Con la rendición de Japón en la Segunda Guerra Mundial, la península de Corea, ocupada por los japoneses desde 1910, quedó dividida a la altura del paralelo 38: el norte ocupado por los soviéticos y el sur por los estadounidenses. La tensión reinante estalló cuando las tropas de Corea del Norte invadieron Corea del Sur el 25 de junio de 1950. Los estadounidenses, con la aprobación de la ONU, se pusieron al frente de un ejército de aliados para echar a los norcoreanos. Aunque en unos meses los habían expulsado hasta más al norte de la anterior frontera, el apoyo recibido de China y la ayuda soterrada de la Unión Soviética prolongaron el conflicto hasta 1953. Con la firma del armisticio en Panmunjong se restauró la frontera entre las dos Coreas cerca del paralelo 38 y se creó la zona desmilitarizada de Corea, una franja de cuatro kilómetros de anchura entre ambos países. En esta franja de seguridad se encuentraba el llamado «puente de no retorno» utilizado para el intercambio de prisioneros entre ambos países… hasta el incidente del hacha.

Operación Paul Bunyan

Operación Paul Bunyan

Desde cada una de las zonas se fueron estableciendo puestos de control (Checkpoint) cada vez más cerca del puente. El Checkpoint nº 3 era el más cercano al puente de los establecidos por la ONU en la zona sur y lo suficientemente aislado del resto para que los norcoreanos intentasen secuestrar a los funcionarios de Naciones Unidas en más de una ocasión. Se trató de aumentar la seguridad en aquel punto para controlar con más eficacia las incursiones de Corea del Norte y, para ello, debían despejar el campo de visión dificultado especialmente por un frondoso árbol de casi treinta metros… había que recortar su ramaje. El 18 de agosto de 1976, un equipo de militares surcoreanos y estadounidenses se adentraron en al zona desmilitarizada para el trabajo de jardinería. Lógicamente, al estar dentro de la zona desmilitarizada, únicamente podían utilizar hachas y machetes. Cuando comenzaron a podar, desde la zona norte empezaron las advertencias para que no siguiesen: decían que aquel árbol lo había plantado Kim Jong II, su dios terrenal. Los surcoreanos siguieron a lo suyo haciendo caso omiso de las amenazas, hasta que un grupo de militares norcoreanos entraron en la zona. Después de algunos gritos y empujones, los norcoreanos se hicieron con las hachas matando a dos militares estadounidenses (el capitán Arthur Bonifas y el teniente Mark Barrett) e hiriendo a ocho soldados más. Aquel incidente podría haber sido el germen de un nuevo conflicto, pero la administración norteamericana decidió actuar con cautela y no tomó represalias. Eso sí, el árbol seguía allí y había que terminar el trabajo. Se puso en marcha la Operación Paul Bunyan (Paul Bunyan es un fornido leñador legendario que aparece en algunos relatos tradicionales de folclore estadounidense).

El 21 de agosto, solo tres días más tarde de la muerte de los militares, doce soldados del cuerpo de ingenieros del ejército de Estados Unidos, pertrechados con motosierras, y acompañados de sesenta soldados fuertemente armados y apoyados por dos helicópteros de ataque, terminaron el trabajo. Por su parte, Corea del Norte reforzó sus defensas con miles de soldados y varias piezas de artillería. Fueron apenas cincuenta minutos donde un disparo accidental habría provocado una nueva guerra. En los años ochenta se abandonó el puesto de control nº 3 y más tarde se arrancó el tocón que quedaba del árbol de la discordia colocando en su lugar un monumento en recuerdo de las víctimas estadounidenses.

Lo que quedó del árbol

Lo que quedó del árbol