Los New York Knickerbockers, más conocidos popularmente como New York Knicks, son una franquicia de baloncesto de la NBA. Aún siendo una de las franquicias fundadoras de la BAA en 1946 (cambió su nombre a NBA en 1949 al fusionarse con la NBL), uno de los dos únicos equipos, junto a los Boston Celtics, que siguen en la misma ciudad de su fundación y la franquicia más valiosa, los Knicks llevan varios años destacando más por el glamour y los focos que por su juego y, mucho menos, por los títulos (los únicos son 1970 y 1973). Entonces, ¿de dónde viene eso de Knickerbockers y quién fue ese personaje imaginario?

Sobre un asentamiento ocupado por colonos holandeses de comienzos del XVII, localizado en la zona sur de la isla de Manhattan en la desembocadura del río Hudson, la Compañía Neerlandesa de las Indias Occidentales fundó en 1625 la ciudad de Nueva Ámsterdam, el mayor asentamiento holandés de Norteamérica. En 1664 pasaría a manos de los ingleses que la renombrarían como New York. Aquellos primeros colonos holandeses que llegaron a comienzos del XVII llevaban un tipo de pantalones que se remangaban o enrollaban debajo de las rodillas que se llamaban knickerbockers o knickers.

Pantalón estilo knickerboker

Pero sería un abogado y escritor local, Washington Irving, el que convertiría el término knickerboker en un referente, sinónimo o símbolo de la ciudad. Hasta 1809 Washington Irving apenas había escrito algunos artículos en periódicos locales, y pensó que ya era hora de escribir su primer libro. Aunque él confiaba plenamente en sus posibilidades y sabía de la calidad de su trabajo, también era consciente de la dificultad de triunfar con tu primer libro y, sobre todo, de encontrar algún editor que lo publicase o, simplemente, que lo leyese. Así que, decidió crear interés y misterio alrededor del libro… antes de publicarlo. El libro en cuestión era «History of New York» , originalmente “History of New York from the beginning of the World to the end of the Dutch Dynasty” (Historia de Nueva York desde el comienzo del mundo hasta el fin de la dinastía holandesa), una obra irónica y satírica sobre la historia de la ciudad. Escribió el libro bajo el seudónimo de Diedrich Knickerbocker y antes de su publicación preparó su particular “campaña de marketing”. Inundó los medios de comunicación de Nueva York con anuncios sobre la desaparición de Diedrich Knickerboker, un supuesto historiador holandés. Además, colocó una nota en la habitación donde supuestamente estaba alojado este personaje imaginario. La nota decía que, si no volvía, se autorizaba a los propietarios del hotel (cómplices de Washington Irving) a publicar el manuscrito escondido en la habitación para hacer frente a la cuenta. Este caso, envuelto de polémica y misterio, conmocionó a la sociedad neoyorkina, incluso se llegó a ofrecer una recompensa por alguna pista. Lógicamente, Diedrich Kinckerboker nunca apareció y, llegado el momento, los propietarios del hotel pidieron que se publicase el manuscrito para poder cobrar la deuda del historiador holandés. No faltaron editores que se ofrecieron a publicarlo y la ciudad de Nueva York ya conocía de la existencia del libro antes de su publicación.

Anuncio en Federal Gazette Ad anunciando la publicación del manuscrito de Diedrich Knickerbocker (hace referencia a la misteriosa desaparición del autor)

El 19 diciembre de 1809 se publicó el libro con un gran éxito de ventas (no sé si por pena, morbo o curiosidad) y de crítica (además, era bueno realmente). Desde aquel momento, knickerboker se convirtió en el término para designar a los neoyorquinos de pura cepa, los descendientes de aquellos primeros colonos holandeses y, por tanto, del origen de la ciudad.

Aunque en España Washington Irving es más conocido por ser el autor del cuento La leyenda de Sleepy Hollow, me gustaría recordar que gracias al puesto que ocupó, embajador de los Estados Unidos en Madrid, recorrió gran parte de la geografía de nuestro país, sobre todo el sur, y se convirtió en un gran conocedor de nuestra historia y un apasionado de nuestra literatura. De hecho, varias de sus obras tienen como protagonista nuestra historia: Mi viaje a los lugares colombinos (1828), Crónica de la conquista de Granada (1829), Cuentos de la Alhambra (1832), Historia de la vida y viajes de Cristóbal Colón (1833) y Crónicas moriscas: Leyendas de la conquista de España (1835).