El matrimonio Cook, James y Mary, eran una familia de clase media que vivía en Sunderland (Inglaterra). Allí tuvieron a sus cuatro hijos: Jim, Bill y las protagonistas de esta historia, Ida y Louise. En 1906, cuando Ida tenía apenas 2 años y Louise (o Marie Louise) 5, la familia se trasladó a Londres. Aún teniendo un carácter muy diferente, Ida más sociable y Louise más reflexiva y menos emocional, la complicidad entre las hermanas era total. Parecían complementarse la una a la otra. Sus días en Londres transcurrían sin sobresaltos, asistían al colegio, destacando ambas por ser buenas estudiantes, ayudaban a su madre en las tareas del hogar, compartían sus juegos… nada fuera de lo normal. La verdad es que las hermanas nunca destacaron por su belleza, y no llamar la atención de los chicos tampoco fue un problema para ellas. Terminado el colegio, ambas encontraron trabajo en la Administración local, pero ninguna de ellas se planteó abandonar el hogar familiar para establecerse por su cuenta. Había terminado la Primera Guerra Mundial y la juventud trataba de devolverle a Londres la alegría perdida y recuperar la Belle Epoque que truncó la guerra, pero las hermanas parecían vivir ajenas a aquel momento… hasta que se cruzó en su camino la ópera.
En 1923 escucharon en un gramófono Madame Butterfly, interpretada por la soprano italiana Amelita Galli-Curci, y aquello fue como una revelación. Habían descubierto la ópera, y desde aquel momento su pasión compartida. Compraron todos los discos que pudieron, pero necesitaban más… necesitaban asistir a una representación en directo. Y así lo hicieron. Aún ocupando siempre las localidades más baratas, se convirtieron en asiduas del Royal Opera House, donde disfrutaron de las representaciones de Madame Butterfly, La Traviata, Rigoletto… Además, siempre se quedaban esperando para ver si podían conseguir un autógrafo o una foto de los cantantes, lo que les permitió conocer a algunos de ellos. Puede que fuese por ser la primera ópera que escucharon o por su voz, pero para ellas Amelita Galli-Curci era especial y todavía no habían podido escucharla en directo. Cuando se enteraron de que iba a actuar en Nueva York, decidieron que no iban a perdérselo. Elaboraron un plan de ahorro para viajar a los EEUU y le enviaron una carta a la soprano contándole sus planes… y contestó:
Si conseguís llegar a los EEUU, tendréis entradas para todas las actuaciones.
Tuvieron que reducir gastos drásticamente, y cuando las fuerzas flaqueaban volvían a leer aquella respuesta y recuperaban la ilusión. Tras varios meses de estrecheces, en 1926 consiguieron llegar a Nueva York, alquilaron una habitación en el Washington Square West, deshicieron la maleta y se fueron a las oficinas del agente de la soprano para recoger sus entradas gratis. A la noche siguiente, asistieron a la representación de la Traviata interpretada por Amelia Galli-Curci… a la que conocieron al finalizar. Es más, las invitó a su apartamento en la Quinta Avenida. Desde aquel momento, nació una bonita amistad que permitió a las hermanas adentrarse en este mundillo y conocer a otros personajes relevantes de este género musical, como la soprano estadounidense Rosa Ponselle o el director de orquesta austríaco Clemens Krauss y su esposa la soprano rumana Viorica Ursuleac.
En 1934 se desplazaron hasta Amsterdam para ver la actuación de Viorica… y ocurriría algo que cambiaría sus vidas. Como ya venía siendo habitual, tras la actuación las hermanas se reunieron con Ursuleac y Krauss. En aquella ocasión el matrimonio iba acompañado de una anciana a la que ellas tomaron por otra amiga de la pareja. Después de una agradable velada, Viorica las apartó del grupo y les pidió si podían acompañar a Mitia Mayer-Lismann, que así se llamaba la anciana, en su viaje a Londres y ejercer de anfitrionas durante unos días. Y así lo hicieron. Encantadas por ayudar a su amiga, Ida y Louise acompañaron a la anciana en su visita a Londres. Por boca de Mitia Mayer-Lismann conocieron la realidad de lo que ocurría con los judíos en Alemania desde que Hitler llegó al poder y también en Austria… y Mitia Mayer-Lismann era judía. Conscientes de la situación de los judíos, decidieron que no se iban a quedar de brazos cruzados… ¿qué podían hacer?
Los judíos querían escapar y Gran Bretaña había autorizado la acogida temporal pero siempre que tuviesen solvencia económica o hubiese algún británico que actuase como garante financiero… pero los nazis no les permitían salir con dinero u objetos de valor. Junto con Ursuleac, Krauss y Mitia, las hermanas idearon un plan para sacar a los judíos de Alemania. Como fanáticas de la ópera, llevaban tiempo visitando diferentes ciudades europeas para asistir a las representaciones, así que a nadie extrañaría que viajasen a Alemania y Austria. Allí, con el apoyo de sus amigos de la ópera, contactarían con los judíos que deseaban escapar a Gran Bretaña. Aunque no podían sacar el dinero, sí que podían convertirlo en pieles y joyas que las hermanas pasarían con ellas puestas al regresar a Londres tras la actuación (a las pieles les cambiaban la etiqueta por una británica para no levantar sospechas en los pasos fronterizos). Salían de casa con lo justo y regresaban engalanadas como princesas. Eso sí, para no levantar sospechas pasaban por diferentes aduanas o incluso viajando desde Alemania a otros países antes de llegar a Londres. Con la venta en Gran Bretaña de joyas y pieles se convertían en garantes financieros de los refugiados judíos. La primera persona que consiguieron sacar de Alemania fue la hija de Mitia, Else, una chica de 17 años (Mitia y el resto de su familia saldrían más tarde).
En 1936 tendrían un golpe de suerte, Ida firmó con la editorial Mills & Boon y publicó su primera novela Wife to Christopher bajo el seudónimo de Mary Burchell. Fue tal el éxito que le permitió dejar su puesto en la Administración y dedicarse a tiempo completo a sus novelas de ficción romántica. Además, su gran popularidad le garantizó unos ingresos importantes que dedicó a financiar la ayuda de los refugiados, incluso alquilaron un piso «franco» en Londres para darles cobijo temporal. Ida y Louise salían de Londres el viernes por la noche en dirección a Frankfurt, Munich, Colonia, Berlín o Viena y regresaban a tiempo para que Louise llegase a trabajar a la oficina el lunes por la mañana. Krauss, como director de la Ópera de Berlín y del Teatro Nacional de Munich, les proporcionaron detalles de las próximas representaciones de ópera, e incluso llegó a modificar fechas y lugares según las necesidades de los refugiados de cada lugar. Durante sus viajes se reunieron con los judíos y escuchaban sus desgarradoras historias… y debían decidir a los que podían ayudar. Ya en Londres, debían continuar: Ida escribiendo, Louise en su trabajo… y con el papeleo burocrático para la acogida de los refugiados. Además, ellas no podían figurar como garantes de todos los refugiados, así que implicaron a terceros para que desempeñasen ese papel a titulo nominal pero sin que tuviesen que ayudar económicamente -de eso se siguieron encargando las hermanas y los propios refugiados-. Hasta el comienzo de la guerra, habían completado con éxito 29 misiones de rescate (es difícil cuantificar el número de judíos salvados porque había misiones que era familias enteras).
Terminada la guerra, las hermanas mantuvieron el contacto y la amistad con muchos de los refugiados y siguieron durante años ayudando a recaudar fondos para los refugiados en toda Europa. Como Mary Burchell, Ida escribió más de un centenar de novelas románticas y durante muchos años fue presidenta de la Romantic Novelist’s Association; como Ida, en 1950 publicó su libro autobiográfico We followed our stars.
Como reconocimiento a su labor, en 1965 las hermanas Cook recibieron el galardón de Justos entre las Naciones, entregado por el gobierno de Israel a aquellas personas que, sin ser de confesión o ascendencia judía, prestaron ayuda de manera altruista y singular a las víctimas, por su condición de judíos. Ida Cook fallecía el 11 de diciembre de 1985, y su hermana Louise en 1991.
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Muy interesante, creo que sería toda una novela con tanta gente que salvaron y todo lo que tuvieron que hacer para lograrlo y sobrevivir, cada que leo este tipo de historias se me hace un nudo en el corazón
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Otras dos que hicieron negocio. No sabian na las dos chonis estas.
Muy bonita historia gracias por compartirla
Debería existir más gente como ellas.