Aunque en este paí­s estamos acostumbrados a «jueces estrella» o «mediáticos«, no creo que sea éste unos de los calificativos de los ´que se tendrí­an que sentir orgullosos y aprender más de San Ivo (Ives de Hélori), patrón de abogados y juristas de muchos paí­ses (patrón del Colegio Oficial de Procuradores ante los Tribunales de Justicia)

San Ivo (1253-1303) fue un magistrado y clérigo reconocido, y venerado,  por su ecuanimidad en el ejercicio de su cargo y por dedicar su vida a los más necesitados. Y como muestra una sentencia:

Un buen dí­a tuvo que juzgar a un mendigo por asomarse a una ventana y oler el guiso que se preparaba en la casa de un ricachón de la época. Un delito muy curioso, pero por lo visto debí­a estar tipificado. Como buen magistrado escuchó a las partes y dictó sentencia:

El mendigo debí­a pagar la única moneda que tení­a por oler el guiso del denunciante, así­ lo hizo el pobre hombre (vaya justicia, os preguntaréis pero…). San Ivo cogió la moneda, la hizo tintinear y dijo:

«He condenado a este hombre  por oler tu guiso, tú por tanto habrás de conformarte con escuchar la indemnización«. Y devolvió la moneda al pobre.

Este tipo de sentencias me recuerdan a las del juez de menores de Granada, Emilio Calatayud. Más San Ivos, o Emilios, y menos Garzones.

Fuente: El parche de la Princesa de EboliMª Pilar Queralt del Hierro

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