Recientemente se ha estrenado la película «El renacido«, protagonizada por Leonardo DiCaprio y dirigida por Alejandro González Iñárritu. No es la primera vez que la historia de Hugh Glass es llevada a la gran pantalla, en los años setenta Richard Harris dio vida a Hugh Glass en la película «El hombre de una tierra salvaje«. Ambas películas tienen de fondo una historia real, la de Hugh Glass.

"El Renacido"

«El Renacido»

Pocas referencias hay sobre la fecha y lugar exacto de su nacimiento, su infancia, sus padres… Se cree que nació en Pensilvania en torno al año 1779, pero su pasado no está tan bien documentado como las expediciones que realizó a lo largo de su vida. Todo lo que se encuentra sobre el pasado de Glass son vagas referencias que no se pueden afirmar al cien por cien, como por ejemplo que formó parte de la tripulación del corsario Jean Lafitte. Lo que queda muy claro es que fue un hábil explorador, trampero, comerciante de pieles, un «hombre de frontera» de la época, pues en esos años dicho negocio en el «Nuevo Mundo» estaba en plena expansión frente a los rusos que ya estaban en Alaska.

Hugh Glass

Hugh Glass

La épica hazaña de Hugh Glass comienza en 1822 tras ver un anuncio en la Missouri Gazette and Public Adviser de San Luis, en el que se leía:

Se buscan jóvenes emprendedores para ascender el río Missouri hasta su nacimiento, donde serán empleados por uno, dos o tres años.

El anuncio lo había puesto el general William Henry Ashley para reclutar a los hombres que le acompañarían en la expedición a las salvajes tierras del noroeste de Estados Unidos. Como era de esperar de un anuncio sin letra pequeña, la realidad superó a las expectativas de muchos de los hombres que se enrolaron en dicha expedición… y es que al hecho de ir a un sitio desconocido se le sumaban otros peligros, como la dureza del clima y la hostilidad de las tribus indias de la zona, sobre todo los arikaras. A todos esos hombres que se alistaron  se les conoció con el nombre de «Ashley’s Hundred» (los cien de Ashley) . Entre esos hombres estaban el joven Jim Bridger, John Fitzgerald y el propio Hugh Glass. Un año más tarde, la expedición del general Ashley se encontraba no muy lejos del río Grand, en Perkins (Dakota del Sur), y Hugh Glass había salido a cazar sin compañía alguna. Durante el transcurso del día, Glass se topó con unos oseznos… y su protectora madre. Sin tiempo siquiera a apuntar con su fusil, la agresiva osa atacó a Glass dándole golpes, zarpazos, mordiscos… Glass se defendió como pudo hasta que llegaron dos de sus compañeros de la expedición,  John Fitzgerald y Jim Bridger, que le ayudaron a matar a la osa –en el condado de Perkins (Dakota del Sur) hay un monumento donde se dice que se produjo el ataque-.

Oso ataca Hugh Glass

Pese a que mataron a la osa, Hugh Glass quedó maltrecho, cojo y con numerosas heridas repartidas por todo el cuerpo, sobre todo en la espalda. El general Ashley estaba convencido de que en semejante estado Glass no sobreviviría mucho tiempo, así que decidió dejarlo atrás junto a los dos compañeros que le salvaron de la osa, Fitzgerald y Bridger, para que le acompañasen hasta el momento de su muerte y le diesen cristiana sepultura. A la espera de su último suspiro, decidieron comenzar a cavar la tumba, pero la situación se complicó para Fitzgerald y Bridger cuando localizaron un grupo de arikara por la zona. Así que, pensando que a Glass apenas le quedaba tiempo y que los arikara podían dar con ellos, decidieron no esperar más y se marcharon. Cuando los dos hombres alcanzaron al general Ashley, informaron que Glass había fallecido y que lo habían enterrado.

Glass recobró el conocimiento y el panorama que se encontró fue desolador: solo, sin armas, sin comida, malherido… y a más de trescientos kilómetros del fuerte Kiowa. Para evitar la gangrena, se puso sobre algunas heridas gusanos que encontró en restos podridos para que se comieran la carne necrosada, y para las heridas sangrantes optó por el doloroso y arriesgado método de la cauterización con la pólvora que le quedaba. Arrastrándose, Glass decidió no seguir cerca del río Grand, ya que con los arikaras por la zona habrían dado con él fácilmente. Así que se arrastró durante varias semanas hasta el río Cheyenne, al sur del río Grand, donde preparó como pudo una rudimentaria balsa con troncos y ramas. Durante el tiempo que permaneció solo, se alimentó de raíces, bayas y restos de animales muertos que dejaban los carroñeros. Finalmente, se cree que fue encontrado por unos indios pawnee no muy lejos del río Cheyenne y le ayudaron a curar las heridas de la espalda. En mejores condiciones que cuando fue abandonado, Hugh Glass marchó el trecho que le quedaba hasta el fuerte Kiowa.

Hugh Glass abandonado

Tras llegar al fuerte y después de una larga rehabilitación, decidió encontrar y vengarse de los dos «compañeros» que le abandonaron a su suerte. A Jim Bridger no le hizo nada a causa de su juventud (años más tarde, Bridger sería una leyenda del Oeste) y a John Fitzgerald… todavía menos porque se había alistado en el ejército y matar a un soldado estadounidense estaba penado con la muerte. Eso sí, Glass localizó a Fitzgerald y le obligó a devolverle su fusil.

La historia de Glass parece tomarse un respiro, hasta que, nuevamente a las órdenes del general Ashley, es enviado junto otros hombres a explorar los territorios por donde transcurren los ríos Powder, Platte y Laramie… y donde también tuvieron que vérselas con los arikaras. A nadie extrañará, visto lo visto, que fueron los arikaras lo que acabaron con la vida de Glass en 1833, cuando tras ser nombrado cazador del fuerte Unión encabezada una travesía por el río Yellowstone. Según cuenta la leyenda, poco después de la muerte de Hugh Glass, los arikara intentaron hacerse pasar por «nativos amistosos» al servicio de una compañía tramperos. Sin embargo, a uno de los tramperos de la compañía le llamó la atención un fusil que portaba uno de los indios… era el de Glass. Los tramperos se tomaron la justicia por su mano y vengaron la muerte de Hugh Glass.

Monumento en memoria de Hugh Glass:

Monumento memoria Hugh Glass

Colaboración de Pedro Sanmartín

Fuentes e imágenes: Hugh Glass, Revenant