Durante las dos guerras mundiales sólo se conocen dos casos de militares alemanes que lograsen escapar de los campos de prisioneros de los Aliados y regresar a casa: Franz von Werra, desde Canadá en la Segunda Guerra Mundial, y Gunther Pluschow, desde Gran Bretaña durante la Primera Guerra Mundial. Y precisamente Gunther Pluschow es el que da nombre a un glaciar en Punta Arenas, al sur de la Patagonia chilena. ¿Por qué este glaciar lleva el nombre de este prisionero alemán?
Después de completar sus estudios en la Escuela de la Marina Imperial alemana y de instruirse como aviador en un monoplaza Rumpler Taube, el primer avión construido en masa por Alemania que hacía las veces de caza (con la pistola o el rifle que del piloto) y de bombardero (bombas de mano), en 1912 Gunther fue destinado como piloto de reconocimiento aéreo en la base naval de Asia oriental en Tsingtao (China), una colonia alemana con un contrato de arrendamiento de 99 años -al igual que Hong Kong para los británicos-. Tras estallar la Primera Guerra Mundial y la posterior declaración de guerra de Japón a Alemania, en agosto de 1914, las cosas se complicaron en Tsingtao. Las fuerzas japonesas y británicas asediaron conjuntamente a la colonia alemana y el 6 de noviembre se ordenó la evacuación. Gunther recogió todos los despachos y documentos importantes y logró escapar con su Taube, el único que quedaba operativo. El avión estaba dañado y tras recorrer algo más de 200 km se vio obligado a hacer un aterrizaje de emergencia en un arrozal. Quemó el avión, recogió la documentación y comenzó su odisea para regresar a casa. A base de ingenio, sobornos, algo de suerte y utilizando cualquier medio de transporte (a pie, navegando por ríos y en tren) consiguió llegar a Shangai -a unos 500 km de distancia de aquel arrozal-. Allí buscó alguien que le pudiese ayudar a salir de China y recorrió las zonas frecuentadas por los alemanes. Volvió a tener suerte y dio con la hija de un diplomático que conocía de Berlín, quien le consiguió un pasaporte falso suizo a nombre de Ernst Smith, dinero y un billete en el SS Mongolia que lo llevaría a San Francisco. En aquel momento EEUU era neutral -no entró en guerra hasta 1917- y pudo moverse sin muchos problemas para atravesar el país y llegar en enero de 1915 a Nueva York. Al entrar al país con un pasaporte suizo no quiso recurrir directamente a la embajada alemana, pero sí contacto con agentes alemanes que operaban dentro de EEUU para mantener la neutralidad estadounidense. Como los agentes británicos ya le buscaban, le prepararon la huida en un buque que partía de Nueva York el 30 de enero rumbo a Italia. Y aquí se le acabó la buena suerte, el mal tiempo obligó al barco a refugiarse en Gibraltar. Lamentablemente para nuestro protagonista su fama le precedía («el aviador de Tsingtao»), los británicos lo reconocieron y lo capturaron. Gunther fue enviado a Plymouth y desde allí a un campo de prisioneros en Donington Hall (North West Leicestershiren, Inglaterra), donde llegó en mayo de 1915. Pero no estaría allí mucho tiempo…
El 4 de julio, aprovechando una fuerte tormenta, él y otro prisionero llamado Oskar Trefftz cortaron las cercas de alambre y huyeron por el campo hasta Derby (unos 24 km). Los periódicos anunciaron la fuga y la descripción de los dos fugitivos, así que decidieron separarse. Su compañero de fuga fue capturado a los pocos días y Gunther consiguió llegar en tren a Londres. La única forma viable de llegar al continente era poder colarse en algún barco, por lo que se dirigió a los muelles. Para pasar desapercibido y no llamar la atención se ensució la ropa, se tiño el pelo rubio con vaselina y polvo de carbón y se hizo pasar por un trabajador más. Fueron varios días intentando colarse en algún barco (llegando hasta ellos con un bote de remos e incluso nadando, pero la corriente era demasiado fuerte y lo arrastraba), comiendo donde podía y escondiéndose por la noches en el Museo Británico, donde leyendo libros sobre la Patagonia y estudiando viejos mapas recuperó el interés despertado cuando, siendo niño, vio una postal de Tierra del Fuego. A las tres semanas, se enteró que el buque Princess Juliana saldría desde el puerto de Tilbury, al sur de Londres, con destino a los Países Bajos. Y esta vez sí lo consiguió. El hecho de que los Países Bajos fuesen neutrales, al igual que le ocurrió en EEUU, le permitió llegar hasta Alemania sin mayores contratiempos. Después de una odisea de 9 meses por medio mundo «el héroe de Tsingtau» había llegado a casa. Entre 1916 y 1918 se casó con Isot, tuvo un hijo, Guntolf, publicó el libro Las aventuras del aviador de Tsingtau , que fue un éxito de ventas, y supongo que plantaría algún árbol.
Tras el fin de la guerra y el posterior Tratado de Versalles, desilusionado y hastiado de aquella Alemania caótica y convulsa decidió abandonar la Marina y comenzó a trabajar para el servicio postal alemán. En su cabeza comenzaba a tomar forma el viaje con el que había soñado desde hacía años: la Patagonia. Convenció a la editorial que le publicó el primer libro para que le financiase el viaje a la Patagonia para escribir un libro de viajes, y en 1925 embarcó en Hamburgo en el velero Parma con rumbo a Valdivia (Chile). Cuando atravesaron el cabo de Hornos se confirmaron todas las sospechas de Gunther: la realidad superaba, con mucho, todo lo que había leído. Nada más llegar a puerto, cogió su cámara y recorrió el país por tierra hasta la Patagonia.
Pues volveré y lo averiguaré
Esto fue lo que dijo cuando le indicaron que no se sabía lo que había tras las Torres del Paine. Su romance con aquel lugar había comenzado. Regresó a Alemania y en 1926 publicó Viaje al país de las maravillas, que le serviría para financiar su próxima expedición. En 1927 compra un velero al que llama Feuerland (Tierra de Fuego) y comienza una travesía hasta Chile, pasando por Río de Janeiro, Buenos Aires, el estrello de Magallanes y Punta Arenas, documentando y fotografiando todo a su paso. Mientras, Ernst Dreblow, su amigo y el que será su ingeniero de vuelo, embarca en un barco de vapor desde Alemania para encontrarse con él en Chile. Al ingeniero le acompaña un hidroavión Heinkel HD 24 W -el Cóndor de plata lo llamaron- desmontado en la bodega que servirá para cumplir el sueño de Gunther. En diciembre de 1928, con el avión montado y operativo, los dos exploradores alemanes comienzan sus aventuras: fueron los primeros en explorar por aire la cordillera Darwin, el Cabo de Hornos, el Campo de Hielo Patagónico del Sur y, como no, las Torres del Paine; también fueron el primer correo aéreo que llegó desde Punta Arenas a Ushuaia (Argentina).
Nos levantamos a pesar de la enorme carga que llevamos, y la rapidez con la que se perdió en la vista de la tierra bajo nuestros pies. Tan pronto como llegamos a la altitud de 2.000 metros, miré mi alrededor y hacia abajo: ¡belleza increíble y salvaje!
Fueron meses de exploración aérea, de fotografiar, de filmar… de disfrutar de la naturaleza en estado puro.
En 1929 Gunther tuvo que vender el velero Feuerland para obtener fondos y poder regresar a Alemania. Allí publicó sus exploraciones y fotografías en un libro y un documental titulados Silberkondor über Feuerland («Cóndor de plata sobre Tierra del Fuego»). En 1930 regresaron los dos aventureros para seguir explorando, en esta ocasión el glaciar Perito Moreno y el lago Argentino. Los múltiples viajes y las condiciones extremas de la Patagonia comenzaron a hacer mella en el hidroavión y sus averías les ocasionaron algún susto que otro. El 25 de enero de 1931, Gunther y Ernst se vieron obligados a amerizar en un lago rodeado de glaciares y rompieron un flotador del tren de aterrizaje…
Hace pocas horas, una corriente de aire nos ha obligado a descender en un lago de 300 metros de ancho y paredes de piedra de 800 metros de altura. ¡Debemos salir de este encierro! (anotaciones en su diario)
Su última anotación fue del 28, cuando escribió que esa mañana iban a intentar salir de allí… los cuerpos de ambos aventureros se encontraron en el lago Rico, en la pared sur del Perito Moreno. A los 44 años fallecía Gunther Pluschow, el explorador aéreo de la Patagonia honrado como héroe por las Fuerzas Aéreas Argentinas y cuyo nombre se puso a un glaciar en Punta Arenas.
Fuentes: Story of sole German PoW to escape captivity in Britain, Gunther Pluschow, Gunther Plüschow, escapista que iba a morir en un glaciar patagónico
*Amerizar*, no _amenizar_.
Corregido. Gracias
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Que gran historia Javier, por lo visto a este señor no le gustaba quedarse en casa compartiendo con el hijo. Me gustan mucho los trazos de humor que usted pone en sus escritos como en este, entre 1916 y 1918 además del matrmonio y el hijo supone que plantaría algún árbol, Gracias
Gracias a ti.