El pasado mes de octubre, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia llamó a consultas al embajador de Holanda, Ron van Dartel, para pedirle explicaciones por el ataque y detención que había sufrido un diplomático ruso en La Haya. Incluso el presidente ruso Vladímir Putin exigió disculpas amparándose en la violación de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas de 1961, que prohibía la entrada en las residencias de los diplomáticos… supongo que Putin no recordará lo que ellos hicieron ese mismo año en la Embajada de Holanda.

En plena Guerra Fría pocos escapaban a los largos tentáculos de la CIA o la KGB, incluso países aparentemente ajenos a aquella guerra soterrada eran objetivos del espionaje de las dos potencias… como el caso de la Embajada de Holanda en Moscú.

En 1961, el embajador Henri Helb tenía dos gatos siameses que campaban a sus anchas por las dependencias de la Embajada de Holanda. Mientras Henri trabajaba en su despacho, los gatos dormían plácidamente sobre un sillón pegado a una de las paredes. Algo sobresaltó a los gatos porque se despertaron y comenzaron a arañar la pared. El embajador, pensando que sería algún roedor, pegó la oreja a la pared pero no escuchó ningún ruido que pudiese confirmar sus sospechas. Cogió a los gatos y los intentó calmar acariciándolos, pero en cuanto los dejó volvieron a arañar en el mismo punto. Algo había detrás de la pared que les irritaba. Ante la insistencia de sus mascotas, decidió llamar a unos operarios para que averiguasen qué misterio escondía aquella pared. La sorpresa fue mayúscula cuando encontraron un micrófono oculto. Los gatos, gracias a su fino oído que puede captar frecuencias de hasta 25.000 Hz (el umbral de audición del oído humano está en unos 20.000 Hz), habían detectado el micrófono de la KGB. Tras este primer descubrimiento, Henri Helb ordenó que se rastrease todo la Embajada… se descubrieron 30 micrófonos en total. En lugar de retirarlos, se hizo un informe de la localización exacta de los aparatos de escucha y se entregó una copia a todos los miembros del cuerpo diplomático. De esta forma, serían ellos los que filtrarían la información a los rusos según su propio interés.

Gatos

Fuente: The Montreal Gazette.
Imagen: Nocivodomingo