durante el gobierno de Harún los aglabíes establecieron el emirato de Ifriqiya, que con el tiempo acabaría independizándose, y no hacía mucho que el omeya Abderramán I había proclamado el emirato independiente de Córdoba en al-Ándalus, que acabaría dando lugar al Califato de Córdoba.

Carlomagno y los sarracenos

La figura de la época en Europa era Carlomagno. Rey de los francos y de los lombardos y, desde el año 800, Imperator Augustus, llegó a dominar un imperio como no se había visto en Europa desde la caída del Imperio Romano. Y era inevitable que se enfrentara al Islam. Sin embargo, estos enfrentamientos se produjeron contra los árabes andalusíes principalmente, desde su cruce de los Pirineos en 778 con la intención de someter al emirato y anexionarlo a su imperio (aunque salió bastante mal parado en Roncesvalles), hasta las conquistas de Córcega, Cerdeña y Baleares, frecuentemente atacadas por piratas sarracenos.

Por el contrario, y quizá por esa misma razón, su relación con el califato de Bagdad fue incluso cordial. Es más, tras el nombramiento de Harún al-Rashid como califa, Carlomagno envió una delegación con regalos y parabienes para el nuevo gobernante.

Harun al-Rashid recibe una delegación de Carlomagno

El regalo del califa

Harún era un gobernante fuerte y respetado, un digno reflejo en el Islam de lo que Carlomagno representaba en Europa, así que debía corresponder a la embajada carolingia a lo grande. Por ello Harún envió al rey de los francos un regalo impresionante, digno del emperador en el que pronto se convertiría: un elefante blanco.

Abul-Abbas era el nombre de este poco común ejemplar de elefante asiático, que tras atravesar el Mediterráneo desembarcó en Italia en 801, apenas unos meses después de la coronación de Carlomagno como emperador en Roma por el papa León III. El 1 de julio de 802 Abul-Abbas llegó a la corte de Aquisgrán, convirtiéndose en el primer elefante que se veía en el norte de Europa.

Y Abul-Abbas llegó incluso a entrar en batalla. Dos años después de su llegada a Alemania, en 804, el rey Godofredo I de Dinamarca atacó la actual ciudad de Lübeck, por entonces aún una pequeña ciudad comercial. Esta ciudad está junto a la península de Jutlandia, y Godofredo I pasó todo su reinado temiendo una invasión franca de esta región. Tanto que comenzó la construcción de la Danevirke, una enorme muralla que separaba Jutlandia del reino franco.

Danevirke

La invasión finalmente no se produjo, pero en 804 Carlomagno respondió a la agresión movilizando a sus ejércitos para atacar a las tropas danesas… y llevó consigo a Abul-Abbas. Ocho siglos y medio después de la batalla de Tapso, un elefante volvió a recorrer un campo de batalla europeo. Abul-Abbas murió en el año 810, con poco más de cuarenta años, debido a una neumonía tras bañarse en el río Rin.

Colaboración de Enrique Ros de Apuntes de Historia